* Sesión de cinismo político * No bajaban de represor y estúpido a Cuitláhuac * Cómplices del narco, les decía el gobernador * Y a tragar sapos todos * Rosario Ibarra: su tragedia se volvió una gesta * Cancelan publicidad si apoyan a Gutierritos * Director de Catastro, un cero a la izquierda con la venia de Nahle
MUSSIO CÁRDENAS ARELLANO
Publicada en mussiocardenas.com
20 de abril de 2022
Un pestañeo les basta. Hoy, los Yunes seducen a Cuitláhuac y Cuitláhuac les roba el corazón, olvidando mentadas, agravios y amenazas; ocultando que el gobernador les dijo aliados del narco; ellos llamándole “estúpido”, y al presidente López Obrador “loco, corrupto, viejo guango y vividor”.
Tanto odio para terminar apareados.
Un pestañeo y arranca el show. El yunismo se arrastra, rendido al verdugo que lo echó del poder, y el gobernador se disfraza, se maquilla, tragándose la hiel que lo llevó a decir que los Yunes azules fueron “leña del árbol caído” de la que no quiso cortar.
Un pestañeo y el descaro cunde. Un coloquio de aplausos y sonrisas, elogios que surgen de los labios de la vedette que reprime a Veracruz, coqueteándole a la facción del panismo a la que antes acusó de un fraude por mil 100 millones de pesos con el sistema de videovigilancia para tareas de seguridad pública, implicando al ex gobernador Miguel Ángel Yunes Linares en una denuncia que yace aún en los archivos de la Fiscalía General de la República.
Y les endilga haber usado “aviadores” incrustados en la nómina del Instituto Veracruzano para la Educación de los Adultos en la campaña de Miguel Ángel Yunes Márquez a la gubernatura, en 2018.
E imputándoles ser lo mismo que Javier Duarte.
Y de violar la normatividad para erigir un adefesio modernista en el centro histórico de Veracruz, la Torre Centro, cuyo responsable de obra resultó ser el alcalde suplente, macoya de Fernando Yunes Márquez, hijo de Miyuli, hermano de Chiquiyunes y cuñado de la presidenta municipal, Patricia Lobeira Rodríguez, alias Paty Yu. O sea, los que se enriquecen al amparo del poder.
Y Paty Yu ahí, deglutiendo los primeros sapos —¿y ella por qué si el pleito no es suyo?—, con su estampa de niña bien, su atuendo impecable, eso sí muy educada, hasta con maestría, pero políticamente doblegada, a la que sólo le queda repetir el guión, agradeciendo la invitación del gobierno de Veracruz a la entrega de proyectos productivos y apoyos a la comunidad de Vargas, congregación del mítico puerto. “Necesitamos estar bien coordinados los tres órdenes de gobierno”, apuntó Paty Yu tendiendo el puente de plata.
Tanto odio para terminar apareados.
Sesión de cinismo de alto nivel en Vargas, viendo a Cuitláhuac García tragar los siguientes sapos, saborearlos, mientras los humores que destila, su tirria al yunismo, el acérrimo y odiado enemigo, se disipan para dar un paso atrás.
Aquella escena es de psiquiatras. Si no fuera cinismo político sería mal demencial.
Cuitláhuac aplaude. Paty Lobeira sonríe. Alza el brazo. Saluda. Se complace. Y el verdugo le estrecha la mano para luego refrendar que por el bien de los veracruzanos van a trabajar. A saborear el sapo gourmet.
“Me da gusto que ‘háyamos’ (sic y recontra sic) coincidido aquí con la licenciada Patricia Lobeira. Le agradezco la bienvenida, la cordialidad y la disposición, porque vamos a seguir trabajando juntos en beneficio del puerto de Veracruz”, expresó la vedette.
El yunismo del primer círculo lo celebra. “Cuitláhuac dobló las manitas”.
El yunismo de a pie se mueve entre el azoro, la frustración y el malestar, sin poderlo creer.
Y el antiyunismo, los del Chapito Guzmán Avilés, los de Serralde, los de Julen Rementería, a los que los Yunes azules acusaban de estar postrados a los pies de Morena, ese antiyunismo ríe a placer.
Los agravios marcan la historia entre Morena y los Yunes azules. Vienen desde 2016 cuando Javier Duarte gobernaba Veracruz, y vio a Héctor Yunes Landa, candidato del PRI, sin fuerza para ganar la elección a gobernador y movió la maquinaria a favor del morenista Cuitláhuac García.
Nada funcionó. Ni el pacto López Obrador-Javier Duarte ni las alianzas del Peje con corrientes priistas, el marcelismo, el fidelismo, las rémoras del viejo PRI, ni los arreglos con el panismo afín a Víctor Serralde y a Gerardo Buganza. Miguel Ángel Yunes Linares los derrotó.
En 2018, la guerra siguió. El 9 de enero, Yunes Linares anunció que demostraría cómo Javier Duarte subsidiaba a Andrés Manuel López Obrador. “Javier Duarte lo mantenía; que le daba dinero a él y a sus achichincles para sus campañas. Le voy a demostrar que es un corrupto, que tiene prestanombres, que tiene ranchos en Chiapas y en Tabasco”.
Y le soltó una que le ardió a Andrés Manuel: “Está loco, es un corrupto y un vividor del sistema”. Lo suyo, dijo, es agarrar un micrófono y decir barbaridad y media. “¿En qué trabaja López Obrador? Veanlo todo gordo, come todo el día. Véanlo, no trabaja”.
Y agregó:
“Este tipo es loco porque propone para resolver el problema de inseguridad liberar a todos los reos, que salgan de la cárcel todos, obviamente que salga Duarte, que es su cómplice. Y propone también perdonar a todos los delincuentes, a los que hoy están asesinando, secuestrando, cometiendo feminicidios”.
Ya como gobernador, Cuitláhuac se agazapó y no evitó que Flavino Ríos, Mauricio Audirac, Arturo Bermúdez, Francisco Valencia, Gina Domínguez, Luis Ángel Bravo Contreras y sus subalternos y adláteres dejaran las cárceles, cumpliendo el pacto de impunidad.
Y también acusó a Yunes Linares de fraude por mil 100 millones de pesos con el sistema de videovigilancia para las tareas de la Secretaría de Seguridad Pública de Veracruz.
El 8 de septiembre de 2019, el gobernador advirtió que en la campaña a gobernador Miguel Ángel Yunes Márquez usó a 400 “aviadores” adscritos a la nómina del Instituto Veracruzano para la Educación de los Adultos, empleados que cobraban, no trabajaban y se dedicaban a la operación electoral.
Fernando Yunes Márquez, hermano de Chiquiyunes, cuñado de Paty Yu, también terció. El 10 de marzo de 2021, al señalamiento del gobernador de que su suegra se saltó la fila que esperaba recibir la vacuna contra el coronavirus, le respondió con dos epítetos: cobarde y estúpido.
Mes y medio después, el 26 de abril, ante los amagos de que le tumbarían la candidatura a alcalde de Veracruz por no ser originario del municipio ni acreditar residencia efectiva, Miguel Ángel Yunes Márquez acusó persecución política, espionaje y hostigamiento.
“Desde hace varios meses —apuntó— mi familia ha sido objeto de una persecución orquestada desde el gobierno del estado. A través de campañas de desprestigio y mentiras intentan intimidarnos con el objetivo de que nos vayamos del estado y dejemos la vida pública”.
Advertía una “estrategia de denuncias y órdenes de aprehensión” tendiente a encarcelarlo y echarlo de la elección por la alcaldía de Veracruz.
Chiquiyunes, al final, quedó fuera. El Tribunal Electoral de Veracruz, controlado por Cuitláhuac, lo declaró inelegible. Las salas regional y superior del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación confirmaron el fallo. Patricia Lobeira, su esposa, lo relevó en la candidatura. Sufrió la embestida de Morena, el asedio político, la maquinaria de poder, y no se quebró. Ganó en las urnas, en el órgano electoral y en los tribunales.
Meses después, Cuitláhuac volvía a la carga. Y López Obrador lo secundaba. Una mención del reyecito de palacio sirvió para cuestionar la legalidad de la Torre Centro, a medio construir en el área histórica de Veracruz, a espaldas del Edificio de Faros y de la estatua de Venustiano Carranza, que fuera sede de la Presidencia de México durante la Revolución.
Y ahora el show, los saludos, las sonrisas, los aplausos. Si no es teatro, es vodevil.
La obra tiene mil nombres: “Coman sapos y saboréenlos”, “El perfume de la hipocresía”, “Duelo de cínicos”, “La corrupción somos todos”, “El viejo no es tan guango”, “Cuitláhuac no es tan estúpido”, “Pactaron con el narco pero ahora me caen bien”, “Que regrese Winckler y lo hacemos fiscal”, “Me espías pero le aplaudes a mi esposa”, “Te denuncio pero te quiero”, “AMLO no está tan loco”, “Duarte sí lo mantenía, pero poquito”.
Tanto odio para terminar apareados.
Archivo muerto
Se le juzgue como sea, Rosario Ibarra hizo de su tragedia personal una gesta. Hurgó en calabozos y mazmorras, en archivos y en documentos clasificados, buscando con vehemencia saber de su hijo Jesús Piedra Ibarra. Nunca lo halló. Sabíase del activismo político de Jesús, su integración a grupos al margen de la ley, miembro de la Liga Comunista 23 de Septiembre, señalado de ser partícipe en secuestros, aprehendido tras el asesinato del policía Guillermo Villarreal Valdez, pero nada justificó nunca su desaparición forzada. Medio siglo demandó, exigió, imploró doña Rosario Ibarra de Piedra por el destino de Jesús, por su suerte, por su vida. Medio siglo increpando al poder, a Echeverría, López Portillo, De la Madrid, Salinas de Gortari, Zedillo, Fox, Calderón y Peña Nieto. Cifró su esperanza, su última esperanza, en López Obrador y así se extinguió. Fue diputada federal, senadora, candidata presidencial. Se le vio en la búsqueda del voto, bajo las siglas del Partido Revolucionario de los Trabajadores. Se unió a las protestas por el fraude electoral, en 1988, y desde entonces mantuvo una lucha intensa junto a Cuauhtémoc Cárdenas Solórzano y en menor medida al lado de Andrés Manuel López Obrador. Fue lideresa del Comité Eureka, la asociación desde la que organizó la demanda por la presentación en vida de los desaparecidos. Su ejemplo sirvió, motivó, alentó a muchas otras madres, hermanas, hijas que enfrentaron una tragedia similar del familiar desaparecido. El gobierno de López Obrador le concedió la medalla Belisario Domínguez, que doña Rosario declinó recibir personalmente. Decidió mantenerla bajo custodia del gobierno obradorista hasta que le fuera revelado el paradero de su hijo Jesús, sin que esto llegara a ocurrir. Este sábado 16, cuando contaba 95 años, su vida se apagó… Calambre al Clan de la Succión y anexas, a los medios, dueños de portales, opinadores, aplaudidores, que difunden las actividades del célebre Gutierritos. Revela José Pablo Robles en Diario del Istmo la instrucción del desgobernador Cuitláhuac García, vía su “vocero”, Joseph Iván Luna, que aquel medio que ande en la órbita del diputado Sergio Gutiérrez Luna, verá concluido el convenio de publicidad con el gobierno de Veracruz. Lo confirma el succionador mayor, a través de su máscara “Maquiavelo”, trasluciendo dos detalles: la relación con Rocío Nahle, secretaria de Energía y enemiga jurada de Gutierritos por la batalla por la candidatura de Morena al gobierno de Veracruz, anda en crisis, y el temor a que el cáustico Cuitláhuac lo deje sin el suculento chayote que le tira cada mes. Vil burlesque en el que se encueran todos: Nahle estancada y temiendo que Gutierritos le coma el mandado; Cuitláhuac García como harapiento empleado de la zacatecana, y los succionadores Robles intentando una revuelta de medios por la defensa de billete… de los Robles. Todos encuerados, todos exhibidos… Julio César Muñoz Perea es un cero a la izquierda. Nada sabe, nada entiende. Sólo tiene una virtud: se cobija en el regazo de Rocío Nahle. No sabe de valores catastrales, del valor de la tierra, de inmuebles, de cédulas, pero se agazapa en la sombra de la secretaria de Energía. Karlita Pérez dio la cara por Julio César Muñoz hasta que trascendió que ella era el poder tras el trono en la Dirección de Catastro Municipal de Coatzacoalcos y la pusieron en modo pausa. Muñoz Perea es producto del tráfico de influencias. Muñoz Perea es un feto del amiguismo. Su tía Silvina Perea es cuasi comadre de Rocío Nahle y por eso le aguantan su ignorancia, su indiferencia, que haya llegado de Guadalajara donde vegetaba plácidamente a asumir un cargo para el que no tiene capacidad. Karla fue enviada a otra área de trabajo, pero el que sigue ahí, haciendo trastupijes, es Juan Carlos Toscano Moya, el operador de trámites que a veces agiliza y otras los entorpece. Muy puro, Toscano ahora frena acciones que antes por un cómodo billete —5 mil, por ejemplo— solía realizar en tiempo récord. La podredumbre en Catastro Municipal marcha viento en popa, en plena Cuarta Transformación. Y en el vértice, el recomendado inútil de Rocío Nahle…