Que vivan por siempre los analfabetas

’25/11/2024’
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’25/11/2024’

Una de las primeras medidas que tomó Fidel Castro cuando triunfó la revolución cubana, fue alfabetizar a los isleños. En 1960 Cuba tenía 7 millones de habitantes y de ellos un millón eran analfabetas. Fidel se valió jóvenes y adultos que enseñaron a leer y escribir a sus compatriotas y al cabo de tres años ya no había analfabetas en Cuba.

En tiempos del gobernador Rafael Murillo Vidal, se implementó en Veracruz un programa de alfabetización que dio excelentes resultados. Jóvenes de secundaria y prepa enseñaban a leer y escribir a personas adultas después de sus horarios de clases y lo hacían de manera voluntaria.

Quién sabe por qué se quitaría el programa, pero lo quitaron y llegó el IVEA.

El IVEA es el Instituto Veracruzano de Educación para los Adultos, un elefante casi blanco y burocratizado que poco ha hecho por alfabetizar, pero cuyos miembros cobran puntualmente sus quincenas.

Cuando por razones de mi chamba tuve que ir a alguna oficina del IVEA, siempre me encontré al personal rascándose la barriga, limándose las uñas y quejándose de todo: de la falta de presupuesto, de la falta de vehículos, de la falta de papelería…

Más que en un problema social, el analfabetismo en Veracruz se ha convertido en un problema burocrático.

Al conmemorarse este miércoles el Día Internacional de la Alfabetización el director del IVEA, Héctor Amezcua Cardiel, dijo que nuestra entidad ocupa el “deshonroso” primer lugar nacional en analfabetismo ya que tiene 517 mil 798 personas que no saben leer ni escribir.

Pero dijo más. En 2015 había en Veracruz 562 mil 781 analfabetas, pero en seis años se logró que salieran de esa condición 44 mil 983.

Ah, caray.

¿Le llevó seis años enseñar a leer y escribir a casi 50 mil veracruzanos? ¿Seis años, señor Amezcua? ¿Y no le da vergüenza andarlo pregonando? ¿Es que acaso los enseñó a leer en mandarín y a escribir en cantones? A ese paso y para alfabetizar al medio millón se va a chutar más de 100 años.

Don Héctor fue más allá “El reto (de alfabetizar) sigue siendo enorme y requiere de programas distintos”.

Qué programas distintos ni qué ocho cuartos, lo que se requiere es voluntad y ganas de trabajar. Los alfabetizadores de Cuba se valían de cuadernillos de lectura, otros de escritura y unos lápices para hacer su trabajo. Lo mismo que los jóvenes que alfabetizaron en tiempos de Murillo Vidal. Y en ambos casos se hicieron maravillas.

El mismo Amezcua dio la solución al decir que de octubre del 2019 a enero del 2020 se implementó el programa “Aprendo a Leer y Escribir” que captó a 1, 993 jóvenes voluntarios para alfabetizar, pero se suspendió por la pandemia. De no ser por el Covid se hubieran alfabetizado a 13 mil personas, presumió.

Bueno, ¿y por qué no se vuelve a implementar cuando en efecto daría buenos resultados?

Porque no hay interés, porque “se requieren programas distintos” que no son otra cosa que seguir burocratizando la alfabetización.

Sin darle muchas vueltas al asunto lector, el analfabetismo se ha convertido en un modus vivendi para los encargados de combatirlo. ¿O cómo te explicas que después de tantos años y miles de millones de pesos invertidos esté lejos de erradicarse?

En nuestro país y especialmente en Veracruz, no hay voluntad de acabar con ese grave problema social. Los analfabetas seguirán existiendo porque son un jugoso negocio y porque el día que se acaben, se acabarán el INEA y el IVEA y eso será una catástrofe para cientos (o miles) de vividores del erario.

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Bernardo Gutiérrez Parra

Cuesta mucho educar a una persona, pero cuesta más, mucho más, no educarla. Aquí es al revés, porque cuesta un ojo de la cara pagar a las personas que enseñan a leer y escribir a los veracruzanos