Los populistas tienen una idea más bien baja de la inteligencia de la gente.
En el fondo del populismo hay un gran e inconfesado desprecio por el pueblo.
Octavio Paz
El carrusel de las mentiras no se detiene. Se van descubriendo más y más mentiras que se muestran a veces con palmario cinismo, como si fueran verdades. Esas mentiras afectan la vida y la dignidad de mexicanos, mujeres y hombres que son presa de la extorsión de quienes ahora detentan el poder, ese poder construido, ahora lo sabemos nítidamente, sobre otro cumulo de mentiras, las que crearon la esperanza de millones que pensaron en la oportunidad de concretar por fin el no robar, el no mentir y el no traicionar.
El abandono de la vergüenza, la insolencia, es conducta básica de los liderazgos transformadores que claman ser diferentes. Los que se dicen la encarnación del “pueblo”, los que con impudicia dicen ya no pertenecerse, como proclamas que encubran su autoritarismo, su soberbia, su manipulación, pero que en realidad los desnudan en su patética estatura política y personal, al conocerse cuanto agreden, cuanto roban, cuanto abusan en la plenitud de su pinche poder.
Hemos visto en Veracruz, a la maquinaria del partido oficial coercionando a mujeres y hombres, asegurados en sus beneficios clientelares, en las contraprestaciones bajadas directamente desde el líder supremo, no como una garantía de preocupación social sino como la nueva tienda de raya que manipula la seguridad de las lealtades (al menos eso piensan). Hemos visto cómo se violentan los derechos legítimos a pensar y actuar diferente, arrebatados a una burocracia con miedo, a empleados atrapados en la amenaza de “copelas o cuello”. No es algo inédito, ciertamente, pero sí es de lo que ofrecieron combatir, lo que prometieron no sucedería y que a contramano han acentuado.
Aseguran que van por la continuidad y por la construcción de un segundo piso sin el menor asomo de autocrítica, de evaluación y de acciones de mejora, lo que obliga a pensar que se profundizará la incompetencia, la ruindad, la mentira, el autoritarismo, la amenaza y el miedo como monedas de curso mayor ante la destrucción de lo construido en años de transición democrática.
Con toda desfachatez, como si hubieran avanzado aunque fuera un poco, como hace 6 años ofrecen acabar con la corrupción, con la impunidad y la arbitrariedad, sabiendo que dar resultados no es un requisito, que para ellos no aplica el cumplimiento de las leyes, y que pueden seguir reiterando sus mentiras con sonrisas, declaraciones falsas y pañuelitos blancos mientras roban y se enriquecen impunemente.
Por México, por Veracruz es urgente salir a votar con un voto razonado que respalde la democracia para las próximas generaciones. Un voto con perspectiva de largo plazo que valore y reivindique el ejercicio público como un asunto de todos y para todos.
Reivindicar la Vida, la Verdad y la Libertad, no debe ser únicamente una aspiración y un lema de campaña, sino que debe hacerse realidad en el nuevo gobierno, pero no destruyendo lo que se consiguió con tantos años de lucha. La democracia construida a tirones en los últimos 40 años no es una prenda que debamos permitir que se pierda, pues siendo perfectible debe mantenerse.
Hay que salir a votar sin miedo y cerrar el paso a la arrogancia, la intolerancia y el autoritarismo que la amenazan, comportémonos a la altura del país que nos necesita.
DE LA BITÁCORA DE LA TÍA QUETA
La presión por el agua en Xalapa empeora, le cierran las válvulas de Chilchotla, Puebla.