“Los dictadores pueden reformar las leyes, pero no las costumbres.” – Jacinto Benavente.
Cuando el historiador e investigador alemán Friedrich Katz escribió su extraordinaria obra “La guerra secreta en México”, increíble por su aportación histórica al conocimiento del desarrollo de la Revolución Mexicana hasta la caída de Venustiano Carranza, tomando en cuenta las visiones y fuentes alemanas, austriacas, francesas, cubanas, españolas, británicas, estadounidenses y mexicanas, jamás imaginó que otras “guerras secretas” habrían de pelearse en México.
Así, por ejemplo, Jacinto Rodríguez Munguía, en su obra “La otra guerra secreta, los archivos prohibidos de la prensa y el poder” da cuenta de esa extraña y complicada relación que mantuvieron los medios de comunicación con el poder ejercido en los tiempos del priismo recalcitrante, con el que se controlaba la propaganda gubernamental y se pagaba a los medios de comunicación de la época.
Pero por increíble que parezca esos otros conflictos secretos se han seguido desarrollando, y uno de ellos, está comenzando a tomar tintes verdaderamente escabrosos.
La actitud por demás psicótica de algunos políticos, que enfermos de poder pretenden ejercer un poder desmedido –al puro estilo del emperador Calígula- en Veracruz, están llevando a la presente administración a la condena social, pero más grave a un, a la construcción de la que habrá de ser calificada posiblemente como la más corrupta de las administraciones públicas de las que se tenga memoria.
Así, bajo esa enferma filosofía, un político desterrado retornó con afanes de virrey, con ello, ha buscado desde el arranque de la administración ofender, minimizar, vamos borrar toda acción del Ejecutivo, al que incluso, llegó a exponer al linchamiento público.
De esta manera, ha empleado todo a su alcance para colocar a cuanto alfil le convenga en cuanto puesto, cargo, ente público le de dos cosas, control y recursos para seguir haciendo los negocios de su vida.
Así se ha hecho del aparente control de la Fiscalía General del Estado (FGE), del Instituto Veracruzano de Acceso a la Información (IVA), del Poder Judicial del Estado, y del Órgano de Fiscalización Superior (Orfis) a donde colocó a Delia Cobos, hoy señalada de desmantelar por instrucciones y a conveniencia al Orfis.
La más reciente guerra secreta desatada por parte del oscuro personaje movilizó todas sus baterías de la mano de sus corifeos, para ir sobre el único espacio de control hasta donde sus tentáculos no han podido asirse del poder, el Congreso.
Es así como, el rival a vencer tiene nombre y apellido.
Juan Javier Gómez Cazarín es a quién le ha soltado a toda su jauría para vociferar desde la posibilidad de relevarlo mediante su no reelección por la vía plurinominal, por tema de paridad, tanto que ha impulsado tremenda campaña para intentar minimizarlo, hasta acusarle de todo lo habido y por haber.
Por desgracia, la mala fortuna, acompaña al orondo personaje, que no sabe que el presidente de la Junta de Coordinación Política (Jucopo) lo tendría bien medido y estudiado, tanto que cuenta con todo el plan de ruta, de los negocitos que, al amparo del poder, ha ejecutado.
Y para su mayor preocupación, auditado, observado y listo para entregar a la Fiscalía General de la República (FGR).
Muestra de ello, resultó ser la declaración ante el monumento de Miguel Hidalgo y Costilla, cuando señaló que en el Orfis hay comportamientos no comprensibles a la lógica.
El trasfondo llegó cuando advirtió que era la temporada de negociaciones con los alcaldes, y que eso era aprovechado por algunos para hacer acuerdos, que después los legisladores debían tapar.
Es evidente que ningún auditor tiene el poder para realizar acuerdo alguno con munícipe a lo largo y ancho del estado, la realidad llega hasta lo más alto de la escalera gubernamental.
Y no ha sido de extrañarse, que cientos de alcaldes en funciones y electos ya se hayan quejado de las llamadas y citatorios de parte del enfermo personaje, quien bajo amenazas –al mero estilo troglodita- implementa para obligarlos a entregar los recursos de sus ayuntamientos.
Si eso de la honestidad bajo el no mentir, no engañar y no robar al pueblo de México no se les da a algunos militantes de la 4T.
Por lo pronto la guerra secreta por el control del Congreso, está con todo, y la verdad, dudamos que el diputado Gómez Cazarín, resulte ser un flan.
Al tiempo.
Twitter: @LuisBaqueiro_mx