*Pero AMLO solo exige perdón o disculpa de los ibéricos
*¿Y pedirán perdón a Austria por crimen de Maximiliano?
A LO largo de su historia, México ha enfrentado algunas invasiones extranjeras, y no solo aquella que escenificaron de 1519 a 1521 los llamados conquistadores españoles encabezados por Hernán Cortés de Monroy y Pizarro, autoproclamado gobernador de la Nueva España, y que se prolongó hasta el 24 de agosto de 1821, cuando fueron firmados los Tratados de Córdoba, pacto con el que la Nueva España sello su independencia después de 10 años de lucha. Sin duda, Cortés tenía como objetivo dominar el territorio, algo que logró (aclaramos por aquello de la pausa con el reino de Felipe Juan Pablo Alfonso de Todos los Santos de Borbón y Grecia -Felipe Vl-), con la ayuda de pueblos indígenas que estaban cansados de ser dominados por el imperio mexica. Porque la conquista de la gran Tenochtitlán no la perpetraron únicamente los emisarios del reino de Castilla –que no España que entonces no existía, como pretende hacerlo ver, erróneamente, el Presidente Andrés Manuel López Obrador-, sino, también, por la traición de los propios pueblos originarios a sus hermanos, algo que parece ser el sino de esta Nación, todavía, gobernada por Andrés Manuel López Obrador. Ciertamente, la dominación de los españoles duró 300 años, de 1521 a 1821, pero en ese tiempo no todo fue saqueo o represión, sino que gracias a esa invasión –como responde el Gobierno Español-, México jamás fue una colonia sino un virreinato y muy avanzado para su tiempo. Como ejemplo: La Universidad de México se fundó en 1551, casi un siglo antes que la primera universidad de Estados Unidos. España también fundó la primera universidad de América (Santo Domingo, 1538) y la primera universidad de Asia (San Ignacio en Manila, 1590), así como docenas de universidades por todo el continente donde podían estudiar tanto españoles como indígenas sin distinción. Paralelamente, México tiene ahora una religión, una Constitución, porque no es secreto que nuestra Carta Magna está inspirada en la de Cádiz que dejó su impronta en el constitucionalismo mexicano, se construyeron inmuebles que a la fecha perduran, calzadas bien diseñadas y se aprendió un lenguaje que es universal casi en toda América. Después de la emancipación del País europeo, México fue un país inestable y con muchos conflictos internos y externos, además, con un gran territorio, pero económicamente destruido, tras los 10 años de guerra que fue lo que duró la Independencia, lo que desembocaron en otras invasiones extranjeras. Cabe aclarar que, tras la Independencia de México, España trató de volver a tener el dominio del país, sin éxito. Ese hecho se conoce como la Expedición de Barradas, y fue el último conato. La intentona perpetrada por Isidro Barradas, brigadier de la Armada Española, sucedió cerca de la ciudad de Tampico, Tamaulipas, procedente de La Habana, Cuba, el 26 de julio de 1829, y culminó el 9 de septiembre de ese año, con la Batalla de Pueblo Viejo.
DESPUES DE aquello, el 16 de abril de 1838, el Ejército francés invadió por primera vez México con el inicio de la conocida Guerra de los Pasteles. Y es que, tras la firma de Independencia de México, varios ciudadanos franceses residentes en la Ciudad de México, entre ellos un pastelero de apellido Remontel (de ahí el nombre del conflicto), reclamaron reparaciones por daños sufridos en su local por parte de oficiales mexicanos en 1828. Ante ello, en 1837, el Ministro de Relaciones, Luis G. Cuevas, afirmó que “el Gobierno no encuentra obligación para hacer indemnizaciones, cuando se reclaman por pérdidas a consecuencia de un movimiento revolucionario. Por estas declaraciones, el 16 de abril de 1838 fondeó ante Veracruz una Escuadra de la Marina Real Francesa. Los franceses abrieron fuego el 27 de noviembre de ese año, hacia la fortaleza de San Juan de Ulúa, en Veracruz. El 9 de marzo de 1839 se firmó en Veracruz el Tratado de Paz entre México y Francia. En éste, el gobierno mexicano se comprometió a pagar 600 mil pesos de indemnización para los residentes franceses.
PERO NO fue la única intervención, pues luego de aquello se suscitó otra de Estados Unidos que invadió y se adueñó de gran parte del territorio mexicano. La Guerra entre Estados Unidos y México ocurrió entre 1846 y 1848, y ha sido el conflicto más grave sucedido entre el vecino País del norte y el nuestro. El resultado de esta guerra para México sería desastroso, pues pocos años después de alcanzar la Independencia de España, y cuando apenas se consolidaba como nación, perdió más de la mitad de su territorio. Por su parte, Estados Unidos, en plena expansión territorial y con un ejército bien armado, amplió sus fronteras hacia el sur e inició con ello su consolidación como potencia continental. La nueva guerra tuvo como fin de Estados Unidos expandir su territorio. La anexión de Texas a Estados Unidos en 1845 que México nunca reconoció, abrió el mayor conflicto que han tenido ambos países en su historia. Washington inició campañas militares en Nuevo México, California, Texas, Nuevo León, Coahuila y Chihuahua. El presidente de Estados Unidos, James Polk, declaró la guerra a México el 13 de mayo de 1846. Y aunque las negociaciones para la paz iniciaron en enero de 1848, lo cierto es que México perdió 2.4 millones de kilómetros cuadrados, más de la mitad del territorio que lo conformaba.
PERO HUBO una segunda intervención francesa luego de la Guerra de Reforma, también conocida como Guerra de los Tres Años, de 1857 a 1860, cuando el presidente Benito Juárez declaró la moratoria de la deuda externa a España, Inglaterra y Francia, algo que no pareció a los europeos, que mandaron tropas cerca de México, amenazando con atacar. Juárez, al ver el peligro, se retractó y España e Inglaterra retiraron a sus tropas, sin embargo, Francia vio una oportunidad para dominar el territorio. Debido a esto, invadió a México, lo que desembocaría en el Segundo Imperio que ha tenido el País: el de Maximiliano de Habsburgo y su esposa Carlota, el cual duró cuatro años, de 1863 a 1867. La invasión, al igual que las anteriores, produjeron infinidad de mexicanos muertos, además de saqueos, pero, que se sepa, el Presidente Andrés Manuel López nunca exigió una disculpa o perdón a Estados Unidos y Francia, como tampoco demandó la devolución de la mitad del territorio que nos quitaron los vecinos.
TAMPOCO EXIGIO a EU que se disculpara por el ataque de aquella nación perpetrada en plena Revolución Mexicana, concretamente, el 21 de abril de 1914 al puerto de Veracruz. Esta esta vez la invasión fue con la intensión de intervenir en asuntos políticos de un México dividido por la Guerra Civil. El pretexto fue la negativa de Victoriano Huerta de aceptar una exigencia de desagravio, izando la bandera de aquel país. No hubo una declaración de guerra, y el almirante Fletcher encabezó el bombardeo y la invasión, y aunque se retiraron el 23 de noviembre de ese año, hubo infinidad de muertos mexicanos y saqueo.
Y UNO se pregunta: ¿Por qué AMLO solo exige una disculpa pública a España por la conquista (cuando esa disculpa quedo escrita en 1839, cuando las más altas autoridades de México y España firmaron un tratado de paz y amistad jurando olvidar para siempre cualquier rencilla entre ambos países. El Presidente, sin embargo, soslaya a Francia y Estados Unidos que, también, fueron invasores y saqueadores? Y no solo eso:¿Por qué el Presidente López Obrador no ha pedido perdón, a nombre del ex presidente Benito Juárez, al pueblo Austriaco por el asesinato de Fernando Maximiliano de Habsburgo nacido en Viena, Austria, el 6 de julio de 1832 y fusilado el 19 junio de 1867, en el Cerro de las Campanas, Querétaro, por órdenes del llamado Benemérito de las Américas (distinción que le tocaría a Porfirio Díaz y no a Juárez, ya que fue este quien derrotó a los galos invasores e impidió su avance hacia territorio de América Central e, incluso, a EU). Como sea, AMLO solo exige el perdón español y no de los otros invasores por alguna razón que no se sabe, pero que, seguramente, emergerá, salvo que fuera la expropiación de bienes ibéricos en territorio nacional. Lo peor es que a Claudia Sheinbaum ya la metió en un brete que, invariablemente, traerá consecuencias. OPINA [email protected]