Veracruz hundido y su talismán desgastado

Este domingo fue secuestrado en Paso del Macho el empresario refresquero Alberto “N” por hombres armados. Alberto se encontraba en su local comercial ubicado en el centro de la ciudad, cuando unos sujetos que viajaban en una camioneta lo subieron a empujones y se lo llevaron con rumbo desconocido.

 

Si el secuestro no hubiera sido en Paso del Macho habría ocurrido en Pánuco, Poza Rica, Córdoba, Minatitlán, Veracruz, Tantoyuca, Xalapa, Cosamaloapan o en cualquiera de los municipios restantes, porque a pesar de lo que diga el gobierno estatal el secuestro no ha disminuido, es un mal endémico que lleva años lacerando la entidad y últimamente se ha incrementado.

 

De acuerdo con la Organización Alto al Secuestro, Veracruz volvió a ocupar el primer lugar nacional en este renglón al registrarse 15 secuestros en julio (uno cada dos días en promedio), muy por encima del Estado de México que reportó 9, Puebla y Michoacán que reportaron 7, la Ciudad de México 6 y Tamaulipas 5.

 

Desde que comenzó el gobierno de Cuitláhuac García a julio de este año, se han cometido 607 secuestros en la entidad por 460 en el Estado de México; 274 en la Ciudad de México; 133 en Puebla y 128 en Morelos. En palabras claras, desde que llegó la 4T Veracruz se convirtió en tierra fértil para los secuestradores.

 

Cada vez que el gobernador dice que los delitos de alto impacto van a la baja los números lo desmienten, lo contradicen y lo ridiculizan como en esta ocasión.

 

Los asesinatos (que tampoco han bajado), han alcanzado a los elementos policiacos.

 

De acuerdo con la reportera Flavia Morales de la agencia de noticias AVC, al menos 36 policías y jefes policiacos han sido asesinados en los últimos dos años. La reportera complementó su información con los nombres de las víctimas, fechas y lugares donde fueron acribillados.

 

Con estos datos irrebatibles, ¿seguro que va a la baja la incidencia delictiva y la violencia?

 

Es evidente que no, pero al parecer el gobernador no dimensiona dónde carambas está parado y no alcanza a ver que la entidad sigue en picada no sólo en seguridad sino en educación, salud, turismo, inversión, empleos y un largo etcétera.

 

“Ni dimensiona los problemas ni los ve, pero no es por cinismo. Cuitláhuac es un hombre inocente y bien intencionado que piensa que está haciendo un buen gobierno”, me dijo una persona de su cercanía. (Ah, vaya).

 

Pero los veracruzanos no perciben las cosas de esa manera, sobre todo cuando miran a su alrededor y ven el tiradero.

 

En diez meses habrá elecciones y no se ve qué esté haciendo el gobernador (aparte de grilla muy barata) para conservar el Congreso local y municipios clave como Poza Rica, Xalapa, Minatitlán y Coatzacoalcos.

 

Tan pasivo anda que otra vez volvió a caer en las encuestas.

 

Consulta Mitofsky indica que en los cinco meses que llevamos de pandemia (de marzo a julio), Cuitláhuac cayó del 35 al 30 por ciento de las preferencias y se ubica como uno de los gobernadores peor evaluados en el lugar 31 de 32.

 

Otro que salió bastante raspado en Veracruz fue el talismán de la buena suerte de Cuitláhuac: Andrés Manuel López Obrador. Los veracruzanos lo tenían con 56 por ciento de las preferencias en marzo y en julio le quitaron nueve puntos y lo dejaron en 47 por ciento.

 

Esto es hasta natural, las diez u once veces que ha venido el presidente por estas tierras ha sido a denostar y a prometer prometer prometer como si anduviera en campaña. Y su discípulo no ha hecho nada y menos en el renglón de la seguridad.

 

Así cómo pretenden volver a ganar.

 

En síntesis: el gobierno de Veracruz se hunde, el gobernador también, el talismán se desgasta, Morena y la 4T ni se diga y todo el mundo lo ve menos Cuitláhuac García.

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