Algunos empresarios, desde su nacimiento como propietarios o socios de compañías, caminaron junto al gobierno y cuando este intentaba dejarlos solos por el sendero de la venta de productos dañinos para la salud, simplemente utilizaban el chantaje como su mejor arma.
Acostumbrados algunos empresarios a utilizar el chantaje como manera no sólo de sobrevivir sino de progresar, ahora intentan hacer lo mismo cuando se tomó una determinación que debió adoptarse desde hace muchos años, como sucede en otros países respecto a las bebidas azucaradas, y que radica en que no se venda a los menores en Oaxaca estos productos, así como si se tratara de cigarrillos o bebidas alcohólicas.
Las muertes por obesidad, hipertensión, diabetes y otras enfermedades provocadas por esos productos son un lamentable castigo para la sociedad, y, por si esto fuera poco, los impuestos que pagan esas empresas refresqueras no compensan ni siquiera mínimamente los gastos del sector salud para curar a los enfermos que ellos producen.
Pero hay todavía más: durante varios años empresas como Coca Cola no pagaron impuestos en México gracias a los beneficios que les otorgaban los Presidentes de la república, del PAN y del PRI. Recordemos a Peña Nieto confesando a mediados de septiembre de 2016 que tomaba Coca Cola Light todos los días. Recordemos que en México hubo un presidente que fue gerente de la Coca Cola en el país, Vicente Fox Quesada. Detrás de su postulación, candidatura y triunfo electoral hay rumores sobre arreglos en lo oscurito.
Pocas son en realidad las empresas refresqueras mexicanas, entre estas hay las que gozan de privilegios que no pueden obtener en otros países. Los gobernantes del pasado les perdonaron impuestos, les regalaron predios, se hicieron de la vista gorda en demandas laborales de sus trabajadores, les permitían condiciones laborales inhumanas, etc.
Ahora se dicen las víctimas, desde luego se afilian a las cámaras de empresarios que ya tienen tiempo intentando impedir que la actual administración trabaje.
Aquí el problema mayor radica en la actitud de los empresarios, quienes afirman que dicha medida afectará la cadena de valor de la industria agroalimentaria y pequeños comercios. Esos pequeños comercios que las refresqueras, junto con la cadena de tiendas de conveniencia han querido cerrar definitivamente desde hace muchos años, pero ahora forman parte del discurso chantajista.
La Confederación Patronal de la República Mexicana (Coparmex), la Cámara Nacional de la Industria de la Transformación (Canacintra), la Cámara Nacional de la Industria Restaurantera y de Alimentos Condimentados, la Cámara Nacional de la Industria Panificadora, la Asociación de Chocolate y la Alianza Nacional de Pequeños Comerciantes aseguraron que la aprobación de esta iniciativa les afectará. Es decir, no hay imaginación ni alternativas para los integrantes de estas cámaras que vivieron del crimen a largo plazo.
En lugar de ofrecer alternativas se les acaba el mundo y ven en los refrescos embotellados el principio y el fin de sus negocios. Están acostumbrados a no pensar, a no trabajar, a no crear, a no producir. La indignación de los empresarios tiene más de consigna política que de necesidad económica o recesión empresarial.
La medida es saludable, más aún si se ha vivido engañado por la publicidad y la complicidad de los gobernantes. Los privilegios de las empresas refresqueras fueron muchos, incluso en la publicidad en los medios electrónicos dichas empresas convirtieron a los consumidores mexicanos en los campeones mundiales del consumo de refrescos.
Ahora el Congreso local de Tabasco buscará también tomar la misma medida que consiste en prohibir a los menores de edad comprar refrescos, es decir, no se les cierran las fábricas, no les aumentan los impuestos, no se les limita la producción, simplemente los menores de edad no podrán adquirir refrescos, sólo los adultos. En realidad, la medida no es tan grave. Grave es el daño que causan. PEGA Y CORRE. – La Coparmex ya no sabe qué inventar para tener herramientas de ataque al actual gobierno. Esta vez esperó a que las muertes por coronavirus rebasaran las 50 mil víctimas, para exigir que se cambie de estrategia. La estrategia, buena o mala, no puede cambiarse a estas alturas o se sigue con la misma, que es igual a la aplicada en muchos países, o se empieza desde cero. Eso sí, los dirigentes de Coparmex no ofrecen ninguna alternativa, sólo dan espacio y difunden lo que es contrario a los lineamientos del gobierno, y les suelen llamar especialistas, expertos, líderes de opinión, que pasan de la locución a la especialidad médica, siempre en la ambigüedad y el obsesivo ataque en memoria de sus privilegios muertos… Esta columna se publica los lunes, miércoles y viernes.