“El Samurái.”
Mtro. José Miguel Naranjo Ramírez.
Cada nación posee elementos que la distingue y le da identidad en todo el mundo. Si pensamos en la cultura latinoamericana muy difundida en el siglo XX nos encontramos con las imágenes del Charro mexicano, la música ranchera, el Gaucho argentino, el Tango, por supuesto que la identidad es amplia y diversa, pero invariablemente cuando escuchamos un nombre o vemos una imagen pensamos en determinados países, e incluso hasta en culturas que pueden llegar a ser lejanas podemos identificarlas por ciertas imágenes o prototipos, ejemplo de ello es que si escucho el término Samurái, por poco que conozca, el cine y la literatura nos remite inmediatamente a Japón, y precisamente este artículo tiene como escenario central parte de la vida de un famoso Samurái, vida que conocemos a través de la novela del escritor Shusaku Endo titulada: “El Samurái” publicada en 1980.
Lo primero que el lector debe saber es que estamos ante una novela histórica, es decir, la historia ficcionada parte de un hecho real, este hecho sucedió en los inicios del siglo XVII, el personaje central es un Samurái llamado Hasekura Rokuemon, y en lo personal agregaría a otro personaje que es tan importante como el Samurái llamado Fray Luis de Velasco mejor conocido como “El Misionero.” Como señalamos en el artículo anterior de la presente serie dedicada a la literatura japonesa, la nación de Japón es tan antigua como la propia Roma, sin embargo, ambas naciones representan culturas y tradiciones totalmente opuestas, de entrada, estamos ante el mundo occidental vs oriental, ante dos océanos que no se mezclan, el Pacifico que conduce a Japón y el Atlántico que nos lleva a Europa, en el occidente se vive bajo la influencia del cristianismo y el Oriente (caso concreto Japón) tiene mayor fuerza el budismo, teniendo estos datos ubicados, vayamos a la fascinante historia de la novela.
El Misionero se encuentra detenido por las autoridades japonesas, tiene diez años haciendo un esfuerzo por enseñar la religión cristiana en tierras niponas, las autoridades japonesas persiguen, detienen y asesinan a todo aquel que enseñe el cristianismo en sus tierras, aun así, El Misionero no se arredra y es tan intensa su fe y misión que está dispuesto a perder su vida por la causa de la difusión del evangelio. El Misionero señala que la culpa del odio que sienten los japoneses ante la enseñanza del cristianismo la tienen los jesuitas, afirma que esta compañía religiosa sólo busca engrandecer su poder político e influencias, construyen, quieren imponer sus propias normas, no respetan la ideas de los demás, buscan sacar provecho económico de todo a como dé lugar, y consecuentemente los jesuitas están molestos con El Misionero y lo acusaron ante el Papa por interrumpir su obra misionera en el Japón. El Misionero ve muy difícil salir libre, sabe que lo espera la muerte, de pronto e inesperadamente lo dejan en libertad y a partir de aquí empieza esta interesante historia.
El Misionero es un hombre listo, astuto, preparado, sabe que el pueblo japonés si bien es religioso, no es un pueblo que le tema a la muerte y mucho menos están interesados en la vida después de la vida, ellos son personas pragmáticas y tratan de sacarle provecho y utilidad a la vida en sí, viven para hacer negocios, dinero y progresar. Con esta visión realista El Misionero se acerca a las autoridades japoneses para convencerlos que el progreso de Japón depende mucho de que hagan comercio y negocios con la Nueva España, para ello, les dice que es importante sean tolerantes y permitan que España pueda con ciertas reglas, enseñar el cristianismo en sus tierras. A las autoridades japonesas le interesa el proyecto y les piden a los españoles que estaban en su poder que construyan un gran barco para que ellos puedan regresar a su patria y en ese barco japonés enviarán un grupo de representantes para que vayan a negociar con el Virrey de la Nueva España o en su caso el Rey de España el negocio comercial entre estas naciones.
Antes de este gran proyecto, el lector irá conociendo la vida de El Samurái quien es un hombre trabajador, honesto, amante de su cultura y tradiciones, vive humildemente con su familia y sus amigos leales y fieles, todos ellos bajo el mando de su autoridad. El Samurái está inconforme con el gobierno japonés porque a su padre le quitaron sus tierras y tiene años que le prometieron se la devolverán y al final sólo son promesas. Lo extraordinario y asombroso es que de los cuatro representantes que las autoridades japonesas eligieron para que llevara la encomienda de negociar el comercio con el nuevo mundo uno de ellos fue El Samurái, aquí es importante saber que a este personaje le aseguraron que si regresaba con éxito de su misión le regresarían sus tierras.
Una vez que el barco quedó construido empezará el viaje por el Océano Pacifico que los llevará a tierras desconocidas, son muchas historias en el viaje, sufrirán tormentas, temores, muchos momentos de angustias, algunos morirán, los sobrevivientes disfrutarán de instantes espectaculares ante la naturaleza, por supuesto que El Misionero no perdía la oportunidad de enseñar la doctrina cristiana y también se preparaba para tratar de convencer al Rey de España y al Papa sobre la conveniencia de negociar con el Japón, por una parte que hubiera comercio entre ellos y por la otra que Japón permitiera la libertad de evangelizar a sus pobladores, además, El Misionero sabía que si su proyecto salía bien él sería nombrado Obispo en Japón.
La embarcación llegará al puerto de Acapulco, luego se irán a la ciudad de México, tendrán muchas audiencias, recordemos que los jesuitas son enemigos de El Misionero quien pertenece a la compañía de los franciscanos, los comerciantes japoneses que van en este proyecto dicen que si es necesario convertirse al cristianismo para lograr sus objetivos lo harán, los Samuráis piensan diferente, estos no tan sólo no creen en Cristo, sino que ven a esta figura como un personaje sin importancia, literalmente El Samurái expresa:
“Yo…no tengo ningún deseo de adorarte, murmuró para sí, casi disculpándose. Ni siquiera entiendo por qué te respetan todos los extranjeros. Dicen que moriste cargando con los pecados de la humanidad, pero no me parece que eso haya servido para simplificar nuestras vidas en absoluto. Yo sé lo infelices que son las vidas de los campesinos en el pantano. Nada ha cambiado porque tú hayas muerto. Pensó en los inviernos en el pantano, cuando el viento se arremolinaba entre las casas. Recordaba las historias de los años de hambre, cuando los campesinos se comían todo lo que podían encontrar y después abandonaban el pueblo para buscar comida. Velasco afirmaba que ese hombre mísero salvaría a la humanidad, pero el samurái no lograba entender a qué clase de salvación se refería.”
La historia completa es muy larga y créanme que fascinante, su lectura es ligera, digerible, atrapante, clara. Shusaku Endo aborda una amplia y diversidad temática, la crítica a las instituciones religiosas es durísima, la corrupción política no puede faltar, realiza un fuerte análisis profundo sobre la fe, el cristianismo, la salvación, el bautismo, realmente estamos ante una novela río donde el autor nos comparte su fe católica, porque anticipo que uno de los personajes más incrédulos cuando sabe que su destino es quitarse la vida por no cumplir con su misión, le expresa a uno de sus sirvientes quien si creyó desde un inicio en el cristianismo los siguientes conceptos sobre Cristo:
“De ahora en adelante…Él estará contigo. De pronto oyó la voz tensa de Yozo a sus espaldas. De ahora en adelante…Él té servirá.”
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