“Euménides.”
Mtro. José Miguel Naranjo Ramírez.
El derecho es una de las herramientas más importantes para poder vivir y convivir en sociedad, el nacimiento del Estado como ente de dominación, regulación, organización, control, surge con la propia ley, sabemos que no toda ley es justa o ideal e incluso se puede afirmar que en ocasiones existen leyes injustas, esto es comprensible porque no podemos exigir una ley y sociedad perfecta de nuestras imperfectas vidas, sin embargo, a lo largo de la historia hemos aprendido y comprendido que toda sociedad que aspire a vivir en armonía, orden, progreso, sólo podrá lograrlo viviendo en Estado de Derecho, esto no implica que se defienda una ley injusta, el propio derecho instaura procesos para ir perfeccionándose y la razón humana buscará siempre la mejora, pero invariablemente la ley debe regir para todos y respetarse en forma absoluta, los Estados que no han razonado y actuado así se han convertido en Estados autoritarios, represores, intolerantes, dictatoriales, ahora bien, reconociendo la importancia del derecho en la organización y regulación de nuestras sociedades y si agregamos que la ley puede llegar a ser injusta, ¿Por qué debemos respetarla?
El avance que hemos logrado tener como civilización se ha conseguido gracias al uso de la razón, la crítica, la resistencia ante la barbarie, el valor, la dignidad, el honor. En esta larga lucha por construir sociedades civilizadas la razón ha creado conceptos e instituciones que ya no pertenecen a una determinada época o ideología, sino que son valores universales del hombre moderno. La Constitución, La División de Poderes, El Estado de Derecho, La Democracia, La Soberanía, La Autonomía, La Libertad de Expresión, El Estado Laico, La Pluralidad, El Derecho a las Minorías, a la Disidencia, La Alternancia en el Poder, etc. son principios y derechos que se encuentran por encima de cualquier ideología, programa de gobierno, estos principios y valores son tan importantes como antiguos, en el presente artículo reflexionaremos sobre ellos analizando la obra de Esquilo titulada: “Euménides.”
Con la Euménides se concluye las tragedias que integran la trilogía de Orestes. La trilogía inicia con el asesinato de Agamemnón cometido por su esposa Clitemnestra, la segunda parte titulada “Coéforas” narra la venganza de Orestes (hijo de Agamemnón) asesinando a su propia madre, y en esta tercera parte nos encontramos con las Erinias quienes son en la mitología griega un grupo de mujeres que buscaban la venganza persiguiendo a los culpables de un crimen para matarlo cruelmente. Estas mujeres han perseguido a Orestes, están dispuestas a todo, pero no permitirán que el matricidio de Orestes quede impune. Apolo quien es un Dios importante de aquel mundo griego protege a Orestes y le dice que vaya a Atenas y busque a la diosa Palas Atenea para que ella le haga justicia, Orestes obedece y llega ante la diosa, pero al mismo tiempo que le pide auxilio a Atenea, las Erinias se hacen presente y le exigen a Atenea que entregue a Orestes, después de una fuerte discusión la diosa resuelve lo siguiente:
“Voy a tomar una determinación. Para resolver este arduo asunto voy a escoger jueces que juzguen sobre los crímenes de sangre, atados por la santidad del juramento, y este tribunal quedará instituido para siempre. Llamad testigos, llamad asesores que puedan fundar la norma del derecho. Yo regresaré entonces. Habré elegido los mejores de la ciudad para que juzguen con absoluta conciencia, sin quebrantar la santidad del juramento, sin herir la justicia.”
El juicio empezó con la presencia de dioses y hombres sabios, el fiscal quien es encabezado por las Erinias le hace preguntas contundentes a Orestes, una de ellas es que declare si asesinó a su madre, Orestes responde que sí, pero como es un debido proceso legal Orestes pide sean escuchados sus argumentos. Orestes les pregunta a las acusadoras por qué no persiguieron a su madre cuando ella asesinó a su propio marido para irse con su amante, las Erinias contestaron que no lo hicieron porque Clitemnestra no lleva en sus venas la sangre de su marido, y que por eso a él sí lo persiguen porque su crimen es imperdonable al haber asesinado a su propia madre.
Orestes explicará cómo su madre traicionó y asesinó a su padre Agamemnón, además, recordemos que Clitemnestra desterró a su propio hijo Orestes y a su hija Electra para ella disfrutar de su amante Egisto y los dos se quedaron gobernando tiránicamente la ciudad de Argos. A pesar de todo lo argumentado, Orestes afirma que él vengó a su padre porque así se lo pidió Apolo, y será este Dios griego quien en el juicio defiende a Orestes manifestando que le pidió a Orestes asesinara a su madre porque así lo quiso Zeus, quien es el Dios todopoderoso. Apolo sostiene que el hombre muerto no puede retornar y que por ello el asesinato no puede ser perdonado, en palabras nuestras el asesinato al ser un daño irreparable el asesino no tiene perdón ni de Zeus ni mucho menos de nosotros los mortales.
A partir de los argumentos a favor y en contra, los jueces al final dictaron sentencia favorable a Orestes, no obstante, las Erinias no aceptan el fallo y amenazan con ocasionar muchos males a la ciudad como traer lepras, muertes de niños, caos, pobreza, enfrentamientos, y un sinfín de desgracias, Atenea firmemente responde: “¡Ni anarquía, ni despotismo! Esta es la norma que a mi ciudad impongo. ¡Guárdela con temor y reverencia! ¡No lancéis el temor fuera de las murallas! ¿Qué el mortal puede temer si obra lo justo? Si como es vuestra obligación respetáis este tribunal augusto, será para vosotros baluarte de la patria, tutela de la ciudad. Nadie cosa igual tuvo, no entre los escitas, ni en el suelo mismo de Pélope, sea este augusto tribunal sin tacha, digno de toda honra, indomeñable al cohecho, centinela sin sueño que vigile la suerte y el futuro de la ciudad.”
Las Erinias eran seres llenos de cólera, odio, encono y mucho rencor. Atenea les pide que se olviden de sus rencores y males del pasado, las invita a vivir el presente en armonía con un espíritu de progreso, respeto, orden y paz, les demanda que no causen daños ni división en la sociedad, que comprendan que el tribunal dictó sentencia y que por el bien de la ciudad deben respetar la ley, literalmente les expresa: “No en las almas de mis ciudadanos prendas la cólera de la discordia, para que no, a guisa de gallos, unos contra otros en la contienda se desgarren.”
Atenea hará hasta lo imposible por hacer comprender a las rencorosas Erinias que una ciudad dividida, polarizada, nunca vivirá en paz y muchos menos tendrá progreso, la diosa de la justicia comprende que el respeto a la ley, a los tribunales, es fundamental para resolver nuestras diferencias, y, sobre todo, que ningún Dios, personaje, cacique, caudillo, líder, puede estar por encima de la ley, esto representa ser un pueblo civilizado. ¿Lo somos?
El pueblo griego si fue civilizado, porque para Esquilo las Erinias se convirtieron en Euménides.
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