Nahle, Veracruz 2024

’23/11/2024’
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¡Adelantos e imprudencias del Peje!

Tampoco hay que ser tan avezado para intuir que entre Claudia Sheimbaum y Marcelo Ebrard está la decisión rumbo a la sucesión presidencial, ni que Rocío Nahle, quedó colocada en línea para alcanzar la gubernatura de Veracruz, en el 2024.

Imposible superar a los cinco destapados por López Obrador ayer en los próximos 30 meses, antes de que se expida la Convocatoria partidista para contender por la Presidencia de la República.

Estar, sin embargo, incluida en una terna presidencial le da a la zacatecana, actual Secretaria de Energía, derecho a un boleto menor de juego.

Aquí el problema son las circunstancias –así es la política- que habrán de rodear al 2024 en donde no habrá Peje, ni la 4T se presentará el bloque, habrá nueva baraja de aspirantes opositores que irán con todo y que para esa víspera será un hecho el decantamiento y división  de Morena, factores claves para los definir los nuevos rumbos de la sucesión gubernamental.

Hoy, por lo pronto, así está el tablero.

Dante Delgado anda con un fuerte apetito presidencial, Ricardo Monreal no está conforme al ser excluido y luchará por el piso parejo,  Ricardo Anaya la quiere de nuevo a pesar de que el dirigente nacional panista Marco Cortés, ayer destapó a Mauricio Vila, también para la presidencial y hay quien sueña, como Manlio Fabio Beltrones en alcanzar la silla del águila en el 2024 bajo las siglas del PRI.

Toda una feria en la cual, a nivel estatal, no se descartan Ricardo Ahued, el mejor posicionado de morena, Pepe Yunes, el único diputado federal con merecimientos del PRI y Paty Lobeira, que no su esposo, el hijo de Yunes Linares, para alcanzar la gubernatura a la vuelta de tres años.

¿Rocío en punta?

Tal vez si, tal vez no. Rocío Nahle está muy cerca del corazón presidencial, pero muy lejos del veracruzano por ser zacatecana. Carga con un ominoso pasado de corruptelas sindicales en PEMEX al lado de su esposo y será muy, pero muy complicado que saque adelante el proyecto de Dos Bocas debido a que prometió al presidente algo que técnicamente será imposible de cumplir.

Rocío Nahle está en el ánimo ahorita tras colgarse el triunfo veracruzano del carro completo en Veracruz el pasado 6 de junio apartando de manera por demás abusiva el trabajo de los reales operadores de Morena –Manuel Huerta y Eric Cisneros-.

Manipuló a su antojo al manipulable Cuitláhuac García y corrompió a las autoridades electorales y a partidos políticos, pero en política no hay triunfos perenes. Mañana, con nuevos compromisos electorales encima nuevas cosas y decisiones suceden.

La propia Nahle muy seguramente se despertó está mañana no sintiéndose gobernadora de Veracruz, eso ya lo tenía desde endenantes. No, amaneció imaginándose como la huésped de Palacio Nacional 2024-2030.

Los tiempos y habrá que insistir las circunstancias, sin embargo, cambian.

Morena está en el clímax del poder que no es lo mismo que del ánimo ciudadano aun mareado y sin entender cómo fue que se gestó de manera tan precisa la elección de estado, el robo electoral, el triunfo sin que nadie, absolutamente nadie de los morenos, hicieran campaña.

En Veracruz, al igual que en todo el país, el 2024 está a la vuelta de la esquina y el que López Obrador haya adelantado el proceso sucesorio no quiere decir que victoria cantada es victoria legítima.

Vamos a ver primero que dicen los cárteles delincuenciales, luego los aspiracionistas y más tarde, a nivel local, ver si los veracruzanos estamos dispuestos a corregir la Constitución para que Rocío Nahle sea la gobernadora que suceda al fracasado Cuitláhuac.

Todo es cuestión de tiempo.

Tiempo al tiempo.      

 

*Premio Nacional de Periodismo