HABITANTES Y CIUDADANOS EN XALAPA

Me ando cuestionando hasta a qué nivel de ciudadanía o se simples habitantes llegamos en nuestra afamada por culta y floreada XALAPA. Para darnos una mejor idea es necesario tener clara la diferencia en significado de ambos términos. El habitante es el que vive en la ciudad, mientras que el ciudadano participa en la vida política, económica y social de la ciudad y hace ciudadanía a partir de ejercer, con información, sus derechos y obligaciones. Hay una diferencia sustancial entre unos y otros. El ideal y objetivo democrático sería el de hacer ciudadanía para tener un círculo virtuoso entre instituciones y una sociedad fuerte por conocedora y participativa. Los niveles de Gobierno, especialmente el Ayuntamiento, legisladores, partidos políticos, escuelas, iglesias, instituciones varias, etc., deberían tener como tarea y fin esencial esos propósitos. No es así en general. Casi todos practican una política de clientelas y ven a las personas como objetos anónimos. Bastaría observar el despliegue de propaganda actualmente entre diputados, ocultos aspirantes políticos y membretes de todo tipo que se anuncian aludiendo cualquier pretexto para esconder sus verdaderas intenciones electorales.

 

En nuestra ciudad, que es capital del Estado, por definición de gran relevancia política, donde han tenido lugar alternancias partidistas, sede de la Universidad Veracruzana, poseedora de un regular capital socialmente positivo, famosa por su verdor y cultura, ocurren cosas agraviantes a la ciudadanía a la vista de todos. La policía hace retenes locos y molesta a los automovilistas, las grúas arrastran vehículos para recaudar dinero, el partido en el poder obliga a los taxis y camiones a portar su propaganda fuera de campaña electoral, el centro de la ciudad se cierra por lo que sea, introducen un gasoducto sin tomar en cuenta a la gente, utilizan recursos públicos para promover a sus potenciales candidaturas, asesinan en el cuartel de policía, en general muy poco se consulta a la ciudadanía para obras y proyectos municipales, etc..

 

Ante una difícil y acaso terrible realidad de inseguridad y pandemia del Covid-19 es poco eficaz la labor de las autoridades. Tengo la impresión de que casi no hacen pruebas y ocultan las cifras reales de contagios, dejando a la población a ciegas y en la incertidumbre. Es una acción casi criminal. Ante esa irresponsabilidad no ha surgido una actitud cuestionadora y de investigación de los diputados y diputadas, como es su deber. En ese sentido nos quedamos sin voz legal y vinculante pues renuncian a su papel de representantes populares para refugiarse en la intrascendencia. Es notable la casi absoluta ausencia de la Universidad Veracruzana en estos momentos, reduciéndose al auto consumo; le corresponde, por función social, ser crítica de la labor gubernamental en términos amplios. Sería de gran utilidad que sectores de la UV opinarán sobre los problemas que nos aquejan, que vía observatorios u organismos especializados documentaran, hicieran diagnósticos y propuestas para la solución de los problemas principales de XALAPA. Algunos grupos civiles participan tímidamente en la vida pública xalapeña pero hace falta más vigor y continuidad para que sean visibles y tengan injerencia real en los asuntos de interés general. Debo destacar la presencia autónoma y comprometida de los colectivos feministas.

 

Al parecer la apuesta crítica xalapeña se ha quedado en el voto, sin ir más allá. Y tampoco hay iniciativas potentes desde los Gobiernos para edificar puentes y mecanismos de participación libre y efectiva de la ciudadanía. Creo que esa es la gran tarea, la que hará de XALAPA un municipio democrático, con ciudadanos y ciudadanas con derechos. Este proceso pasa, desde ahora, por la erradicación de la política clientelar, esa que ve a la gente como borregos y no respeta su dignidad. Se debe aislar y castigar a los mercenarios y mercachifles de la política, para los que el fin justifica los medios. Habrá que apostar por la ciudadanía, que en su libertad opte por uno u otro proyecto. No es un asunto de ideología, si acaso existieran; es más bien cuestión democrática. Nos asumimos como ciudadanos plenos y así encaramos los asuntos colectivos o seguiremos siendo una sociedad de segunda con políticos de cuarta y Gobiernos de caricatura.

 

Recadito: por folclor de cuarta no paramos en Veracruz.

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