LA RECUPERACIÓN ECONÓMICA VENDRÁ DEL EXTERIOR

Decía el profesor John Vaizey que “No podemos saber lo que no sabemos”, queriendo decir desde cierta perspectiva filosófica, que con esa sentencia implicaba que era imposible conocer la realidad económica, ya que si no contamos con datos que hayan sido analizados con información básica, veraz y oportuna, de la realidad que circunda a los fenómenos económicos que estamos observando, que se abstrae y se  genera a través de preguntas, mediciones y datos que se obtienen a través de censos, levantamientos y encuestas, acopiando, procesando y tratando dicha información, no es posible obtener conclusiones medibles; así, al obtener información de carácter factual y/o información que se deriva de los datos fríos que recabamos, el ejercicio siguiente será complementar este proceso, procediendo al análisis e interpretación de los datos observados, que inclusive podemos utilizar dicha información, para pronosticar los comportamientos de los fenómenos a partir de los datos que estamos observando y midiendo.

 

Lo apuntado anteriormente tiene sentido desde nuestra óptica, en virtud de que son precisamente las variables económicas junto con las decisiones políticas, las que estamos observando y tratando de medir, que nos permiten visualizar de inicio, el comportamiento y derrotero de la economía mexicana. Un primer indicador es el comportamiento del Producto Interno Bruto (PIB), que nos da una idea de si la economía está creciendo o decreciendo y en qué proporción, pero ello solo es posible si los realismos de los supuestos económicos que se observan y miden, se conservan en tiempo y espacio, ya que ellos nos servirán para hacer un análisis prospectivo ex ante.

En este mismo tenor, las variables y fenómenos observados, que se van derivando de las transacciones comerciales por la operación de los mecanismos del T-MEC, que generan flujos de efectivo considerables a nivel mundial, los montos de inversión que se aplican de manera pública y privada, el ejercicio del presupuesto que trata de equilibrar el gasto con el ingreso-financiamiento, la promoción y atracción de flujos de capital provenientes de inversiones extranjeras.

También podemos considerar otras políticas que impactan el incremento en los niveles de consumo de los grupos de población de menores ingresos, provenientes de los subsidios oficiales; asimismo, los flujos de capital que ingresan anualmente por las remesas de los migrantes; el incremento moderado de tasas de interés e  inflación producto del incremento de los precios del petróleo y derivados; pero sobre todo, el impacto en la economía mexicana por el comportamiento de la pandemia de Covid-19 y sus efectos perniciosos; el comportamiento de los sectores agropecuario, industrial y de servicios, son entre muchos factores, los que propician que obtengamos indicadores variables que nos definen el comportamiento a corto plazo de México.

Dentro de este contexto es justo mencionar, que observamos que la mayoría de los indicadores de la economía mexicana, no muestran todavía una recuperación alentadora sino más bien preocupante; por ejemplo, el PIB, la inversión privada y los niveles de ocupación, ya no se digan los indicadores de pobreza, violencia general y de género, quiebra de un gran número de empresas Pymes, respeto irrestricto a los derechos humanos, que todavía tardarán según los expertos, un tiempo de al menos dos años, para mostrar los niveles que mantenían todavía en el año 2018.

Dentro de los pocos caminos que hay rumbo a la recuperación económica de nuestro país, podemos pensar que tendremos que apostar fuerte a fortalecer el T-MEC, entre Canadá, Estados Unidos de América y México, conciliar las probables diferencias que puedan surgir en diversos sectores como el laboral y contenidos, el cuidado al medio ambiente, respeto a nuestras democracias y leyes, así como seguir permitiendo, la participación de las inversiones extranjeras privadas en sectores que siempre fueron aceptados. Por otro lado, habrá también que aceptar la libre competencia en nuestro país y participación de las empresas e inversionistas privados de Estados Unidos de América y Canadá.

De no actuar de esta forma, caeremos en una espiral de juicios internacionales, en un embudo inflacionario, que en lugar de que entren capitales se suscite la salida de ellos, se comiencen a incrementar los precios, se colapsen las inversiones, se ralentice enormemente la creación de nuevos empleos y se genere mayor desempleo. Ello sin contar que se deben parar las pérdidas y endeudamientos de la CFE y de Pemex, incrementando sus niveles de producción y productividad, sobre todo el de esta última paraestatal; por ello, no hay que desaprovechar las bondades que le ofrece a México, el T-MEC.

Además, sí se manejan los problemas migratorios consensuadamente con los estadounidenses, los flujos de las remesas se incrementarán en beneficio de los mexicanos más pobres. Sin embargo, es imprescindible que se permita la inversión privada para mejorar los niveles de inversión en México, so pena de abandonar a su suerte a la economía mexicana, lo que nos condenará a un esfuerzo económico retrógrado y a una década perdida; por lo tanto, actuemos en consecuencia y aprovechemos las ventajas que todavía estamos a tiempo de hacerlas valer en beneficio de los mexicanos.

En la actualidad, se comienza a estimar que las medidas económicas, adoptadas recientemente por la economía estadounidense, las pueden llevar a un crecimiento económico del 7 por ciento o tal vez un poco más para este 2021, que será de las más altas del mundo, si no es que llegue a ser la más alta. Por lo mismo seamos congruentes.

Comentarios: [email protected] (*) Maestro en Ciencias y Doctor en Economía por la London School of Economics and Political Science, de la Universidad de Brunel y la Universidad de Londres, Inglaterra.