“11 de diciembre día internacional del tango.”
Mtro. José Miguel Naranjo Ramírez.
Cada año celebramos el 11 de diciembre como el día mundial del tango, celebración que se lleva a cabo desde el año 1977. En más de diez años se ha escrito sobre tangos, personajes, historias del tango, dramas, películas, libros; allí han estado Gardel, Le Pera, Discépolo, Contursi, Villoldo, Troilo, Piazzola, Sareli; en 1917 vivimos nuestra “noche triste” y en ese mismo año cómo disfrutamos “la cumparsita”, también escuchamos cantar a Gardel horas antes de su trágica muerte el tango “tomo y obligo”, nos caló hondo el melancólico sonido del bandoneón y en nuestras noches amargas con “su voz enronquecida” aumentó nuestro “berretín”. Cuando alguna penuria nos apremió cantamos con cierto dejo de coraje “cuesta abajo” y al ver a nuestros amigos partir los despedimos con el clásico “adiós muchachos” y, al final, el natural paso del tiempo nos provoca “nostalgias”, más, a pesar de los pesares siempre queremos “volver” y, de hecho, nuestra naturaleza está predestinada mientras el tiempo no se acabe a volver para continuar cantando, tangueando, berreando, encaprichándonos, quejándonos, pleiteando, amando, apasionándonos, porque la vida es un verdadero tango, es decir, un cúmulo de vivencias, aciertos, errores, amores y desamores, la vida es un instante de pasión y una eternidad de dudas, pero la propia duda nos da una certeza, ¿cuál?, que mientras dudemos podemos seguir tangueando, sigamos haciéndolo.
Muchos tangos clásicos nacieron por la genialidad de su creador y por las circunstancias en que el creador vivió. En “Yira, Yira”, Discépolo en 1929 le gritaba al mundo que todo era mentira, que nada era amor, que al mundo nada le importaba…y nos preparaba para reconocer que, aunque tuviéramos dolor, no esperáramos nunca una ayuda, ni un favor, ni una mano, ni nada. Allá por 1934-35 compuso: “Cambalache”. Discépolo lo arranca diciéndonos: “Que el mundo fue y será una porquería ya lo sé”. El mundo de entonces reaccionó y trató al creador de pesimista, amargado, malhumorado… pero, Discépolo se sentía sólo, veía a un mundo ensangrentado, deshumanizado, cruel, bárbaro, y, finalmente, como todo poeta que vaticina ya nos anunciaba que la porquería del mundo había sido en el 506 y sería en el 2000 también. Sesenta y cinco años pasaron y llegamos al 2000, el tiempo de nosotros, nuestra era, si queremos responderle a Discépolo, ¿qué tendríamos que decirle?, ¿acaso se equivocó? O podemos elegir otra opción, actualizar cambalache, esto implica narrar nuestro propio tango partiendo de esa mezcolanza confusa, esa mezcla de todo lo bueno y lo malo donde casi nada se salva, porque vivimos en un mismo lodo todos manoseaos.
Discépolo decía: “Hoy resulta que es lo mismo ser derecho que traidor, ignorante, sabio o chorro, pretencioso estafador. Todo es igual, nada es mejor, lo mismo un burro que un gran profesor.”
Nada ha cambiado, todo ha empeorado. Hoy el populista no es un vil hablador, ni farsante, ni estafador, al contrario, se ha convertido en un “gran predicador”. Ya no hay variedades, ni pluralidades, ni diversidades. El populista es el gran señorón. Su palabra es la ley y si alguien se opone con la ley, lo único que sobrevive es su palabra. Luego entonces, todo da igual, nada es mejor, el populista es el gran señorón. En un mundo civilizado sería solo un vil ladrón.
Discépolo cantaba: “¡Qué falta de respeto, qué atropello a la razón! Cualquiera es un señor, cualquiera es un ladrón. Mezcla’o con Toscanini va Escarfaso y Napoleón, Don Bosco y La Mignón, Carnera y San Martín.”
Me pregunto: ¿Alguien tiene respeto a la razón? ¡Bueno! Podemos decir Erasmianamente que lo que hoy gobierna es la estulticia, la sinrazón, la locura y la estupidez. “Dale nomás, dale que va” …ahí tenemos a “lord molécula” todos los días en la emisión, que gran “camaleón”, que gran “soplón”, en un mundo civilizado no sería más que un tremendo “cachivache”, pero no, aquí en su mundo es otro gran señorón. Y ahí va revuelto lord molécula junto a samuelín, payasín, broncolín, canallín, dantín, alitín, puerquín, y como el pasado se mezcla con el presente o los del presente pretenden justificase y engrandecerse con los del pasado, ahí va camina todo jorobado y cansado el eminente Juárez, los dignos Flores Magón, el inocente espiritista Madero, e incluso, el delincuente de Villa marcha orgulloso y engreído porque los ladrones del presente quieren legitimar a los ladrones del pasado y, en general, poner a todos en el mismo estrado.
Discépolo gritaba: “Siglo veinte, cambalache problemático y febril. El que no llora no mama y el que no afana es un gil.”
Siglo XXI incivilizado, autoritario, populista y fascista. Sea de izquierda o de derecha, del centro o de la chingada. Cuba está igual, Nicaragua cada día peor. En la Argentina huele a azufre. En Venezuela se está acabando la gasolina…en México vivimos en una farsa y habrá que elegir-vivir en algún circulo del infierno, pero estamos años luz de llegar a algún pequeño paraíso. Así que por eso la mayoría cree que el que no afana es un gil; “dale nomas, dale que va, Que a nadie importa si naciste honra’o.”
Discépolo concluye: “Si es lo mismo el que labura, noche y día como un buey, que el que vive de las minas, que el que mata, que el que cura o está fuera de la ley.”
A pesar de que seguimos cantando y bailando el mismo tango, la fe y la esperanza nunca deben perderse. Si bien la vida nos presenta momentos difíciles y la forma de organizarnos como naciones todavía nos la complica más, aun así, la vida es una oportunidad para disfrutar, amar, querer, soñar, cantar. Puede ser que en momentos los desánimos, los desalientos, no hagan sentir que la vida no vale nada, empero, realmente vale mucho, es lo único real que tenemos y aunque vivamos revolcaos en un mismo lodo, tratemos de no enlodarnos tanto y comprender, sobre todo, reconocer, que vale más cantar un buen tango que amargarnos la vida…Dale nomás, que si importa si naciste honra’o.
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