¿Es la sociedad mexicana conforme e indiferente?

     

    Por Francisco Berlín Valenzuela

     

    Reflexiones sobre un hecho que ofende la conciencia colectiva

    Hace unos días se dejó sentir en el mundo político de nuestro país, una especie de movimiento telúrico, que hizo pensar que algo grave estaba sucediendo. Esta situación fue provocada por la sacudida que experimentaron los restos de millones de liberales y progresistas del siglo XIX y de los hombres que participaron en el movimiento armado a principios del XX, acaudillados por quienes ofrendaron sus vidas en la defensa de ideales y principios que los llevaron a la lucha revolucionaria. Recordamos con emoción a los hermanos Flores Magón, José María Pino Suárez, los hermanos Serdán, Francisco I. Madero, Emiliano Zapata, Francisco Villa y Venustiano Carranza, entre otros muchos. A sus tumbas llegó la noticia de que el hombre que les causó todos sus males, desgracias e infortunios está a punto de ser reivindicado en la próxima semana en la ciudad de Orizaba, Veracruz, con motivo del homenaje que las autoridades municipales le quieren hacer al erigirle una estatua de 5.20 metros de altura con todo y su base, que será colocada en pleno centro de la ciudad, transfigurando en bronce la figura tan cuestionada del ex presidente Porfirio Díaz.

    El Presidente Municipal de esa ciudad Juan Manuel Díez Francos, seguramente mal asesorado, no pudo resistir las presiones de quienes lo impulsaron a tomar esta decisión, dando muestras de falta de tacto político, al sostener que le tiene sin cuidado la opinión de los mexicanos sobre el particular, pues según ha dicho, con una expresión insultante, “No sé si lo aprueben los políticos, pero, la verdad, no me importa, me vale madre…”.

    En su afán por llevar adelante su reaccionaria decisión, pretende justificar el hecho de la colocación de esa estatua en algunas obras que en el régimen porfirista se realizaron en su ciudad, haciendo caso omiso de las enormes desigualdades sociales que en la región existían y la protesta de sus habitantes por las injusticias que estaban padeciendo, y que en su desesperación llevaron a cabo movimientos de huelga en el año de 1907, en las ciudades de Rio Blanco, Nogales y Santa Rosa, mandándolos reprimir a sangre y fuego, causando la muerte a más de medio millar de personas, detonando así el movimiento revolucionario.

    Pocas figuras en la historia, no sólo de nuestro país sino de América Latina son tan criticadas por su papel en la historia, como lo ha sido la del ex presidente José de la Cruz Porfirio Díaz Mori, a quien se atribuye haber gobernado autoritariamente durante más de 30 años que duró su etapa, mediante el artilugio de reelecciones manipuladas desde el poder.

    La historia política de este hombre tiene indudablemente altibajos y claroscuros, prevaleciendo más sus aspectos negativos y sus sombras, que los positivos y sus luces, por eso los juicios que sobre él se tienen nos lo hacen ver, como dice Editorial Océano en su obra Grandes Biografías de México que se trata de un: “Hombre ambicioso y autoritario, Porfirio Díaz rigió la política mexicana durante más de 30 años. En ese tiempo, conjugó el cientificismo positivista y las fuerzas del capital extranjero, de la oligarquía y de la jerarquía clerical, para promover el desarrollo capitalista de México. Pero tal avance supuso la profundización de las injusticias y desigualdades sociales, el expolio de las tierras de los campesinos, el sometimiento de la burguesía criolla y la violenta represión de cualquier voz disonante. Finalmente, su sueño de poder inconmovible quedó roto, cuando, en noviembre de 1910 al intentar su séptima reelección como presidente provocó el estallido de una revolución que durante una década conmovió los cimientos de México, para asombro del mundo.”

    El hecho de que este gobernante durante su mandato haya realizado algunas obras positivas para el país, durante las más de tres décadas que ejerció la presidencia, no justifica de ninguna manera que se le dé un tratamiento de héroe y sea razón suficiente para justificar que se le pretenda rendir pleitesía y hacer objeto de honores que sólo están reservados para los gobernantes que trabajen para el bienestar de su patria y no atentan contra la integridad física de su población.

    Si bien, Porfirio Díaz sentó las bases para la modernización del país, esto lo hizopara beneficiar a industrias de capital extranjero –francesas y estadounidenses–, principalmente. Se habla también que impulsó la paz, sin mencionarse el alto precio que el pueblo mexicano tuvo que pagar, al reducirse sus libertades civiles e individuales, convirtiéndose el dictador en el dueño de la vida de los mexicanos, persiguiendo a líderes obreros y campesinos. Además, despojó a estos últimos de sus tierras para beneficiar a los hombres del dinero y a los grandes terratenientes, llegando a reprimir cualquier manifestación de inconformidad, como lo hizo en los casos de Río Blanco, Veracruz y Cananea, Sonora.

    Antes estas reflexiones, cabe preguntarse ¿merece un personaje como Porfirio Díaz un acto de reivindicación como el que se pretende hacer y el levantamiento de un monumento a su memoria? Para mí la respuesta es controversial, porque si bien es cierto hay argumentos a favor, también los hay en contra, teniendo estos últimos mayor peso ante el juicio de la historia. Quizá valdría la pena analizar lo que va a traer aparejado su develamiento, el enaltecimiento del dictador, que en el fondo sólo pretende hacernos olvidar una parte crucial de nuestra historia, con el efecto de tener un nuevo “héroe”, que simbolice la opresión y sea un ejemplo de mano dura para los oprimidos gobernados. Además, la develación de este monumento persigue, sin lugar a dudas, el propósito no expresado por la autoridad municipal, de ir abonando el terreno para que en un futuro cercano las fuerzas más reaccionarias de México lleven a cabo la repatriación de sus restos.

    Seguramente muchos mexicanos se preguntarán a lo largo de todo el territorio nacional ¿cómo es posible que una autoridad municipal surgida del Partido Revolucionario Institucional lleve a cabo semejante audacia política?,no obstante que la razón de ser de esta organización obedece fundamentalmente a los contenidos ideológicos de la Revolución Mexicana de 1910, surgida para combatir al régimen porfirista. Frente a este agravioque se hará a las pasadas y actuales generaciones de mexicanos, es incomprensible que los líderes del PRI y las autoridades gubernamentales de Veracruz guarden silencio y permanezcan indiferentes a este hecho de profundo significado social, sin fijar una postura al respecto.

    Finalmente pienso, que el que no alza la voz a lo largo de su vida para manifestar su inconformidad en contra de actosque lesionan sus ideas y conviccioneses porque nada tiene que decir, o simple y sencillamente porque no les importa lo que suceda a su alrededor.

    El pueblo tiene la palabra para decir lo que piensa de este hecho que tendrá lugar el próximo 1º de Septiembre y que realizará un gobernante municipal que quiere imponer su voluntad política e ideológica.

    *Doctor en Derecho. Autor de libros sobre Derecho Electoral y Parlamentario.
    Ex director fundador de El Colegio de Veracruz. Ex Diputado Federal en la LIII Legislatura