*¿Pedirá perdón por asesinato de Maximiliano?
*La farsa del perdón ante la ofensa permanente
¿SERÁ QUE andando los años, acaso cuando el Creador Supremo esté por llamarlo a cuentas, el actual presidente Andrés Manuel López Obrador pida perdón a los mexicanos por el daño causado con la eliminación de los fideicomisos, algunos destinados a la ciencia, la salud y la educación; por haber dejado sin empleo a millones que lo necesitaban al negarle apoyo a empresarios para evitar que cerraran o suspendieran actividades –a sabiendas que son quienes generan las fuentes ocupacionales-; por haber suspendido el apoyo a las guarderías que daban invaluable servicio a madres solteras; por no haber asumido acciones verdaderas para contener el CoVid19 y emanar solo discursos, lo que ha provocado tantas muertes; por suspender recursos para proteger a mujeres en refugios y cancelar el apoyo a víctimas, y por cambiar la fuerza del Estado por besos y abrazos, saturando los cementerios de delincuentes abatidos pero, también, de víctimas colaterales, por solo citar algunos temas a los que ha dado la espalda, sin olvidar la atomización que ha provocado al interior de la sociedad confrontando a los mexicanos, y el odio vertido contra medios de comunicación que en otros tiempos no lo apoyaron, lo que ha sentenciado a muerte a muchos comunicadores mientras otros son amenazados tanto por el crimen como por “servidores públicos”? Y es que AMLO se ha declarado proclive a las “cortinas de humo del perdón”, y en ese tenor lo hace a diestra y siniestra tratando de convencer a los gobernados que es bueno, humanista y casi un asceta, aunque no solo lo pide sino que lo demanda, como tuvo la osadía de exigirle a España que pidiera perdón a los mexicanos por la Conquista, y solo recibió burlas del pueblo ibérico, algunas plagadas de realidad, nos guste o no, como aquellas de que si no nos hubieran conquistado andaríamos en “taparrabo”, y ahora, en víspera del bicentenario de la independencia, el mandatario vuelve a las andadas y exige al máximo líder de la Iglesia Católica que pida perdón a los mexicanos tal vez por la evangelización. En ese contexto dice que su gobierno solicitó al Papa Francisco, luego de que la Iglesia católica ha reivindicado a los pueblos originarios, como en Bolivia, “estamos pidiendo que se pronuncien en el caso de México, y consideramos que el año próximo puede ser el momento, el tiempo oportuno. No queremos el debate acerca si se excomulgó o no al cura Hidalgo, es un hecho que fue juzgado y es para nosotros el padre de nuestra patria, pero sería un gesto de mucha sensibilidad el que se hiciera una referencia y un reconocimiento, tanto al cura Hidalgo como al cura Morelos”.
AHORA QUE, arrancados en la farsa de los perdones, tal vez el Presidente debería pedirlo a Austria y a Suiza por el fusilamiento o asesinato de Fernando Maximiliano José María de Habsburgo-Lorena, fusilado por mandato de Benito Juárez en el Cerro de las Campanas, en Santiago de Querétaro, el 19 de Junio de 1867. ¿Y por qué a Suiza? Muy simple: la residencia familiar de los Habsburgo durante los siglos XI, XII y XIII, era el Cantón de Argovia, en el antiguo ducado de Suabia, en la actual Suiza. Maximiliano confrontaba diferencias políticas con Benito Juárez, y éste con todo y su nobleza y sin saber que algún día sería el non plus ultra del pacifista AMLO, lo mandó fusilar junto con los generales conservadores Miguel Gregorio de la Luz Atenógenes Miramón y Tarelo, mejor conocido como Miguel Miramón, y José Tomás de la Luz Mejía Camacho, alias Tomás Mejía, pasando por alto el lema de que un masón no mata a otro masón. Además, antes de su apresamiento, Maximiliano fue traicionado por su general Miguel López al que le fue encomendada una rendición bajo condiciones para evitar derramamiento de sangre, pero Juárez responde a la Emperatriz Carlota que de conceder la amnistía a su marido, el pueblo mexicano se le echaría encima y pediría la pena de muerte para el mismo. “No mato al hombre, mato a la idea!”, fue la respuesta.
PERO VOLVIENDO al tema inicial, el Presidente López Obrador reconoce que el gobierno de España rechaza con toda firmeza que el rey Felipe VI ofrezca disculpas por los crímenes cometidos durante la Conquista pero, sin embargo, pide no descartar que haya, de parte del gobierno español y de la monarquía un cambio de actitud, y que con humildad se ofrezca una disculpa, un perdón, pensando en dejar atrás esa confrontación y hermanarnos, ver hacia adelante, pensar en la reconciliación; “considero que no es en vano el que esto se pueda llevar a cabo, lo mismo en el caso de la solicitud que hemos hecho al Papa Francisco”.
NO CABE duda que el oscurantismo es atrevido, y sería tan simple como decir: si el Presidente rechaza la evangelización por la violencia con la que fue impuesta durante la colonización, que renuncie al Dios de los cristianos o católicos y se avoque a rendir culto a Quetzalcóatl que era el dios de la vida y de la sabiduría. Huitzilopochtli: dios de la guerra. Cipactonal: dios de la astrología y los calendarios.
Coatlicue: diosa de la fertilidad. Tlacotzontli: dios protector de los caminos nocturnos. Yaótl o Tezcatlipoca: dios del cielo y la tierra, además de fuente de la vida. Yacatecuhtli: dios de los mercaderes y viajeros. Centeotl: dios del sustento. Amimitl: dios de los pescadores y de los lagos y Xochipilli: dios del amor, la belleza, la danza y el placer, por solo citar algunos de las incontables deidades que adoraban nuestros antepasados, y de esa manera estaría en sintonía con el pretérito.
POR FORTUNA dice que si el Papa Francisco no pide perdón a los mexicanos, “si esto no sucediera, no tendríamos nosotros motivo para la confrontación o el cuestionamiento. De todas formas, nosotros vamos a ofrecer disculpas, el Estado mexicano, porque las comunidades originarias no sólo padecieron de la Conquista, ya en el México independiente hubo acciones represivas de exterminio, actos de injusticia para despojarlos de sus tierras, de sus aguas, esto fue lo que padecieron los mayas, lo que padecieron los yaquis, enfrentaron guerras, así se les conocía a las expediciones que se mandaban a la península de Yucatán y a Sonora para exterminar a mayas y a yaquis (insistimos: lo mismo padeció Maximiliano al ser mandado a asesinar pese al perdón y destierro que pedía, en cambio, la emperatriz Carlota para su marido. Pero Juárez era terco y así son sus seguidores y fanáticos).
EL AUTOR de “El hombre mediocre” y de la “Evolución de las ideas”, entre muchos otros, el argentino José Ingenieros, solía decir: “Enseñemos a perdonar, pero enseñemos también a no ofender. Sería más eficiente”, y acaso el presidente Andrés Manuel López Obrador que ha hecho de sus mañaneras una ofensa constante y permanente contra los mexicanos que no comulgan con sus ideas, debería aprender de la consiga. Así de simple. OPINA [email protected]