¿Otros datos?.

No puede haber una sociedad floreciente y feliz

 cuando la mayor parte de sus miembros son pobres y desdichados.

Adam Smith

 

El más reciente informe del CONEVAL sobre la pobreza, entrega datos y estadísticas que confrontan los “otros datos” que, si bien nunca se presentan oficialmente, buscan alentar la fe que mira un mundo más allá del que la dura realidad nos presenta, datos que suponen el éxito de las políticas sociales enmarcadas en los apoyos y becas que se entregan.

El procesamiento de los datos que presenta el CONEVAL, tienen como base la Encuesta Nacional de Ingresos y Gastos de los Hogares realizada por el INEGI en el segundo semestre del 2020, primer año de la pandemia, con todo lo que ello significó de impactos económicos.

Los incrementos en todos los indicadores de pobreza por ingresos son duros.

Se registra un aumento en la línea inferior en pobreza extrema de 3.2% entre 2018 y 2020, al pasar de 14.0% a 17% y de 8.7 a 10.8 millones de mexicanos respectivamente. En población en situación de pobreza pasamos de 41.9% a 43.9% y en millones de personas de 51.9 a 55.7 respectivamente.

En cuanto a la línea de pobreza por ingresos, es contundente el aumento en 2.9%, pasando de 49.9% a 52.8% y en millones de personas se incrementó de 61.8 a 66.9 mexicanos.

También se incrementó el rezago educativo al pasar del 19% en 2018 al 19.2% en 2020, es decir, 900 mil mexicanos más.

Pero el nivel de catástrofe se muestra en el incremento en la cantidad de personas con carencia al acceso a los servicios de salud al pasar en dos años del 16.2% al 28.2% y en millones de personas de 20.1 a 35.7 entre 2018 y 2020.

En la entidad veracruzana los datos son aún más dolorosos. Más del 64% de los veracruzanos no tuvo ingresos suficientes para comprar la canasta básica en los últimos dos años, es decir más de 5 millones de los habitantes de nuestro estado. Y la carencia de acceso a servicios de salud se duplicó, superando el 30% de los veracruzanos.

Ciertamente que, por más duro que sean los resultados, el informe presentado por un organismo oficial merece un mejor trato que la inmediata descalificación. En el ejercicio de gobierno y la definición de políticas públicas, la cerrazón nunca será buena consejera. Manifestar de manera recurrente que todo lo distinto o contrario a mi postura, como en el caso del informe del CONEVAL, es un ataque deliberado contra el actual gobierno y lo que quiere presentarse como la transformación, es una posición desafortunada que reduce las posibilidades de abordar las áreas de oportunidad para reflexionar y tomar mejores decisiones.

Son ya demasiados los frentes donde el debate responsable debe superar a la intransigencia irresponsable. Las condiciones de vida de millones en relación con sus posibilidades de ingresos, de comida, salud o educación no deben ser negadas con “otros datos” y enviadas a la discusión sobre la fe, la espiritualidad o la obediencia ciega a un proyecto político.

Es urgente entender que algo o mucho de lo que se está realizando, o no, conlleva al incremento de las debilidades mostradas en el informe del CONEVAL y que por lo tanto, es necesario hacer un alto real y serio en el camino para mirar a la cara a la realidad, que merece ser enfrentada con algo más que la necedad como himno.

LA BITÁCORA DE LA TÍA QUETA

Penosa situación nacional, el periodismo bajo asedio.