Las armas del Ejército

Tener un ejército de paz no quiere decir que se le dé la espalda al uso de las armas. El hecho de que no haya guerra con otros países no descalifica el entrenamiento militar ni la carrera de las armas, y es por ello por lo que la Sedena no descuida ninguna de sus obligaciones naturales.

La diversificación de los trabajos de los militares mexicanos no implica distraer las atribuciones que le son propias. Los soldados mexicanos, en todos sus rangos, combaten la desigualdad.

La Dirección General de la Industria Militar de la Sedena anuncia la creación del fusil Xiuhcóatl, elaborados por 402 soldados de esta fábrica, que tendrá una producción de hasta 30 mil unidades al año, que le dará mayor personalidad a las fuerzas armadas ante propios y extraños, al ser el arma principal del Ejército mexicano.

El FX05 Xiuhcóatl, que en náhuatl quiere decir serpiente de fuego, es procesado y ensamblado en la fábrica de armas de la Sedena, la cual se convertirá en el arma principal del Ejército mexicano, luego de varios años de estar a prueba en distintas condiciones como tierra, agua y calor,

Su cadencia de tiro es de 700 a 800 disparos por minuto, con un cargador de 30 cartuchos, que permite contar con cinco cargadores, y seguirá construyéndose este y el próximo año. Una vez concluida la producción de esta arma, la Dirección General de la Industria Militar, se trasladará a Puebla.

Las tareas cotidianas de la Sedena están asentadas en las leyes, no hay descuido cuando se dedican a la construcción del aeropuerto u otras edificaciones, porque su inversión en trabajo redundará, en ese caso, en una concesión a la propia dependencia. Antes esas concesiones se destinaban a la empresa privada, que monopolizaban el producto para regir los precios de servicios aeroportuarios.

Nada se descuida en Sedena, un Ejército que tiene como prioridad salvaguardar la integridad de los mexicanos, y no porque haya una guerra que librar, sino porque los embates de la naturaleza son permanentes y sus consecuencias deben ser cada día menos gracias a programas de la institución como el DNIII, que dedica todo su esfuerzo para evitar que los pobres del país sean los más dañados por los fenómenos naturales.

Diversificar las labores de los militares no significa faltarles al respeto con tareas que no son propias de las armas, tampoco implica militarizar el país, simplemente se le da una realidad más comprometida para mejorar la calidad de vida de los mexicanos.

La inercia de prioridades de otros tiempos protegía a quienes tenían la posibilidad de protegerse solos ante la furia de los elementos naturales, pero también ante la violencia de la delincuencia. Ahora se trata de que ambos fenómenos no dañen a nadie, sin importar si son ricos o pobres, y por ello se estudian con profundidad las estrategias del Plan DNIII, desde la experiencia de la Sedena en estas áreas.

El compromiso de las fuerzas armadas se pone a prueba todos los días, que esto no implique ser noticia no quiere decir que haya pasividad en sus actividades; y la elaboración de esta arma se convierte en una prueba de que nuestro Ejército está salvaguardando no sólo a los mexicanos ante cualquier desastre, sino construyendo el futuro y protegiendo la soberanía y las instituciones. Los soldados mexicanos están en guerra permanente contra la desigualdad.

Una prueba más de que los militares en México no sólo forman parte del pueblo, sino que son el pueblo con uniforme.

PEGA Y CORRE. – La visita del exsecretario de Estado del vecino país del norte, John Kerry, termina con dos mitos que la oposición quiso convertir en verdad. El primero, que hay enemistad entre los gobiernos de México y EU, falso; y el segundo, que en México hay comunismo, ni hay ni habrá… Esta columna se publica los lunes, miércoles y viernes.

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