“Serafín.”
Mtro. José Miguel Naranjo Ramírez.
Hace algunos años tuve mi primer acercamiento al escritor Ignacio Solares a través de su novela: “MADERO, el otro”, en esta importante obra el Maestro Solares nos presenta a Madero el espiritista, el místico, el hombre que hablaba con los espíritus, el hombre poco comprendido y mal entendido, es por ello que muchos actores políticos de la época decían que estaba loco e incluso su propia familia no llegó a comprenderlo. A partir de este primer acercamiento he seguido leyendo parte de la obra de Ignacio Solares, quien además es un connotado periodista que se encuentra cumpliendo en el presente año setenta y cinco años de edad, por tal motivo, en esta ocasión nos acercaremos a una novela corta de Solares titulada: “Serafín”.
Las novelas históricas de Ignacio Solares son magistrales, pero el escritor chihuahuense también ha desarrollado el género de novelas cortas de manera excepcional, porque en poco contenido aborda una gran variedad de temas como la desigualdad social, la pobreza, el desempleo, la marginación, la desintegración familiar, el alcoholismo, e incluso existe en las historias cierto misterio al momento de abordar el tema de la muerte de forma mística con tinte de lo fantástico, todo esto lo desarrolla en la novela “Serafín” de la cual me permitiré narrarles parte de la historia.
Serafín vive con sus padres en un pueblo llamado Agüichapan, la historia inicia cuando el padre de Serafín abandonó a la familia para irse en busca de trabajo a la ciudad de México, el padre de Serafín buscaba trabajo y no encontraba y fue refugiándose en el alcoholismo: “En Agüichapan, el fuerte de la gente era cultivar maíz, pero aquel año la cosecha había sido muy pobre. Comían lo que podían y la malpasaban. El papá de Serafín anduvo buscándole por todos lados hasta que se cansó. Revendió gallinas y sombreros de paja en el mercado, le entró de peón en una presa, de perforista en un túnel, hasta a Tierra Blanca fue a cortar caña. De un lado para otro, detrás de las esperanzas y los rumores de trabajo. –Por allá dizque hay algo, habría que ir, aunque esté lejos. O: -Ahí nomasito, en el siguiente pueblo, la pavimentación de unas calles. Serafín lo acompañaba desde que dejó la escuela (por eso la dejó, para acompañarlo.)”
En este pequeño párrafo que se encuentra al inicio de la novela nos encontramos claramente con una realidad real y no solo literaria, el desempleo, la pobreza extrema, el abandono escolar, el machismo, el alcoholismo, la desintegración familiar, etc. Con el paso de los días Serafín se enteró que su padre los abandonó porque se fue con Alma la hija de su amigo Cipriano, la ausencia del padre complicó más la vida de Serafín, sus hermanos y su madre:
“Se fueron los ventarrones, llovió y hubo una luz irisada, tranquilizadora, con la tierra asentándose, cubriéndose de hojas secas, pero al contrario de lo que supuso mamá, papá no regresó. Y a ellos cada vez les iba peor. Ya nadie quería prestarles. Todos en Agüichapan estaban igual porque nomás se pedían unos a otros, pero nadie se prestaba nada. Entonces él decidió ir a la ciudad a buscar a su papá. Era el hijo mayor y le correspondía hacerlo. Al principio mamá no quería. –Ya perdí a tu padre. Ahora te voy a perder a ti.”
Resulta muy triste y desolador el momento en que Serafín es despedido por su madre: “Iba a hablar y sólo apretó los labios, y así apretados los puso sobre la mejilla de su hijo en algo que quiso ser un beso. Tenía los labios fríos y Serafín sintió que esa frialdad en los labios de su madre era la verdadera despedida.”
El viaje de Serafín a la ciudad de México en busca de su padre resulta toda una odisea, se enfrentará a una ciudad egoísta, individualista, deshumanizada, elitista, dormirá en parques, sufrirá humillaciones, pasará hambres, pero Serafín sigue empeñado en encontrar a su padre, para lograrlo camina y recorre toda una colonia donde le dijeron que podía encontrarlo, en este caminar desesperante, agobiante, Serafín platica con su madre, ella lo acompaña, lo guía, le pide que se cuide, que no se duerma, ¿cómo es que su madre lo acompaña? Puede que sea a través de un sueño de Serafín, puede ser mediante soliloquios e imaginaciones, o podría ser algo más misterioso, algo relacionado con el camino a la muerte, realmente no lo sé, es parte de lo bello de la novela, sobre este misterio el escritor José Agustín escribió: “Ignacio Solares equilibra eficazmente en esta obra la realidad y la imaginación, lo simbólico y lo manifiesto; una novela que contiene elementos exactos para que los lectores tengamos la impresión de penetrar en la vastísima complejidad de la mente del pequeño héroe Serafín.”
Mientras analizamos lo simbólico y lo manifiesto de la trama, la historia continua y el Maestro Solares nos cuenta que el encuentro de Serafín con su padre muy pronto se dará, por ahora Serafín le interroga a su madre: “- ¿Por qué hoy me duele más el frío, mamá? Tanta noche que anduve por ahí y no me golpeaba así de fuerte. –Es la emoción, Serafín, que debilita el cuerpo. Y donde que llevas sobre de ti mi propia emoción, que no es menor que la tuya. –¿Tú sabías que hoy iba a ver a papá? –Lo he ido sabiendo contigo. A veces temía que no pudieras verlo. –¿Por qué no me contestabas? Yo te hablaba y no me contestabas. –No cargues conmigo todo el tiempo, Serafín. Conmigo, con mis penas, con mis quejas. – ¿y por qué ahora si hablas conmigo? Porque estoy con mucho miedo por ti. No sabes cómo me he arrepentido de haberte mandado. –pero tú estás viva. ¿Verdad, mamá?”
La historia completa es cautivante, esta magistral novela se puede leer en una sentada, pero su análisis requiere paciencia, inteligencia, e indudablemente el personaje resulta ser un pequeño héroe viviendo en una difícil realidad social, desigual, inhumana, no obstante, Serafín no descansará hasta reencontrarse con su padre… ¿Qué pasará?
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