*No basta pregonar ser austeros es necesario profesarlo
*Casa del bienestar contradice austeridad republicana
EL 11 de Octubre del año pasado, luego de que Emilio Lozoya Austin fue visto cenando en el sofisticado restaurante Chino Hunan de Lomas de Chapultepec a pesar de enfrentar dos procesos judiciales por presunta corrupción, el presidente Andrés Manuel López Obrador calificó esa acción de inmoral y provocadora. “Creo que es legal, pero inmoral el que se den estas cosas. Es una imprudencia, para decir lo menos, un acto de provocación porque este señor fue director de Pemex y está como testigo protegido, le llaman de otra manera, pero eso es”, pronunció en la mañanera. Ante tal situación, el titular del Ejecutivo Federal pidió que la Fiscalía General de la República (FGR) informara sobre los avances del caso. “Ojalá que la fiscalía informe sobre este asunto. Tengo confianza en el fiscal, que se haga justicia. Desde luego que, también como todos los mexicanos, y además como lo exige la ley, tiene que haber justicia pronta y expedita”. El 3 de Diciembre de ese año, un juez envió al poderoso exdirector de Petróleos Mexicanos a la cárcel mientras se resuelve el caso de los sobornos de Odebrecht, emblema en la lucha contra la impunidad y la corrupción en México. Aquel día, acompañado de sus abogados, Lozoya bajó de una furgoneta negra y avanzó entre micrófonos y gritos. A los pocos pasos tropezó con un cable y cruzó la puerta del penal trastabillando pero sin soltar un maletín de cuero negro, un presagio de las malas noticias que le aguardaban dentro de la sala. En principio, Lozoya acudía confiado ante el juez para pedir una nueva ampliación del plazo de la interminable fase de investigación. Pero en medio de una creciente sombra de impunidad, las polémicas fotos cenando tranquilamente con unos amigos en un restaurante de lujo desencadenaron el inesperado giro que llevó a Lozoya a prisión mientras se resuelve su caso. Detenido a principios del año pasado en una urbanización de lujo en España, tras su extradición a México fue imputado de los delitos de lavado, asociación criminal y cohecho por al menos 10 millones de dólares, pero se salvó de ir a prisión al acogerse a la figura de testigo protegido, pero perdió la modestia y discreción que debía guardar y cayó en desgracia.
AHORA BIEN, José Ramón López Beltrán, el hijo mayor del Presidente Andrés Manuel López Obrador (AMLO), ha estado en los últimos días en medio de la polémica debido a un reportaje que reveló las lujosas propiedades donde vivía junto con su pareja Carolyn Adams, en Texas, Estados Unidos, sobre todo la que se ubica en el 1003 de la calle Oakland Ln, en el territorio de Conroe, y fue de tal magnitud el impacto que miles de usuarios en redes sociales descalificaron el accionar del primogénito del mandatario Federal que se autodefine paladín en la lucha contra la corrupción, aunque, por supuesto, los aliados de la Cuarta Transformación (como solían hacerlo los del PRI y PAN) hicieron lo propio y defendieron a capa y espada el tema. La lujosa residencia con alberca de 23 metros de larga, cuyo propietario solía ser Baker Hughes, una de las compañías petroleras más grandes del mundo que mantiene relaciones comerciales con el gobierno mexicano, fue bautizada como “La Mansión del Bienestar”, en alusión a los programas sociales de AMLO, aunque, también se le conoce como la “casa de los austeros”, pues uno de los principales aspectos que se le criticó a José Ramón fue el contrariar la austeridad republicana que tanto han pregonado él y el mandatario federal durante los tres años que van del sexenio. Los usuarios llegaron a chacotear con el tema, preguntando si “¿ésta también se rifará para comprar medicinas?”; “Por el bien de todos primero los pobres”; “A cuánto cuestan los chocolates seño????”; “Se quejaban de la “corrupción” y resultaron peores. Los chairos be like”; “Me dieron arroz con gorgojo y atole con el dedo, de en medio y con kaka”; “deberían fumigar esta casa, vive pura rata!”, y en ese tenor citaron algunos de los mensajes colocados.
LOS SEÑALAMIENTOS fueron de tal magnitud, que el Presidente dio esta semana una salida simplista al tema, tal como se esperaba, respondiendo sin inmutarse: “en el caso del matrimonio de mi hijo con Carolyn Adams está complicado meterse, porque al parecer la señora tiene dinero y no tiene nada que ver con el gobierno”, y acto seguido dejó en claro que “en este gobierno no tienen influencia mis hijos, no se le da contrato a ningún recomendado” (aunque al decirlo está aceptando que si tienen influencia, pues de entrada descalifica que pudiera existir algún delito, cuando tendría que ser la autoridad correspondiente quien lo dijera). Pero AMLO, haciéndose el mártir, se equiparó otra vez al apóstol de la revolución Francisco I Madero, porque “la prensa lo acabó” y “hay que resistir”. Pero no solo eso, acusó a su antigua aliada y admirada –ahora su adversaria- Carmen Aristegui de querer comparar el caso de la casa de su hijo mayor en Houston, con la Casa Blanca de Peña Nieto, y acto seguido se le fue encima a Carlos Loret de Mola: “es un golpeador, mercenario y sin principios”, dijo López Obrador en medio de las agresiones que siguen sufriendo los comunicadores en su gobierno, con cuatro asesinados y dos atentados –uno de estos un periodista indígenas en Oaxaca y el otro en el peligroso estado de Quintana Roo-.
Y ACEPTANDO sin conceder que su hijo es una guapura, que las trae muertas a todas y que por ello se casó con una millonaria que lo mantiene –porque, que se sepa. José Ramón López Beltrán no trabaja en nada-, ¿que acaso ser mantenido por una mujer no es inmoral y provocador, además de imprudente, como dijo AMLO de Lozoya Austin en su momento?. Y es que de acuerdo con la definición de la Real Academia de la Lengua, explotador, proxeneta o padrote…así es como llamamos en México a los explotadores de mujeres, algo que resulta inmoral, aun en una sociedad con igualdad de género, donde el proveedor del hogar debe ser, sin duda, el varón.
QUIZA NO es ilegal que José Ramón López Beltrán viva de la fortuna de su esposa o a expensas de esta, e incluso se lleve de vacaciones casi permanentes al menor de los hijos del Presidente como se observa en videos, sin embargo, ¿que acaso esas conductas no contradicen a un mandatario que pregona casi ser la reencarnación de Fray Toribio de Benavente, mejor conocido como Motolinia, palabra de origen náhuatl que significa “el más pobre”?. Decía Felipe I de Castilla, llamado “el Hermoso”, duque titular de Borgoña -como Felipe IV-, Brabante, Limburgo y Luxemburgo, conde de Flandes y esposo de Juana I de Castilla, llamada “Juana la Loca”, reina de Castilla de 1504 a 1555, y de Aragón y Navarra desde 1516 hasta 1555 que: “no basta ser reina, hay que parecerlo”, y en este caso nos atreveríamos a citar: no basta parecer austeros, hay que serlo. Así las cosas. OPINA [email protected]