Entre el machete de Cuitláhuac y las nalgas de Cazarín

¡Les faltó llevarse a Sofía al teibol..!

Decía Fernando Gutiérrez Barrios que gobernar es un arte que va más allá de satisfacer los caprichos personales o ambiciones ilegítimas o deshonestas.

En consonancia, don Jesús Reyes Heroles, siempre insistió en que en política la forma es fondo y para don Daniel Cosío Villegas el estilo personal del gobernar es el primer peldaño del populismo.

Y si nos vamos más atrás habremos de encontrarnos con Miguel del Cervantes Saavedra quien en el Quijote alude con sabiduría: “Querido Sancho: Compruebo con pesar, como los palacios son ocupados por gañanes y las chozas por los sabios”.

A todo esto: ¿Que pensará el gobernador de Veracruz, Cuitláhuac García Jiménez, sobre su peculiar estilo de hacer política a partir de ocurrencias?

“Pues mire usted joven –como diría Cantinflas- para mi todas las ideas son respetables, sean ideítas o ideotas”.

Vienen a cuento las evocaciones ya que este fin de semana sucedieron acontecimientos no sé si de carácter político o desafortunadas ocurrencias  que a la luz del espejo ciudadano motivaron más allá de la risa y los ya famosos “memes”, una enorme preocupación acerca de en manos de quien está el destino de más de ocho millones de veracruzanos.

Quien esto escribe lo largo de medio siglo ha observado y reseñado estilos, modos, formas y barbaridades en el ser y hacer de los políticos.

Es común incluso observar quien hace política con las patas, pero que los políticos –que no ciertas políticas- se bajen los calzones –“¡No me grabes hijo de tu puta madre!”- para mostrar las nalgas so pretexto de una inyección…

¡Eso sí que es nuevo!

Hay gobernantes que hacen política con las “patas”, pero ¿con las nalgas?

Molesta e incomoda pues, observar la imbecilidad en el ejercicio del poder justo cuando decenas de miles de veracruzanos están postrados en una cama de hospital, padeciendo hambre en sus hogares o llevando a enterrar a sus seres queridos.

Lacera asimismo saber que el fino arte de la política –no con bisturí, sino a machetazos- lo encabece el máximo jefe de las instituciones veracruzanas y, por añadidura, que el representante del otro poder, el legislativo, muestre sus miserias.

Cuitláhuac en nada es el exponente de la política veracruzana.

Salir a  “chapear”, enviar un mensaje de lo inútil que es el alcalde de Xalapa, Hipólito Rodríguez, ir a pintar la pared de una casa el fin de semana a un apartado pueblo o acudir con el “Bola 8” a retocar guarniciones en las ruinosas calles de Xalapa, en nada ayudan a la suma de votos y sí abonan a la mofa, a constatar que lo suyo lo suyo es la “Salsa”, los churritos, las caguama y, por supuesto el cariño, afecto y desmedido amor por sus cuates.

Juan Javier Gómez Cazarín es el mejor exponente de la improvisación en la política y no porque solo haya estudiado la primaria y hasta hace un par de años ser un experto en las transas en la compra y venta de autos usados, no.

El hoy flamante presidente de la Junta de Coordinación Política del Congreso de Veracruz, luego de sentirse soñado de mostrar las nalgas –en la sorna popular ya se le conoce como el “nalgas de burro… de planchar”- está cierto que con sus payasadas se congratula con el jefe y los electores descuidado que son esas actitudes de moderno “Capulina” no hace más que envilecer a las instituciones.

Cuitláhuac –quien en algún momento de su vida trabajo de payaso –no de circo, sino para amenizar los mítines políticos- está empeñado en no olvidar ese viejo oficio.

Se esfuerza. Transita entre el penúltimo y el antepenúltimo lugar como el peor gobernador de México. Y no es el último solo porque Barbosa de Puebla y el otro bruto de Morelos, el futbolista Cuauhtémoc Blanco, ambos de Morena, no se dejan.

Cuitláhuac, en 20 meses de gobierno ha hecho muchas y muy reprobables acciones, ésta, sin embargo, de exhibirse a la par de Cazarín –Pa´la otra van a invitar al teibol a la Presidente del Poder Judicial, Sofía Martínez Huerta, presidenta del Poder Judicial-  derrama el vaso.

Afortunadamente está bendito y puede hacer cualquier barbaridad que se le ocurra sin que pase nada, hasta rifar incluso ese vistoso sombrerito que le queda de pelos cuando anda chambeando.

Tiempo al tiempo.

 

*Premio Nacional de Periodismo