LOS QUE SE FUERON, PERO SUS LETRAS PERMANECEN CON NOSOTROS. (I)

“Dolores Castro Varela (1923-2022.)”

Mtro. José Miguel Naranjo Ramírez.

En el transcurso del 2022 fallecieron destacadísimos poetas mexicanos, mujeres y hombres que dejaron un enorme vacío con su partida física, pero un gran legado con sus letras. En este primer mes del 2023 recordaremos a cuatro connotados literatos e iniciamos con la extraordinaria poeta Dolores Castro. La poeta nació en Aguascalientes, Ags., 1923. Si pensamos en el año de su nacimiento fácilmente ubicaremos que vivió su niñez en un ambiente caótico postrevolucionario; la sangrienta guerra cristera, ni pensar en derechos básicos de la mujer como el derecho al voto, a la opinión pública, todo esto resulta importante tenerlo en cuenta porque con el paso de los años Dolores Castro se convirtió en una respetada y admirada literata, maestra, crítica literaria. En esta ocasión la recordaremos a través de su libro poético: “Sonar en el silencio.” Publicado por la Colección Biblioteca del ISSSTE en abril del 2000.

La poesía es un género exquisito que exige en el lector sensibilidad, atención. Dolores Castro en sus poemas nos provoca reflexiones profundas, sensaciones que al momento de la lectura no vislumbramos con claridad qué es lo que sentimos, pero algo sentimos. La poetisa aborda todo tipo de temas donde incluye sus visiones, emociones, y si bien, un poema puede representar un sentimiento muy personal del autor, si el poeta logra conectar profundamente con el lector es porque ha abordado un tema humano y con ello universal de forma susceptible, solo que la manera de comunicarlo es mediante la palabra fina, delicada, no rebuscada, empero, tampoco fácil y regalada, porque la poesía exige sinceridad, pero también finesa, delicadeza natural, en esencia, que el alma hable y exprese con palabras sus temores, certezas, dudas, grandezas, sueños…y es que de una manera u otra estamos inmersos, aunque no seamos poetas, en estas emociones humanas, porque somos un ser, y el ser piensa, siente, quiere, busca, se pregunta, duda, avanza, retorna, aquí les comparto el bello poema de Dolores Castro: “Ser y estar”.

“Es cosa dura ser.

Es doblarse, doblarse, doblarse

y sin embargo crecer.

¡Paso al sol, a los vientos,

a la epidérmica magulladura

y a la sed!

Y quede sólo una ternura grande

Como para entender.

Es cosa dura ser. Sí. Porque el ser sabe que dejará de ser, y esto por fuerte que seamos nos causa cierto vértigo. Dolores Castro se acerca a esta humana premonición con un poema titulado: “Fluir.

 

Fluir, volverse ajeno

sin arrojarse al mar de cada instante y poseerlo

en su profundidad

Recostarse en el parpadeo

y para huir del horror,

no mirar.

Sólo el mar vuelve una y otra vez

Fluir es no volverse

no ser siquiera estatua de sal

Fluir, volverse ajeno,

conocer la tierra de Irás

y no Volverás.”

Volverse ajeno, no por desinterés, sino por no esperar lo que no debemos esperar. Nada. La finitud la tenemos garantizada. Aun así, lo anterior no implica una renuncia total, solo renunciamos a lo inalcanzable, no obstante, mientras seamos un ser, es decir, mientras estemos, respiremos, olamos, oigamos, hablemos, estamos obligados a rebelarnos en vida ante la futura y segura caída. ¿Cómo me rebelo? ¿Qué tanto valor e importancia puede tener mi rebeldía? ¿Tendrá algún sentido? Creo firmemente que sí. ¿Por qué? Muy sencillo, ya estamos aquí, y algo tenemos que hacer, no tenemos opción, y mejor es vivir rebelándonos. La rebelión puede ser un genuino amor ante la vida, pero no esa vida que nos quieren imponer, decretar, me refiero a una vida más pura, más profunda, y puede ser que hasta más sencilla, y, por lo mismo, más difícil de alcanzar, aquí les comparto el hermoso poema de la poetisa nombrado: “Sequía”.

En espera, tendida como yerba

que apresura su flor en la sequía,

oigo el viento quebrado,

el espiral, la seña.

Quiero decir ahora

que yo amo la vida:

que si me voy sin flor

que si no he dado fruto en la sequía,

no es por falta de amor.

Quiero decir que he amado

Los días de sol, las noches,

Los árboles, el viento, la llovizna.”

Hasta aquí parte de los poemas del libro: “Sonar en el silencio” de Dolores Castro, mujer que sonó en silencio, pero que su silencio sigue haciendo eco en sus lectores.

 

 

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