Un corrupto mentiroso que presume de autoridad moral

Un periodista me contó que harto de las semanas que llevaba un plantón en el zócalo capitalino promovido por Andrés Manuel López Obrador con gente de Tabasco, el presidente Carlos Salinas de Gortari le ordenó al regente Manuel Camacho Solís: “Quítame de ahí a ese sujeto; da mala imagen”.

El regente fue a la plancha del zócalo para hablar con Andrés Manuel que le dijo: “No levantaré el plantón de gorra, les va a costar 50 millones de pesos”. Camacho regresó con el recado para el presidente: “Dice que se va siempre y cuando le demos 100 millones de pesos”. Tras pensarlo unos segundos Salinas contestó: “Dáselos y que se largue”.

El periodista me advirtió que a pesar de que todo fue verídico y que Camacho Solís aprovechó el viaje para embolsarse 50 millones de pesos, el millonario moche jamás se podría probar. “Como no hubo papeles de por medio Camacho siempre lo iba a negar lo mismo que López Obrador. Y si el presidente supo del engaño de su colaborador, simplemente cerró el pico”.

Lo mismo sucede con las cantidades multimillonarias que presuntamente entregó Marcelo Ebrard a López Obrador, según cuenta la periodista Elena Chávez en su libro “El Rey del Cash”.

Se sabe que Marcelo desvió recursos para la “causa”; se sabe que a los trabajadores del DF les descontaban parte de su salario para lo mismo; se sabe que los testaferros del tabasqueño exigían cantidades respetables en municipios y comunidades; se sabe que empresarios, vendedores ambulantes, líderes sindicales y un largo etcétera le entraban con su mochada, pero lo hacían en efectivo por lo que esas entregas difícilmente se podrán comprobar.

En descargo de López Obrador hay que decir que todos los políticos con aspiraciones más allá de una diputación local han hecho lo mismo, aunque son contadísimos los que han sableado a los trabajadores y a personas pobres de comunidades y municipios.

Hasta el momento de escribir estas líneas, son pocos los capítulos que he leído del libro que mis amigos me han hecho el favor de enviarme en PDF algo así como 15 veces (muchísimas gracias, ya no se molesten) y no he encontrado en él, nada que no hayan hecho otros políticos transas y corruptos.

Acaso la diferencia es que según lo escrito por Elena, el tabasqueño ha hecho transas y es corrupto en grado superlativo.

Elena pinta a un Andrés Manuel acomplejado, cargado de rencores y de un carácter violento y explosivo al que temen sus leguleyos. Un tipo “frío, calculador, malagradecido, soberbio y falso”, al que el ex esposo de la periodista, César Yáñez, le quitaba la caspa de los hombros y le boleaba los zapatos.

Con honestidad lo digo, no creo que “El Rey del Cash” alcance el éxito que en su tiempo tuvo “Lo negro del Negro Durazo”.

La virtud de este libro fue lograr que los lectores se asombraran de lo que ya sospechaban: la opulencia de los funcionarios públicos durante el gobierno de López Portillo, sus abusos de poder, sus viajes a todo lujo, sus amantes, sus fiestas devenidas en orgías, sus fobias, sus filias, sus multimillonarios chanchullos, sus caros vicios y sus fastuosas mansiones como el Partenón de Zihuatanejo del propio Negro.

Pero tras el ex jefe de policía vinieron otros transas, corruptos y ladrones con un estilo de vida superior al de Durazo y la capacidad de asombro se perdió.

Que al presidente, al trío de zánganos que tiene por hijos y a su señora esposa los haya billeteado el PRD, Marcelo Ebrard y Alejandro Esquer (entre cientos), confirma que Andrés Manuel ha sido un mantenido y es igual o más corrupto y fullero que sus antecesores.

Tan seguro está que el libro de Elena le hará los mandados que declaró el 3 de octubre: “Pueden sacar lo que quieran. El cash, cualquier cosa… Tengo un escudo protector que es mi ángel de la guarda que es el pueblo y mi autoridad moral”. Más adelante agregó: “Tengo un escudo protector que es mi honestidad”.

Ni tiene autoridad moral ni es honesto y él lo sabe; es un cínico, vengativo, mentiroso, rencoroso e indecente sujeto con un envidiable 59% de popularidad.

Pero aguas…

Por los casos de deshonestidad y corrupción que ventila, el libro de Elena Chávez puede convertirse en un peligroso obús que merme la capacidad de reacción del presidente y ponga en riego el poderío de Morena rumbo al 2024.

Al tiempo, como dice un clásico.

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