¡Qué barbieriedad, Oppenheimer!

La vida color rosa, rosa pastel, o la vida color rojo, rojo sangre, apocalíptico. Que cada quien piense lo que quiera, puesto que cada cabeza es un mundo, y decida; pero por favor, reflexione, medite su voto… ¡Corte! No, no es para ponernos más torpes. Vea su realidad del color del cristal que prefiera, al fin y al cabo somos lo que elegimos, aparte de lo que tragamos o hacen que nos traguemos. Mi estimado Aurelio Asiain me comentó que quizá todos tenemos grandes ideas y no sabemos reconocerlas. Las dejamos pasar, inadvertidas. Pensamos distraídamente. Pensamos sin pensar. Usted puede elegir entre “[Barbielandia es] donde se pueden resolver todos los problemas de feminismo e igualdad” o “Ahora me he convertido en la muerte, el destructor de mundos.”

         ¿Qué nos queda? Reconstruir un mundo de amor y paz, encontrar la fórmula real. Abrazarnos, tendernos al menos la mano, para salir de atolladero. Ya me lo decía Margarito Cuéllar, el golpe más contundente es el del amor. No hay condición humana que lo resista. Así seas noqueado cien veces, vuelves al ring con el asombro y el temor de siempre.

         Pero por favor, tomemos en cuenta que con el amor ocurre lo mismo que con los gobiernos: siempre tiene uno la ilusión de que el próximo sea menos desastroso, como me escribió Marco A. Almazán.

         Lo he dicho: la vida no es muy seria en sus cosas. Así que fíjense ustedes:

“Un hombre va a comprarle un juguete a su hija y le pregunta a la vendedora:

-¿Cuánto cuesta la Barbie del escaparate?

De una manera condescendiente la de la juguetería le respondió:

-¿Cuál?… tenemos:

Barbie va al gimnasio, por 19.95 euros,

Barbie juega al volley, por 19.95 euros,

Barbie va de compras, por 19.95 euros,

Barbie va a trabajar, por 19.95 euros,

Barbie va a bailar, por 19.95 euros,

y Barbie divorciada, por 265.95 euros.

Asombrado, el hombre pregunta:

-¿Por qué la Barbie divorciada cuesta 265.95 euros cuando las demás cuestan 19.95?

La vendedora con aire de autosuficiencia responde:

-Señor, Barbie divorciada viene con: el coche de Ken, la casa de Ken, la lancha de Ken, los muebles de Ken, el ordenador de Ken… ¡y un amigo de Ken!”

 

         ¡Qué barbieriedad! Y va otro:

“-Hijo, ¿qué quieres por Navidad?

-Una Barbie.

-¿Qué? Tú eres un macho, ¡pide algo de hierro!

-Pues una plancha.”

Los días y los temas

Fíjate, Oppenheimer, este 1 de agosto es Día Mundial de la Alegría, y qué crees, pos que en nuestro chingón país no se celebra, ni aparecemos en la lista de los 10 países más alegres el mundo. ¿Podrás creerlo? O será cierto lo que dijo Salvador Elizondo: “Siempre que encuentro a alguien que tiene por principio manifestar, aunque sólo sea de una manera retórica, la alegría de vivir, experimento la sensación inquietante de estar ante alguien que trata de engañarme.” ¡Uff! ¡Cuántos me han engañado! ¡Cuántos han caído en mi engaño!

 

De cinismo y anexas

Honor a la alegría, por favor… Cuán felices podríamos ser… ¡Todos juntos ya! Y dice así:

-¡Mamá!, ¡conseguí un papel en aquel casting!
-¡Qué alegría! ¿Y de qué harás?
-De marido.
-Bueno hijo, no te preocupes, ya te tocará un personaje con diálogo la próxima vez…

 

            Hasta la próxima.