LAS OLIMPIADAS LITERARIAS (I).

Cuando silbo…

Mtro. José Miguel Naranjo Ramírez.

La leyenda de la Torre de Babel esparció al hombre sobre la tierra, multiplicó las formas de comunicarnos y con esta multiplicidad de las lenguas los pueblos fueron creando su propio lenguaje, su propia literatura. Este hecho por una parte nos desunió en la forma de comunicarnos, de entendernos, de interactuar, pero al mismo tiempo la historia del pensamiento nos ha demostrado que independientemente de la lengua que hablemos, el hombre siempre abordará temas que son comunes a todos los hombres, porque la esencia y naturaleza del hombre no se encuentra en los idiomas que habla sino en principios, valores, emociones, sentimientos y sensaciones que son del hombre universal, por eso es que nos gustan tanto las obras del ruso Dostoievski, del francés Víctor Hugo, del italiano Pirandello, de la sueca Selma Lagerlöf, del alemán Thomas Mann, del danés Kierkegaard, del noruego Hamsun, del estadounidense Hemingway, en nuestra lengua castellana nos fascinamos con Borges, Octavio Paz, Carpentier, Roa Bastos, etc.  Y dentro de esta amplia diversidad, en esta ocasión conoceremos parte de la literatura japonesa a través de uno de sus grandes escritores llamado Shusaku Endo.

La historia de la nación de Japón es antiquísima, los orígenes de su fundación son contemporáneos a los de Roma, en el presente año este importante país está siendo centro de atracción mundial debido a la celebración de los juegos olímpicos. El desarrollo y progreso del pueblo japonés es de reconocer, basta recordar que en la segunda guerra mundial Japón formó parte de las “Potencias del Eje” junto a Alemania e Italia y con la derrota de estas potencias Japón quedó prácticamente destruido, no obstante, hoy es un país poderoso, desarrollado, con un avance tecnológico impresionante y en permanente crecimiento, el escritor Shusaku Endo aborda toda esta temática del periodo de preguerra-guerra y posguerra en su extraordinaria novela titulada: “Cuando silbo…” publicada por la Editorial Diana en 1984.

La novela tiene a dos protagonistas centrales, por una parte, conocemos la historia de la vida de Ozu, y junto a él, pero narrada por separado la historia, conoceremos la vida de Eiichi quien es hijo de Ozu. Alrededor de estos dos personajes aparecerán muchos personajes más, Flatfish es muy importante porque resulta ser el mejor amigo en la juventud de Ozu, empero, la historia a pesar de ser bastante amplia y con una rica variedad temática, considero que el tema central del escritor es mostrarnos un mundo dividido por la brecha generacional, esa brecha no sólo la ocasionó el tiempo, sino que para los japoneses existe un antes y un después de la segunda guerra mundial, y las generaciones modernas que lograron convivir con la generación que vivió los horrores y consecuencias de la guerra,(incluye padres-hijos), no lograban comprenderse, entenderse. Ozu vivía recordando su vida anterior a la guerra, lo difícil que fue vivir en plena guerra y no comprendía que los jóvenes de hoy no valoran el esfuerzo que ellos hicieron en la reconstrucción de su nación para otorgarles una vida mejor, las nuevas generaciones creen que lo que tienen lo merecen, es su derecho y las cosas sólo son así.

Para Eiichi el tema de la guerra era un tema aburrido, sin interés, un tema del pasado, recuerdos sosos de su padre. Este joven que en parte representa a las nuevas generaciones actúa de forma práctica, fría e insensible, cree firmemente que lo único que importa en la vida es progresar, ascender en la vida profesional e incluso permanentemente se queja de que su padre al ser una persona de clase-media no puede ayudarlo a escalar laboralmente, afirma que la mayoría de sus conocidos tienen importantes cargos porque sus padres los colocan a través de sus relaciones.

Aunque las historias del padre y el hijo se van narrando por separado, al final poco a poco se van ligando. Eiichi es médico y trabaja en un hospital, Ozu cuando se encontraba en la Universidad lo enlistaron para ir a defender a su nación en la guerra, Eiichi quiere progresar en el hospital y está dispuesto a hacer cualquier esfuerzo meritorio o no para lograrlo, un ejemplo cumbre que se encuentra en la historia es el siguiente: Eiichi está atendiendo a un enfermo de tuberculosis, lo operaron y su superior jerárquico le ordenó que le estuviera dando un medicamente que Eiichi estaba consciente que no ayudaba al enfermo, al contrario, lo estaba afectando, un amigo de Eiichi llamado Tahara le recriminó su actitud y se originó el siguiente dialogo:

Un médico no puede involucrarse demasiado en los problemas de los pacientes. –¿Por qué no? –Si vas a diagnosticar y tratar a tus pacientes adecuadamente, no puedes amarlos en exceso. Hay veces en que hay que ser totalmente insensible. –Eso ya lo sé, pero… -murmuró Tahara con cierta tristeza. Al fin y acabo, un médico no puede evitar sentir amor por sus pacientes.  –Pero un médico no puede permitirse quedar envuelto en sus pacientes, para animarlos. Francamente, creo que sería más apropiado que un médico pensara en sus pacientes en la misma forma en que un joyero piensa en los relojes que compone.  –¡Pero los pacientes son personas! Tahara sacudió la cabeza. No relojes. Un paciente no sufre sólo por la enfermedad. ¡Hay vida en la esencia de esto! Si no tomamos en consideración esa vida cuando tratamos a los pacientes… La expresión alterada de Tahara enejó a Eiichi.  –¡Un médico no puede cargar toda esa responsabilidad sobre sus hombros! –Tú eres fuerte –respondió Tahara. A Eiichi no le importaba si era fuerte o no. A su juicio, los hombres como Tahara eran demasiados sentimentales y débiles. Sea como sea…, Eiichi miró el hospital desde el techo y una vez más murmuró para sí…algún día voy a triunfar en este mundo. Cueste lo que cueste. Cueste lo que cueste.”

Ozu recordará ampliamente a su amigo Flatfish, añora el valor de la amistad y la felicidad con que veían y sonreían a la vida previo a la guerra, su amigo morirá en esta guerra y todos ellos los sobrevivientes se levantarán y renacerán literalmente de los escombros, por ello no comprende la actitud de su hijo. Eiichi ni siquiera desea platicar con su familia, en este ambiente de división e incomprensión, a Eiichi su superior jerárquico le ordenó que empiece a utilizar una nueva droga que están experimentando para atacar el cáncer, esto implica que utilizará de experimentos vidas humanas que ellos consideren desahuciadas, por supuesto que a los enfermos no les dirán que experimentan con sus cuerpos, con sus órganos, a ellos le dicen que no se preocupen que las operaciones serán todo un éxito y regresarán con bien a sus casas.

Al inicio Eiichi duda, pero sabe que si no lo hace no tendrá ninguna oportunidad de ascender, la historia se pone interesante porque llegó al hospital enferma de cáncer una antigua conocida del papá de Eiichi, esta señora de 43 años llamada Aiko está confiada y segura que su cáncer es curable, por lo menos así se lo hizo saber Eiichi, Ozu se entera que su antigua conocida y gran amor de su amigo Flatfish está siendo atendida por su hijo, en este proceso de operación y pos-operación se empieza a rumorar en los periódicos que en el hospital se están experimentando sin autorización de los enfermos nuevas drogas y que estas afectaban el hígado, Eiichi recordaba la frase que le había dicho a su amigo Tahara: “Hay veces en que hay que ser totalmente insensible.”

La historia es bastante larga, por ahora concluiré reflexionando lo siguiente: Ante esta actitud antihumanitaria de Eiichi y sus colegas, ¿Existe alguna diferencia con los horrores cometidos en los campos de concentración en la segunda guerra mundial?

Es innegable que Japón es una nación con gran espíritu de progreso, sin embargo, Shusaku Endo nos recuerda que siempre debemos cuestionarnos: ¿Qué concepto de tenemos del progreso? La importancia de meditar sobre ¿Cómo lo adquirimos? Y saber ¿Para qué lo queremos? y ¿Para qué nos sirve?

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