Veracruz, una sucesión adelantada; los morenos se dan con todo

’01/11/2024’
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Empeñado en apresurar la sucesión en favor de Rocío Nahle, el “pejecito” Cuitláhuac García, ha desatado una incontenible lucha por el poder hacia al interior de Morena, en donde sus tribus se están dando con todo.

Mientras la oposición partidaria, Movimiento Ciudadano, la única opción que vale la pena en estos momentos de cara al cadáver priista y el arrebato yunista de la franquicia azul (el PRD no cuenta), vela armas.

Se posiciona.

Encuentra una puerta de escape al ir tras la búsqueda del mejor exponente ciudadano con que cuenta Veracruz en este momento, Pepe Yunes, quien carga, además de su prestigio, con un fuerte aliado, Juan Manuel Diez decidido a apoyarlo con todo.

El caso Nahle, la guerra total.

Nomás no gusta la candidata oficial de Cuitláhuac –por instrucciones de Palacio Nacional- para Veracruz. La señora Nahle, es una desacreditada zacatecana que dejó azufre en su tierra, rindió malas cuentas al lado de su esposo en Tabasco e hizo negocios inconfesables en el sur de nuestra entidad.

No gusta para una tierra que históricamente se ha caracterizada por ser la veta de políticos de corte nacional, que ha dado cinco presidentes de la república y ha dejado honda huella en el quehacer público de la federación.

Nahle es una rara avis para Veracruz aun cuando no se tomara en cuenta su ominoso pasado corrupto.

Por ello tanta efervescencia entre las tribus que tampoco la soportan. Por ello tantos tiradores.

Y es que si bien la libra Zenyazen Escobar, no así el ruidoso y perverso Eric Cisneros, quien cree que con su juego oculto nadie percibe sus apetitos sucesorios.

Menos el impresentable de Juan Javier Gómez Cazarín, a quien alguien aconsejó que tenía todo para ser el gobernador de 8.3 millones de veracruzanos y de un presupuesto anual de 130 mil millones de pesos. Sus alianzas criminales y negocios millonarios son el Talón de Aquiles.

Manuel Huerta Ladrón de Guevara, un viejo maoísta trasnochado es otro de los que trae sueños de opio. Está cierto que el Peje no olvida que quien le puso la mesa y al electorado fue él. La memoria presidencial, sin embargo, se ha vuelto de teflón, a conveniencia.

Ricardo Ahued es un viejo zorro. En él si funciona la vieja y desgastada consigna de que trabajo mata grilla. Ahí está, día y noche, haciendo su chamba, cumpliéndole a los jalapeños y enterrando la maldición que nos heredó Hipólito Rodríguez, hoy refugiado en Xochimilco de donde nunca debió haber salido.

Ahued es honesto, una prenda que no sirve a los morenos, pero que anima al ciudadano; es popular y querido, elemento útil para la causa pejista y no carga la etiqueta de Claudia, Ebrard o Monreal lo cual lo convierte en un comodín utilizable.

Habrá que ver que dice el dictador sobre este ex priista.

Y en último lugar está el engañabobos, el diputado presidente de la mesa directiva de la cámara baja, Sergio Gutiérrez Luna, Gutiérritos, quien con un par de alforjas de dinero y una lengua larga viene a vender sueños y promesas.

Gutiérrez Luna es la parte oscura del Peje.

Es la parte perversa, el distractor presidencial, la bisagra de la sucesión presidencial. El que hace ruido para que Cuitláhuac no pierda la brújula en favor de Claudia Sheimbaum, ni descuide la cuarta reserva electoral; para que tampoco escuche los cantos de las sirenas de Ebrard y contribuya a la distracción política peleando con Monreal.

Que si la sucesión presidencial transita por Veracruz, no hay duda.

Por ello tanta rebambaramba. Por ello tanto ruido Por ello el permitir tantos actores en Veracruz y socarronamente darle cuerda a una zacatecana para que gobierne Veracruz a cambio de una votación aplastante en favor de Morena en el 2024.

Se descuida, sin embargo, algo que es fundamental, la ciudadanía. La irritación social, el hambre y la inseguridad podrían cambiar el escenario. Y es que no basta con que el gobierno regale dinero ya que la voluntad ciudadana no es comprable.

Tiempo al tiempo.

 

*Premio Nacional de Periodismo