“Apenas son suficientes mil años para formar un Estado; pero puede bastar una hora para reducirlo a polvo”. (Lord Byron).
Aperitivo 1: Luego de afirmar que terminando su sexenio se retirará de la vida pública por completo, el presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, sostuvo: “Para los jóvenes y para los partidos: formación política con principios y con ideales, porque si no domina el pragmatismo y no se puede transformar sin ideales; entonces, un partido que no forma a sus militantes, sobre todo a sus jóvenes con ideales, con principios, no dura, fracasa porque se convierte en un instrumento para buscar cargos (…) se necesitan ideales, principios, si no se vuelve un agrupamiento de ambiciosos vulgares, un partido”. ¿Brujo? ¿Lo dijo al tanteo? ¿O ya los zopilotes andan revoloteando? No, no, no, seguro tiene otros datos. Ahí veremos, dijo el ciego.
Aperitivo 2: “En la región de Los Altos de Chiapas, donde la mayoría de su población es indígena y rural, y donde Coca-Cola tiene una planta embotelladora en el municipio de San Cristóbal de las Casas, el consumo de esta marca es aplastantemente mayoritario respecto a la competencia ya desde temprana edad de la población. Al 3% de niños menores de seis meses, sus madres les dan Coca-Cola, en un momento que solo deben tomar leche materna. Coca-Cola es el producto más disponible en Los Altos, uno tiene que caminar más distancia para comprar tortillas o cualquier otra cosa. La cantidad de puntos de venta es excesiva, sin ningún control, y con precios reducidos hasta el 30%”. (Dr. Marcos Arana, investigador del Instituto Nacional de Ciencias Médicas y de la Nutrición Salvador Zubirán”). ¿Qué es primero, el agua o la Coca-Cola?
Con o sin horario de Dios (Amlo dixit); con o sin reloj de Dios (Jorge Alcocer dixit), llegado un instante el tiempo se nos acaba y la pregunta, necia, es: “¿Qué hemos hecho con nuestro tiempo?” Con o sin reloj de manecillas, el tiempo nos consume, dicen. Entonces uno ya no sabe si es cierto o falso que el tiempo todo lo marchita, hasta la dicha. O por ahí va el asunto. Mientras, repito, se nos acaba el tiempo, “estamos literalmente aproximándonos al punto de no retorno. Observa lo que está ocurriendo en el mundo con el cambio climático. Es aterrorizante. Somos parte del mundo natural y dependemos de ecosistemas saludables”, señaló en entrevista la primatóloga Jane Goodall. ¿Hay espacio para el optimismo?, me pregunto a cada instante… Válgame Dios, otra vez el tiempo.
Bueno –¿o malo?-, los únicos interesados en cambiar el mundo son los pesimistas, porque los optimistas están encantados con lo que hay, escribe José Saramago. Y Antonio Gala dice: “No soy pesimista. Soy un optimista bien informado”. ¿Entiendes, Méndez? ¿O te explico, Federico? Seamos más precisos, pues. A la pregunta de si soy optimista o pesimista, yo respondo que mi conocimiento es pesimista, pero mi voluntad y mi esperanza son optimistas, dijera Albert Schweitzer. Y mI admirado Gilbert Keith Chesterton menciona que el optimista es aquel que cree que todo está bien menos el pesimista; y, pesimista, aquel que cree que todo está mal, excepto él mismo.
Quizás quedamos en las mismas o peor. ¿Qué otra cosa se puede pedir al mundo acelerado? Quizás los políticos deberían analizar lo que dijo Sir Francis Bacon: “Lo malo cuando se finge bueno, es pésimo”.
Parece que me alejo del tema, pero no tanto. José A. Lozano Díez, en entrevista con Joaquín López Dóriga, se preguntó: “¿Con quien pasas tú tiempo?”. Y planteó: “¿Cuántas veces analizamos con quién pasamos el tiempo? ¿Cuánto tiempo pasamos con ellos y qué dejan en nuestras vidas? Muchas veces las personas con las que deberíamos estar, las ignoramos, y las personas que quizá no hacen tanto bien a nuestra vida, son las que tenemos cerca”. ¿Cómo les quedó el ojo?
Antes de lamentarnos… mejor pensar, gozar, crear, vivir… “El tiempo que te quede libre, dedícalo a mí…” La novelista Joy Williams hace poco expresó: “Mientras nos distraemos, el mundo se acaba”. Y agregó: “El ser humano es incapaz de cambiar”. ¿Será? Al tiempo.
Los días y los temas
Del libro Una novela rusa, de Emmanuel Carrère: “Mi amigo Pável me cuenta una historia judía. Abraham suplica a Yavé: “¡Yavé, me gustaría tanto ganar algún día la lotería! Te lo suplico, Yavé, te lo imploro, te lo pido desde hace tanto tiempo, concédemelo, una sola vez, y no volveré a pedirte nada. Yavé, haz que gane la lotería. Llora, se arrodilla, se retuerce las manos. Al final Yavé sale de las nubes y dice: Abraham, te he oído y quiero complacerte. Pero te ruego me des una oportunidad. Por una vez en la vida, una sola vez, ¡cómprate un décimo!
Yo que pido sin cesar que me liberen, me digo que escribir en ruso es comprar mi décimo, dar a Dios una oportunidad de que me salve”.
Demos una oportunidad a Dios. Pero hagamos algo, carajos, para bien de la humanidad.
Ahí está la tarea.
De cinismo y anexas
Para no variarle y sigan encabronándose mis detractores, aquí les dejo unos desempances literarios.
*La felicidad, el conocimiento, en este lugar, no en otro, en esta hora, no en otra hora. (Walt Whitman).
*Todo lo que realmente nos pertenece es el tiempo; incluso el que no tiene nada más, lo posee. (Baltasar Gracián).
*Cuando llega el tiempo en que se podría, ha pasado el tiempo en que se pudo. (Marie von Ebner-Eschenbach).
*El valor supremo no es el futuro sino el presente; el futuro es un tiempo falaz que siempre nos dice “todavía no es hora”. (Octavio Paz).
*Por muy lentamente que os parezca que pasan las horas, os parecerán cortas si pensáis que nunca más han de volver a pasar. (Aldous Huxley).
|Ahí se ven.