En tiempos electorales cualquier decisión tiene significados políticos. Lo que es peor, se interpreta como un punto más o un punto menos para algún partido o funcionario público.
La simplificación de la vida política de México que han hecho algunos comentaristas intenta acercar la teoría política a jugadas de futbol, sin que se esfuercen por conocer lo que en realidad sucede y se responsabilicen de su trabajo.
El jueves 15 de abril, el Senado aprobó prolongar dos años más al actual presidente de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, Arturo Zaldívar, de 2022 que termina su periodo, hasta el 2024; igual se recorre la permanencia de los siete consejeros de la Judicatura Federal.
En octubre de 2019 el presidente Andrés Manuel López Obrador dijo: “la opinión que tengo del ministro Zaldívar es que es un hombre íntegro y que le tengo confianza, sí lo considero una gente honorable y de bien, me da confianza. Si no, no lo diría”.
Esta reforma sólo tuvo 19 votos en contra, la mayoría de éstos pertenecientes a Movimiento Ciudadano, que parecieran no entender lo que se discutía; sin embargo, esta ley deberá tener también la mayoría en la Cámara de diputados, aunque de inmediato hay quien asegura que por existir una buena relación entre el presidente de la república y el presidente de la Suprema Corte de Justicia de la Nación puede haber concentración de poder.
La autonomía de poderes no implica que sean enemigos sus integrantes, aunque haya quienes sólo así podrán comprobar que hay poderes autónomos en el país, en realidad desde siempre el Poder Legislativo ha tenido en el partido en el poder su voto duro.
Algunas veces le llamaron mayoriteo, otras ordenanzas, otras, mayoría simple. Aquí lo que debe importar es que si la reforma judicial es utilizada para fortalecer esa parte de los poderes del país será bienvenida.
De aprobarse en la Cámara de diputados, se trata de una ley secundaria que coloca a los jueces en el banquillo de los acusados cuando se salgan de sus atribuciones, anteriormente eran juez y parte y tenían un poder con el que nadie podía luchar.
Ahora, será la Suprema Corte de Justicia de la Nación la que vigilará y sancionará a jueces que estén bajo sospecha o actúen de manera parcial. Es decir, contra los jueces que no son justos, que no son pocos.
La muy probable estancia de Arturo Zaldívar como presidente de la Suprema Corte dos años más de lo previsto, otorga continuidad a una serie de casos que ahora dentro de esta reforma deberán estar bajo la lupa, aunque algunos senadores del PRI hayan confesado que la aprobaron sin conocer su contenido o simplemente que se trata de una ley autoritaria muy cercana al Golpe de Estado, a pesar de sus dudas la mayoría que la aprobó fue aplastante, recordemos que son 128 senadores de los cuales sólo 19 estuvieron en contra.
Esta reforma podrá servir incluso para crear equilibrios entre el Poder Ejecutivo y el Legislativo, que muchas veces parece uno la continuación del otro, ya que muchos diputados y senadores votan por consigna y no en conciencia, como debería de ser, porque no todos representan a la misma gente. Hay en la diversidad cultural, económica y social de México representantes en el legislativo que no pueden uniformar su criterio y menos aún su voto.
La reforma judicial llega en buen momento, sobre todo porque el tiempo electoral ha servido para que algunos jueces se hagan de la vista gorda y otros aprovechan la distracción para actuar como se les dé la gana, inventando delitos, imponiendo sentencias injustas y sanciones desproporcionadas.
Es tiempo también de que los jueces sean más celosos de su trabajo e impidan en lo particular y de manera pública que cualquiera quiera hacer su trabajo, porque últimamente ha sido muy fácil juzgar a la ligera y afirmar cosas que nunca existieron, inculpar de delitos que nunca se cometieron, incluso asegurar conductas que no son propias de quienes dicen acusar.
Es el Poder Judicial el que debía haberse transformado desde hace muchos años, donde la corrupción pareciera estar más arraigada y son tiempos de limpieza, y no porque haya un régimen diferente, sino porque el país ya no resiste más corrupción. Ni la sociedad ni la economía de México pueden permitir más corrupción sin correr el riesgo de ir a la quiebra.
Es el poder Judicial el que deberá tomar más en serio su responsabilidad social para que haga historia en momentos que no le son fácil dar a conocer veredictos, ni fallos, ni sentencias.
La sapiencia de un hombre como Arturo Zaldívar en la Suprema Corte de Justicia de la Nación por dos años más seguramente fortalecerá la justicia y consolidará la legalidad. PEGA Y CORRE. – Los mítines políticos en campañas de proselitismo siguen convirtiéndose en un verdadero peligro para los asistentes y hasta para los propios candidatos. Hugo Rosales Badillo inició su campaña por el Partido Redes Sociales Progresistas en la ciudad de Durango, durante el evento estuvo presente el grupo “Los sembradores de Durango” y asistieron aproximadamente 3 mil personas, lo cual no era una fiesta, sino un suicidio colectivo… Esta columna se publica los lunes, miércoles y viernes.