Américo, el único que da color en Xalapa

A seis semanas de las elecciones las jornadas electorales se muestran desangeladas, desiertas y con nula participación ciudadana, excepción hecha de Américo Zúñiga en Xalapa y Pepe Yunes en su distrito de Coatepec.

Pareciera que van solos ya que a Adolfo Mota no cuenta por su tórrido pasado plagado de corruptelas y mala fama.

El resto de aspirantes -apenas de manera pálida se ve Maryjose Gamboa, quien va por la alianza- están desaparecidos.

Mientras, del otro lado del mostrador Morena tampoco se ve, ni sus candidatos a diputados federales cuya mayoría va por la reelección confiados en el “Efecto Peje”.

Como no les dan un clavo, ni patrocinio alguno, solo despensas para sus campañas, imposible le apuesten un peso ya que son chairos.

Por lo que corresponde a los partidos pequeños su apuesta de participación sucederá hasta dentro de dos semanas, cuando rueden las campañas para diputados locales y alcaldes en la intención, más que ganar una plaza, juntar el 3 por ciento que les reclama el INE (OPLE) para conservar el registro.

Acaso dos tibiezas se ven a lejos, muy lejos, una Raúl Arias Lovillo y la otra José Alberto Pérez, El Chocolate.

El primero, ex rector de la UV, abanderado por Movimiento Ciudadano, un partido con señalada pobreza electoral manifiesta en cada elección y el segundo que compró la franquicia de Partido Encuentro Social, una rémora que bandea en cada elección y vende su franquicia al mejor postor, una mala carta, pues.

El caso Américo Zúñiga.

Llama la atención que al minuto cero del domingo 4 arrancara su campaña con reuniones callejeras que al paso de las horas se convirtieron en nutridos mítines de sana distancia, encuentros con mujeres, jóvenes, con la estructura de la alianza PAN-PRD-PRI y con los medios de comunicación.

En medio del vacío político electoral que dejó Morena al prácticamente soltarle la plaza a Rafael Hernández Villalpando, un holgazán que ya fue alcalde de Xalapa de infausta memoria y es actualmente diputado federal con licencia que busca repetir, Américo ha cubierto los espacios con destreza.

El golpeteo periodístico en su contra quedó reducido a la nada, los rayones de Morena a través de cierta prensa se desvanecieron y Américo habilidosamente capitalizó el hartazgo a través de la alianza ¡Por Veracruz, Va!

Acompañarlo en sus recorridos es escuchar un creciente reclamo social en contra de Hipólito Rodríguez y el gobernador Cuitláhuac García.

Ese observar y escuchar la molestia en contra de Morena y su atarantado representante en la ciudad capital, Hipólito Rodríguez que se repite en decenas de colonias.

Y es que la irritación ciudadana se coinvirtió a la vuelta de tres años en un fenómeno digno de análisis.

Pocas, muy pocas veces en la historia de Xalapa se había visto que prácticamente el ciento por ciento de la población -independientemente de los ciudadanos en edad de votar- repudiara a su alcalde y todo lo que apesta a Morena.

Vaya, ya para que ni las despensas de los morenos las acepte la población necesitada y se niegue a entregar su credencial de elector, es que algo grave está sucediendo, acaso una revolución silenciosa se está gestando desde la ciudad.

El factor Ahued.

Don Ricardo está por aparecer, pero la marca la mata. Los enemigos en casa no son pocos y el empeño por destruirlo va ¡cueste lo que cueste!

Y cuando todo mundo pensaría que la tiene fácil dada su fama pública el rechazo a Morena lo hunde.

Mientras David Velasco está por arrancar en dos semanas, pero así hubieran puesto a Carlos Aceves o cualquier otro inútil priista o panista como Sergio Hernández, lo mismo sucedería ya que el nombre no importa, importa la marca PAN-PRD-PRI.

Hay incluso quien opina que fue un error de Américo no haberse lanzado como candidato a alcalde, ya que hubiera ganado con solo levantar su taza de café en La Parroquia.

En Xalapa ya mismo suceden dos fenómenos aparentemente contradictorios pero que no lo son, el enojo mezclado con la alegría. El primero resultante de la pésima gestión de un mariguano con poder y el segundo, el singular ánimo ciudadano por acudir a las urnas para embarrarle en la cara a los chairos su desprecio.

Esa será la mejor muestra del rechazo de una ciudad culta a los cacalovers. El repudio de un pueblo educado a lo más corriente de la sociedad que a través de morena los llevó al poder y el deseo de una capital dispuesta a rescatar lo que perdió que no solo fueron las flores, sino la alegría misma.

Ya se observa en la víspera electoral que no habrá poder alguno que evite despojar a Morena del poder a través de las urnas y preparar el terreno para fincarles responsabilidades por la devolución del dinero público por subejercicio, el no entregar una sola obra pública de consideración fuera de un puño de calles y una placa en favor de Carlos Marx, ese ideólogo del socialismo que está en el basurero de la historia.

Serán jugados por desvíos y abuso de poder y serán condenados y exhibidos en el Museo de la Corrupción por omisos, por no atender el problema de la basura; por cancelar toda manifestación de arte y cultura; por no tapar los hoyos; por corruptos y nepotistas; por hacer una ciclovía de cartón y por permitir la aparición de 148 colonias, muchas de ellas de cartón.

También porque francamente Hipólito cae gordo. 

Son muchos mas los adjetivos y señalamientos que se pudieran hacer, el objetivo de este comentario, sin embargo, está enfocado al fenómeno Américo Zúñiga en donde si las cosas siguen como van -no se ve otra señal en el horizonte- va a arrasar.

Tiempo al tiempo

 

*Premio Nacional de Periodismo

 

 

 

 

*Premio Nacional de Periodismo