La debacle de una fortuna familiar

’24/11/2024’
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A mediados de los 40 y en las décadas de los 50, 60, 70, 80 y todavía en los 90 del siglo anterior, hablar del apellido Alemán era hablar de millones y millones de pesos. El patriarca de la familia, Miguel Alemán Valdés, ya era millonario cuando llegó a la presidencia de la República en 1946. Y cuando salió de ella en 1952 era multimillonario.

Sobre el origen de su fortuna existen múltiples historias, en su mayoría relacionadas con la corrupción.

Cuando su hijo Miguel Alemán Velasco fue electo gobernador de Veracruz, la jarochada respiró tranquila porque llegaba alguien que no metería las manos en el cajón del erario “porque no tiene necesidad”. Además, llegó a un estado sin deudas por pagar y con suficiente dinero en la tesorería para que su gobierno no pasara estrecheces ni sofocones.

Pero ¡oh sorpresa!, faltando menos de un mes para dejar el cargo pidió a Banobras un préstamo por 3 mil 500 millones de pesos y se fue, dejando a los veracruzanos colgados de la brocha con una deuda jamás vista. Y es que hasta el 2004 ninguno de sus antecesores dejó tan embarcado a Veracruz.

Acostumbrados a la guasa, los veracruzanos dicen que esos 3 mil 500 millones fueron su “aportación” para que Miguel Alemán Velasco y Miguel Alemán Magnani echaran a volar su línea de aviones Interjet y hasta el momento nadie los ha desmentido.

Pero con la línea aérea comenzó la debacle de la fortuna familiar.

Interjet empezó sus operaciones en 2005 y lo hizo con el pie derecho. Con el paso del tiempo llegó a tener 86 aeronaves que cubrían 55 destinos: 30 nacionales y 25 internacionales.

Las broncas comenzaron en 2018 cuando la empresa canceló cientos de vuelos dejando varados a los pasajeros y esta situación se repitió en 2019, lo que hizo que tanto turistas como las agencias de viajes dejaran de confiar en la aerolínea y sus acciones se fueron al suelo.

El 30 de abril del año anterior la IATA anunció la suspensión de Interjet de su cámara de compensación de reservas por impago de deuda. También en ese mes el SAT embargó la casa de la Fundación Miguel Alemán por problemas fiscales.

Para colmo, una jueza ordenó a Miguel Alemán Magnani pagar al Grupo Televisa, 624 millones de pesos como parte de una disputa por incumplimiento en la compra del 50 por ciento de las acciones de Sistema Radiópolis.

A lo anterior hay que agregar la huelga de 5 mil trabajadores de la compañía, adeudos al Seguro Social, créditos del Instituto del Fondo Nacional de la Vivienda para los Trabajadores, del Fondo Nacional para el Consumo y la sombra del SAT sobre ellos. Peor imposible.

Tanto el padre como el hijo trataron de capotear el vendaval pero nada, no pudieron. El 2 de diciembre del 2020 dejaron sus cargos al frente de la aerolínea de la que fueron fundadores y dueños y pasaron a ocupar “puestos honoríficos”, señalaron los nuevos socios en un comunicado. En palabras llanas, pasaron a ser floreros.

A pesar de eso sus problemas siguen.

El periodista Darío Celis dice en su columna del lunes 14 que tanto Miguel Alemán Velasco como Miguel Alemán Magnani “están fugados desde hace semanas”. Y aunque el Presidente López Obrador no quiere meterlos a la cárcel y lo único que desea es que paguen sus impuestos que entre multas y recargos rondan los 5 mil millones de pesos, los señores Alemán no muestran mucha disposición.

¿Fugados?, sólo porque lo leí de un periodista veraz lo creo.

Quién iba a imaginar que los herederos de una de las fortunas más grandes de este país andarían escondiéndose de la justicia.

Y sobre todo, qué pensaría don Miguel Alemán Valdés si viviera, de lo que hicieron su hijo y su nieto con su cuantiosa riqueza.

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