Anteriormente la dirección de los partidos políticos la marcaban los líderes nacionales de cada organización y ese mismo liderazgo servía para dar línea a los coordinadores parlamentarios en las cámaras. Ahora, la cúpula de los partidos dice una cosa, la militancia otra y los legisladores otra diferente.
En el caso de Morena, donde su líder quiere unir al partido, la militancia se divide en tres, dependiendo quién sea su candidato para el 2024. Así, hay quienes apuestan por Claudia Sheinbaum, otros por Marcelo Ebrard y otros por Ricardo Monreal. Desde luego que puede haber otros más; sin embargo, la militancia quiere tomar partido dentro del partido por una opción que finalmente será una sola persona, que posiblemente no será ninguno de los tres.
Pero esta no es la única razón de la separación entre dirigentes y militancia. Ya que ésta asegura que los consejeros están vendidos al líder nacional, que cada día se separa más no sólo de la mayoría de los morenistas, sino de los lineamientos establecidos por la 4T.
Los estatutos de Morena prohíben, en su artículo tercero, las tribus y los grupos internos contrapuestos; sin embargo, nadie puede negar su existencia. En Morena militan 466 mil 931 personas, de las cuales 219 mil 581 afiliados son hombres y 247 mil 350 mujeres. Esto habla de la necesidad de abrir cuanto antes un sistema de filiación aprobado por el Comité Ejecutivo Nacional y propuesto por la Secretaría de Organización, que encabeza Xóchitl Zagal, pero sólo se expiden solicitudes que carecen de estos requisitos y se lanzan arbitrariamente para ver qué pescan, sin acatar los estatutos.
Morena tiene militancia, pero carece de disciplina, tiene una buena cantidad de militantes, pero le falta calidad y lealtad al concepto de la 4T. Hay dos maneras de interpretar estas actitudes, que para algunos es división irreversible, creación de tribus; y para los dirigentes es simplemente pluralidad morenista.
En este contexto surgen “Los Puros”, que apoyan la candidatura de Claudia Sheinbaum; y el resto, que se dividen entre los simpatizantes de Monreal y Ebrard.
“En la corriente denominada “Los Puros” hay varios personajes como Claudia Sheinbaum, Bertha Luján, el caricaturista Rafael Barajas, también el director de comunicación de la Presidencia, Jesús Ramírez”, dijo en entrevista Telésforo Nava, profesor especialista en política de la UAM.
La otra fuerza de Morena, la encabezada por Marcelo Ebrard Casaubón, donde están personajes como Mario Delgado y la Senadora Martha Lucía Micher Camarena.
Los partidos contrarios como el PRI señalan errores en Morena, pero no ven los propios. Así, los diputados priistas aseguran que Mario Delgado Carrillo ha sido incapaz de resolver los problemas internos de su partido.
Sin embargo, el PRI está dividido también y tan separado de su cúpula como Morena o posiblemente más. Porque es un partido que tiene más pasado que presente y basa su fortaleza en la acumulación de responsabilidades en un solo personaje, como es el caso de Alejandro Moreno Cárdenas, presidente del CEN del tricolor, exgobernador de Campeche y diputado federal plurinominal. Es decir, cobra dos salarios y tiene en nómina a otros tantos familiares y amigos, lo cual la juventud priista lo advierte como un retroceso de la política partidista.
La principal queja del PRI no es contra su máxima autoridad, sino contra el líder de Morena, porque condicionan su apoyo en las cámaras a un buen acuerdo extraparlamentario con el partido en el poder, pero como el discurso de Mario Delgado los ofende, ven la paja en el ojo ajeno y no la viga en el propio.
El PRI quiere vender caro su amor a Morena y a cambio de su apoyo para aprobar o rechazar reformas, quiere una armonía de terciopelo con Morena.
Los legisladores del tricolor aseguraron que Morena es un partido que abraza a delincuentes y arremete contra las mujeres, la democracia, las instituciones y la clase trabajadora mexicana.
Lo mismo dicen panistas y morenistas de los priistas. Pero esto es sólo un pleito entre los integrantes de las cúpulas de los tres partidos, que en realidad no suman ni 100 personas en total. Las militancias tienen su propia responsabilidad social, lo suficientemente alejados de sus líderes que parecieran ni siquiera conocerlos y no lo reconocen en muchos casos.
Por ejemplo, en el PAN, su líder máximo Marko Cortés, ha sido cuestionado severamente por anunciar una derrota electoral contundente el próximo año, al anunciar que de seis gubernaturas su partido sólo obtendrá una, y eso, no se sabe con certeza.
Ahora, la división creada por la reelección de Marko Cortés se intensifica con sus declaraciones sobre derrotas anunciadas, que no son sólo interpretadas como deslealtades sino como verdaderas traiciones.
En los tres partidos antes mencionados hay en su interior fuerzas que exigen sus respectivas renuncias. No hay ni consenso ni unidad. La militancia no está de acuerdo con sus líderes, y menos aún sus legisladores coinciden con la estrategia -que a veces no existe- de los dirigentes nacionales de sus partidos. Las elecciones unen en torno a sus candidatos, y antes de 2024 estarán en disputa 8 gubernaturas, 6 el próximo año y dos el siguiente. No falta mucho tiempo y la división lejos de desaparecer en esos partidos, se profundiza.
PEGA Y CORRE. – Cada vez es más probable la aprobación mayoritaria de una reforma electoral ante la suma de parcialidades y simulaciones de la autoridad electoral asentada en el INE… Esta columna se publica los lunes, miércoles y viernes.