Paleros y cómplices.

Ningún intelectual, por más orgánico que este sea, puede negar, sin exhibir su parcialidad, que un verdadero opositor, es muy improbable, que en un régimen corrompido hasta la médula, con políticos y funcionarios del más alto nivel como cómplices de los más grandes y poderosos jerarcas del crimen organizado, ahí tenemos a García Luna como botón de muestra, pueda transitar y vivir para contarlo. Eso sólo puede ocurrir mediante un gran acuerdo de entendimiento e impunidad, ¿impunidad en la 4ª transformación? Ni pensarlo, sin embargo, ahí andan, sin rubor ni vergüenza, Fox y Calderón, hable y hable, a Peña Nieto muy quitado de la pena viajando enamorado, los beneficiarios del FOBAPROA tan campantes, y por si algo faltara, el Tratado Comercial, tan atacado por la izquierda, ahora es presumido como algo extraordinario, como si no fuera una herencia de Salinas de Gortari.

En 2012 la mafia del poder acordaría con el PAN el regreso del PRI, pero también, una vez que entregaron la constancia que acreditaba como presidente electo a Enrique Peña Nieto, dejaron el paso franco para que López Obrador hiciera campaña permanente durante 6 largos años, quien por su parte recorrería el país para construir su propio partido y su tercera candidatura, sin contratiempos, sin escases de recursos económicos y sin sufrir un solo rasguño. Casualmente, el INE, nunca amonestó al nativo de Macuspana, por los múltiples y evidentes actos anticipados de campaña que llevaría a cabo por todo lo largo y ancho de la República, en el pecado llevarían la penitencia, es el mismo Instituto que ha sufrido un severo recorte en su presupuesto y que por ese hecho han complicado su operatividad, con el mismo presidente consejero que tuvo bajo su responsabilidad la conducción de la elección 2018, Lorenzo Córdoba, acosado desde el poder con una intensa campaña de desprestigio, por iniciativa del beneficiario de su omisión.

Veamos los detalles, esos pequeños grandes detalles, que observados con perspicacia, van recorriendo el velo ominoso que cubre pactos inconfesables. El proceso electoral de 2017, para elegir gobernador en el Estado de México, es una joya de los acuerdos impulsados por la mafia del poder y que fueron concretándose sobre la ruta del 2018.

Alejandro Encinas aventajaba en las encuestas, por amplio margen, a cualquiera de los aspirantes del ala progresista, por tal razón, no es poca cosa, traía el consenso de los partidos de la tradicional coalición, PRD, PT y MOVIMIENTO CIUDADANO, ante tal circunstancia, que seguramente arrebataría el gobierno mexiquense a la coalición del PRI, resultó muy extraño, que de manera atropellada e intempestiva, AMLO, destapara como su candidata a la maestra Delfina Gómez Álvarez, una figura política menor, muy rezagada en las preferencias, acto que acompaño de un lenguaje ríspido y ofensivo, sin razón y sin motivos, en contra de los partidos que lo habían postulado a él con anterioridad, para el gobierno de la Ciudad de México y para la presidencia, y no solo eso, que le habían entregado parte de sus prerrogativas para cubrir la mayor parte de los  gastos de su activismo, causando con ello una profunda e irreparable división en la oposición. El beneficiario de esa ruptura que provocó el político tabasqueño, fue el PRI, quien mantendría el gobierno de su feudo, el más importante bastión de la denominada mafia del poder, al obtener el triunfo, pero, con un millón de votos menos que los conseguidos por los partidos del bloque progresista y MORENA. Después de tal resultado, las estructuras del tricolor se volcarían en favor de López Obrador.

En 2018, el PRI obtendría 50% menos de votos que en 2012, quiere decir que 7 millones de sus sufragios pasaron a la cuenta de MORENA. El priismo fue conducido desde el gobierno de Enrique Peña Nieto a las urnas, pero no en favor de su partido, al abandonar a sus candidatos a su suerte y sin aceitar de millonadas a su estructura electoral y de activistas como tradicionalmente lo hacían, provocaron la deserción en favor de la coalición Lopezobradorista.

Por su parte el PAN perdería 3 millones de votos, producto de las traiciones y deserciones de militantes “distinguidos”, Margarita Zavala, Felipe Calderón, Javier Lozano, Vicente Fox, Ernesto Cordero, Roberto Gil y un largo etcétera, ese desquebrajamiento de las estructuras del panismo, conjugado con las acciones de la PGR de Peña Nieto para desprestigiar a Ricardo Anaya, tuvo como beneficiario al candidato de la coalición “Juntos Haremos Historia”, que para entonces ya tenía una cobertura de medios, de tal magnitud, que solo un candidato del sistema pudiera tener. En conclusión, una tercera parte de los votos, diferencia entre ser o no ser presidente, fueron obtenidos con la operación y patrocinio del régimen a través de sus aliados.

De diciembre de 2017 a febrero de 2018, López Obrador tuvo menciones en una tercera parte del total de piezas emitidas, la mitad de estas eran negativas, sin embargo, las combinaban con malas noticias del gobierno y sus contrincantes, premeditadamente cuando esto ocurría hacían invariablemente una comparación con él, lo que provocaba un efecto contrario a lo que publicaban en su contra. En esa estrategia mediática Televisa y TV Azteca fueron fundamentales, tal y como también lo habían sido en la campaña de Peña Nieto.

En un monitoreo de Radio y TV que realizó la UNAM en el periodo del 14 al 16 de diciembre de 2017, a cargo de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales, detectaron en ese ejercicio 58 piezas informativas donde los aspirantes fueron valorados positivamente, de esa cifra 28 piezas (48%) estuvieron dedicadas a José Antonio Meade y 26 de ellas (44%) a López Obrador, lo que permite dar cuenta de la tendencia para favorecer al candidato de MORENA y sostener al ya liquidado prospecto del PRI, para, combatir con eficacia a quien se ubicaba en segundo lugar, Ricardo Anaya, quien había sido mencionado en tan solo 4 piezas (6%).

La magnitud del oficialismo de Televisa Y TV Azteca es considerable, sobre todo si se analiza que del año 2013 al 2016 recibieron 10 mil 692 millones 560 mil pesos de dinero público, por tal razón, esta estrategia de tan amplia cobertura mediática que involucra medios de comunicación beneficiados con la publicidad oficial, solo puede entenderse con el beneplácito del gobierno de Enrique Peña Nieto, máxime, que a pocas semanas de concluir su administración, el Instituto Federal de Comunicaciones renovaría por otros 20 años las concesiones a las poderosas televisoras, ante el silencio complaciente de don Andrés, en ese momento presidente electo.

Los detalles, no son simples detalles, evidencian la existencia del mentado pacto, aunque la nueva chayocracia intente desvirtuar toda evidencia. Un ingrediente de cinismo adicional a este coctel de acuerdos vergonzosos, es lo ocurrido la misma noche de la elección. Donde, según el relato de la columnista del Heraldo, Martha Anaya, en su entrega del 8 de agosto de 2018, versión que valida en uno de sus reportajes PROCESO, un reducido grupo de personajes fue invitado a casa de López Obrador, el candidato ganador, para brindar por su triunfo y agradecer el apoyo que le habían brindado, de Televisión Azteca, Ricardo Salinas Pliego; de Televisa, Bernardo Gómez; de Grupo Imagen, Olegario Vázquez Aldir, lo acompañaban dos hombres de su absoluta confianza, Alfonso Romo, según las propias palabras de AMLO, beneficiario del FOBAPROA, y Julio Scherer, quien sería su consejero jurídico al inicio de su administración, ni más ni menos que un festejo de aliados, de ello ya no existe ninguna duda.

Después de este proceso, donde claramente se observa que entregaron el poder a quien hoy simulan combatir, ¿cómo rayos, la burocracia de los partidos tradicionales, piensan que alguien les va a creer?, pero peor, ¿Cómo se atreven a intentar una alianza total de oposición?, cuando ellos no lo son, porque es evidente que son unos paleros y complices del régimen, en el discurso son muy escandalosos, pero, en las votaciones fundamentales en el congreso siguen siendo levanta dedos.

Una prueba irrefutable de tales complicidades y acuerdos, es la impunidad, por ejemplo de Peña Nieto, para quien en campaña, una oposición rijosa pedía juicio político, pero una vez que llegaron al poder nada hicieron a sabiendas de que, El Juicio Político, debería darse durante el transcurso de su encargo o comisión o dentro de un año después de la conclusión de sus funciones, han pasado tres años sin mover un dedo en contra del que fuera titular del sexenio más corrupto de la historia, si eso no es complicidad y si eso no es parte de un pacto y componendas del sistema, ¿Qué rayos es?

 

 

JORGE MARIN BARRAGAN          Orizaba, Ver. A 20 de diciembre de 2021.