“11 de diciembre, día internacional del tango.”
Mtro. José Miguel Naranjo Ramírez.
Tango, tango, tango que me hiciste mal y a pesar de ello te sigo queriendo. He parafraseado a uno de tantos versos que forman parte de la grandeza poética del tango. El tango es un género musical y literario que desde hace varios años lo celebramos en el mes de diciembre. En esta ocasión lo haremos acercándonos al erudito escritor argentino Ernesto Sábato y su libro: “Tango, discusión y clave”, publicado por Editorial Losada en el año 1963. Desde hace muchos años que escribo sobre el tango, he tenido la oportunidad de leer libros que forman parte del enorme bagaje bibliográfico del tango. Recuerdo mis lecturas sobre: “El libro mayor del tango” de Jorge Ché Sareli, el valioso y muy especial libro de Jorge Luis Borges titulado: “El Tango, cuatro conferencias”, el escritor colombiano Jaime Andrés Monsalve nos llevó a vivir al mundo de Gardel con su clásica obra: “Carlos Gardel, cuesta arriba en su rodada”, y en varias lecturas más siempre aparecía el nombre de Ernesto Sábato y su libro: “Tango, discusión y clave.” Hace unos meses tuve la oportunidad de adquirir esta obra que es una verdadera joya. De entrada, la sola dedicatoria vale la pena compartirla:
“Las vueltas que da el mundo, Borges: Cuando yo era muchacho, en años que ya me parecen pertenecer a una especie de sueño, versos suyos me ayudaron a descubrir melancólicas bellezas de Buenos Aires; en viejas calles de barrio, en rejas y aljibes, hasta en la modesta magia que a la tardecita puede contemplarse en algún charco de las afueras. Luego, cuando lo conocí personalmente, supimos conversar de esos temas porteños ya directamente, ya con el pretexto de Schopenhauer o Heráclito de Efeso. Luego, años más tardes, el rencor político nos alejó; y así como Aristóteles dice que las cosas se diferencian en lo que se parecen, quizá podríamos decir que los hombres se separan por lo mismo que quieren. Y ahora, alejados como estamos (fíjese lo que son las cosas), yo quisiera convidarlo con estas páginas que se me han ocurrido sobre el tango. Y mucho me gustaría que no le disgustasen. Créamelo. Sábato.”
Una vez que el lector conoce la dedicatoria del libro, inmediatamente ingresa al mundo del tango presentado por Sábato. Aquí desarrollaré algunas pequeñas partes que me atrajeron, mejor dicho, me conmovieron. En la sección donde el escritor disertó sobre la metafísica en el tango, cita esta bella estrofa:
“¿Tras de qué sueños volaron?
¿En qué estrellas andarán?
Las voces que ayer llegaron y pasaron y callaron,
¿dónde están?,
¿por qué calles volverán?”
Ernesto Sábato cuando terminó de escribir su libro pensó en su amigo Borges, un amigo apreciado, aunque claramente se nota que estaban un poco enemistados, no obstante, Sábato se lo dedicó con la esperanza de que su amigo lo leyera y ambos reconvinieran. Cuando el escribidor leyó el anterior poema, al instante recordó a su amigo Marduck, un amigo muy querido, pero, ido. Sí, ido al más allá. El recuerdo lo provocó el mismo tango, porque en diciembre de 2014 Marduck le propuso al escribidor que impartiera una conferencia sobre: “El día internacional del tango”. Ese jueves 11 de aquel lejano diciembre, hablamos sobre el origen del tango, se explicó que el tango nació sin voz, que el primer tango-canción se llama: “Mi noche triste” y fue cantado por Gardel en 1917. Esto mismo nos condujo a conocer la vida del “zorzal criollo”, “el rey del tango”, “el francesito”, sobrenombres con el que es universalmente conocido el inigualable Carlos Gardel. El evento se llevó a cabo en la librería: “Los Argonautas”, propiedad de mi querido amigo Marduck, entonces ubicada en la calle Juan Soto N. 17, en el centro histórico de la ciudad de Xalapa, Veracruz. Una librería de viejo que era una verdadera belleza.
Al terminar la plática, todos en ese pequeño local nos pusimos a escuchar tangos, algunos tomando cervezas, otros vinos, tequilas, mezcales, wiskis… Allí estuvieron conviviendo el connotado filósofo Adolfo García de la Sienra, junto a su bella esposa Luzma. Al lado de ellos se encontraba mi amigo Enrique Hubert quien viajó desde la ciudad de los treinta cabellaros, Córdoba, Veracruz. Hubert no dejaba de mirar a Carlita de la Cerda, pero con una mirada tanguera le hice ver que esa bella dama había asistido para verme a mí. Aquí la mirada tanguera no fue retadora como la de los antiguos “compadritos”, personajazos del tango, fue una mirada que le aclaró a mi amigo que esa “Papirusa” en esa bohemia era sólo mía. Alfredo “el Fauno” no dejaba de atender a los invitados. El arquitecto Rafa Pardo me dijo que lo que más le gustó fue mi diálogo sobre: “Juan Moreira”, novela inmortal de Eduardo Gutiérrez. Toñito el pintor disfrutaba los mezcales al lado de Gerardo Escobar, Indira, Chava Huitrón. Gerardo a cada rato pedía se repitiera el tango: “Cuesta abajo”. Mientras todos decían ¡salud!”, el filósofo Gustavo Salmerón Jiménez decidió alejarse de la farra muy temprano, lo mismo hizo el abogado Santiago Ramírez y su elegante esposa Maribel González, quien ese mismo día estaba festejando su cumpleaños. Así se alargó aquella gran fiesta donde Marduck y Alfredo “El fauno” fueron extraordinarios anfitriones. “¡Te acordás, hermano, que tiempos aquellos!”
El 11 de diciembre de 2015 la fiesta tanguera se repitió, hubo algunos nuevos invitados. La “Diva del Sur” lucía imponente. Era mi nueva “Papirusa”. Acompañada por su hermana y sobrinos, la Diva solicitaba disertara sobre su tango favorito: “Por una cabeza”. Marduck invitó a un queridísimo amigo en común, Ricardo “el uruguayo”. Este personaje con su acento muy a tono al ambiente tanguero, realizó importantes comentarios sobre la controversia sobre si Gardel era uruguayo o francés. Rafa Pardo arribó con su esposa Lorena Murillo, llegaron un poco tarde, pero allí estuvieron disfrutando unas sabrosas “noches buenas” escuchando: “Volver”, tango inmortal compuesto por Alfredo Le pera y cantado por Gardel. La charla concluyó y casi todos permanecíamos en la librería: “Los Argonautas”. Gerardo Escobar se tuvo que ir porque estaba quebrantado por su cuerpo. Más, la parranda se agigantó, con decirles que el filósofo Salmerón no nos abandonó y aunque era una fiesta tanguera, junto al rockero Marco Corleone amaneció y así la juerga nos trasnochó.
Vuelvo al poema que nos comparte Ernesto Sábato:
“¿Tras de qué sueños volaron?
¿En qué estrellas andarán?
Las voces que ayer llegaron y pasaron y callaron,
¿dónde están?,
¿por qué calles volverán?”
En qué estrellas andarán Marduck, Ricardo “el uruguayo” y Lorena Murillo. El propio Borges en su poema: “El tango”, se pregunta:
“¿Dónde estarán? Pregunta la elegía
De quienes ya no son, como si hubiera
Una región en que el Ayer pudiera
Ser el Hoy, el Aún y el Todavía.”
Les escribo a mis amigos idos, porque sé que por ninguna calle volverán…y no lo digo por pesimismo, sino por puro realismo. Un realismo que me provoca amargura, descontento. Ernesto Sábato en su libro aborda el tema de la sensación de descontento en el tango: “El tango es una danza introvertida y hasta introspectiva. Un pensamiento triste que se baila. (Citando a Discépolo). Un napolitano que baila la tarantela lo hace para divertirse; el porteño que se baila un tango lo hace para meditar su suerte.”
Por cierto, suerte que en muchas ocasiones nos es “grela”. ¡Pero qué le vamos a hacer!, la vida es así y hay que jugársela toda toda en un tango. Por doloroso que sea, cuando escuchamos: “Uno”, “Volver”, “La cumparsita”, sabemos que nuestros seres amados idos nunca volverán para que disfrutemos esos inmortales tangos, pero, al instante que cantamos y los recordamos, en ese momento ellos están con nosotros y así es como revivimos ese tiempo dichoso que pasamos junto a ellos…esta es la mejor manera de rebelarnos ante la finitud y la nada. Recordándolos. Extrañándolos. Esa es la capacidad, sentido y valía de la memoria. Con ella nos burlamos por un tiempo de la nada.
Tango, tango, tango que me hiciste mal y a pesar de ello te sigo queriendo. Pero, cómo no te voy a querer si tú sólo has sido y serás una bella compañía. Cómo no te voy a querer si a través de ti me conmuevo, rebelo, sufro, rio y lloro, me atormento y libero, amo con pasión y con locura. Entonces, tango, mientras respire, junto a ti querido tango, me la seguiré jugando.
“Cuántos desengaños, por una cabeza
Yo juré mil veces no vuelvo a insistir
Pero si un mirar me hiere al pasar
Su boca de fuego
Otra vez quiero besar…”
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