El sufragio universal: detonante para el avance de las mexicanas.

’21/11/2024’
’21/11/2024’
’21/11/2024’

“Resolved lo que queráis, pero afrontando la responsabilidad de dar entrada a esa mitad del género humano en política y la sociedad para que sea cosa de dos”

Clara Campoamor (1888-1972)

 

Corrían los primeros meses del año 1952, y durante la campaña de Don Adolfo Ruiz Cortines a la Presidencia de la República, en diferentes actos el candidato mencionaba con frecuencia: es impostergable que la mujer sea incorporada a la vida política”; y las mujeres organizadas, dentro y fuera de su partido, mostraban una gran simpatía por su propuesta formándose así el Comité Femenil pro-Ruiz Cortines.

 

Este comité lo encabezaban mujeres valiosas de todo el país dirigidas por Margarita García Flores, en el momento, Secretaria Nacional Femenil, quien junto con las dirigentes de los tres sectores nacionales y del D. F. se preparaban para hacer la petición formal al candidato para que se concediera el voto irrestricto a la mujer mexicana. Margarita García Flores[1] lo revivía así:

 

“…Iniciada la campaña del entonces candidato del PRI a la Presidencia de la República, Adolfo Ruiz Cortines en el año 1952, en la mente de todas nosotras las mujeres priistas, persistía una idea que para ese momento se había vuelto obsesiva, lograr que la mujer mexicana obtuviera el derecho al voto… El General Sánchez Taboada, Presidente del partido encomendó a dos jóvenes políticos de la época, para que me ayudaran y se ocuparan del tema del sufragio para la mujer mexicana, ambos serían a la postre Presidentes de México: Adolfo López Mateos y Luís Echeverría Álvarez.

 

Y llegó el día en que había que enfrentar al candidato del PRI a la Presidencia de la República y hacerle el planteamiento. Me reuní con María Dolores Heduan Virués de la CNOP; Alberta Moreno de la CNC; Graciela Becerril de Beltrán, Carmen María Araíza por la CTM, Esther Villaliz por la CROC y Martha Andrade del Rosal, por las mujeres del DF y definimos la estrategia para abordar a la brevedad al Candidato. Lo hicimos en el mes de marzo de 1952 en el edificio del PRI y ya frente a Don Adolfo, alimentándome de valor, le dije: “Sr. Candidato Ruiz Cortines, las mujeres mexicanas quieren el voto para ayer, no para ahora… ¿Usted cree que es justo que nos discriminen porque nacimos con un sexo diferente? del cual estamos orgullosas, pero no es justo que esa sea la diferencia para no obtener los derechos plenos”. El candidato fue parco en su respuesta y sin decir sí o no, sólo se concretó a decirnos que ése era un asunto muy importante y aceptó la invitación de reunirse con nosotras en la Magna Asamblea Nacional Femenil a celebrarse el 6 de abril de ese año en el Estadio 18 de marzo, oportunidad que aprovecharíamos para que conviviera con nosotras y donde todas le demostraríamos el respaldo a su candidatura. Nosotras sabíamos que de ahí dependía todo. Llegado el día, antes de iniciar el gran evento recibí el comentario del joven Adolfo López Mateos, quien me dijo: Margarita, yo mecanografié dos discursos, uno, donde se otorga el voto y el otro en donde se omite, ahora depende de ustedes… y ese fue el gran reto de la Asamblea y de la campaña” (García, 2005, C en Lladó, Z (2010).

 

Y es así como el candidato Adolfo Ruiz Cortines, se comprometió ante veinte mil mujeres ese 6 de abril de 1952 en esa histórica Asamblea Nacional, y ahí declaraba: “la mujer mexicana generosa y desinteresadamente, ha prestado su valiosa aportación a las causas más nobles, compartiendo peligros y responsabilidades con el hombre. Consciente de su alta misión en las vicisitudes de nuestras luchas libertarias, la mujer ha logrado obtener una preparación cultural, política y económica, similar a la del hombre, que la capacita para tener eficaz y activa participación en los destinos de México” Y al concluir su discurso con la siguiente frase, las mujeres desataron su alegría: “Si el voto me favorece, promoveré, el segundo día de mi mandato, las reformas constitucionales necesarias para otorgar los derechos universales a la mujer mexicana”. (Treviño, 1992:71).  

 

Ya siendo Presidente Ruiz Cortines (1952-1958), hace realidad ese compromiso enviando justamente el 2 de diciembre de 1952, a las Cámaras,  la iniciativa de reforma a los artículos 34 y 115 constitucional siendo aprobada y publicada el 17 de octubre de 1953, pasando a la historia como el Presidente visionario: “porque incorporó a la vida democrática al otro 50 % de la población votante… de esta manera se nos reconoce nacionalmente a las mujeres en el derecho de votar y ser electas y así se extiende plenamente nuestra participación” (García, 1990:45-52).

 

Sin duda la consecución de los derechos políticos para las mexicanas fue el gran detonante. El 3 de Julio de 1955 éstas acuden a las urnas para ejercer su sufragio por primera vez, eligiendo diputados federales para la XLIII Legislatura.

 

Pero, la lucha por la equidad e igualdad de derechos de las mujeres no concluiría ahí.  A partir de ese momento se intensificarían los movimientos sociales y políticos, que éstas emprendieron para ir asegurando su avance en todos los órdenes.

 

Para 1974 la reforma al artículo 4º constitucional definía la igualdad jurídica entre hombres y mujeres mexicanos y en 1996 se lograba, por primera vez, la garantía de las “cuotas de género” que vino a responder a la necesidad de lograr que las mujeres fueran reconocidas en la misma condición que los hombres en los cargos políticos. Por otra parte, en el nuevo siglo se producirían avances dentro de los partidos mexicanos, en el caso del PRI, que en 2005 permitió la paridad estatutaria, siendo el único partido en México que lo impulso en su interior. Igualmente, la generación en 2007 de la Ley general de acceso de las mujeres a una vida libre de violencia como una necesidad de garantizar el respeto a su integridad en todos los órdenes, así como, las reformas a la Ley Electoral que fueron acercándose a la igualdad política, hasta llegar finalmente a la reforma de 2014 en donde se hace realidad la paridad de género en los cargos de elección popular y, en todos los órdenes, en 2018.

 

Luego entonces, a 68 años de distancia, y adentrándonos al México del presente, es bueno analizar cómo nos vemos hoy las mujeres mexicanas, pero también como se ven los varones y la sociedad en general.

 

Si bien es cierto que el acceso a la educación, al trabajo y a las oportunidades sociales y políticas han permitido a un gran porcentaje de mexicanas lograr sus proyectos personales, familiares y sociales, derivado de las garantías que el propio Estado mexicano generó para ellas en su momento, también reconozcamos que existen aún grandes y graves desigualdades en grupos que aun sufren la  marginación y,  mientras haya una mujer en pobreza, discriminada, violentada o asesinada por razón de género, la sociedad no está en equilibrio y siempre habrá una voz femenina que se levantara para reclamar justicia.

 

Pero, por otra parte, también debemos aceptar que México como país tiene grandes retos y que la sociedad es otra, y que en ello se distingue algo muy valioso, la existencia ya de una nueva generación de varones mexicanos que entienden esa lucha y se solidarizan y fomentan la colaboración desde la familia, el trabajo y la sociedad, en el deseo de caminar juntos-mujeres y hombres- para enfrentar los retos del presente y del futuro.

 

Luego entonces esa lucha, que suma la voluntad de varias generaciones de mujeres que dieron su esfuerzo y su vida para vivir en un mundo de igualdad, que contó con el apoyo de los gobernantes visionarios que creyeron en ellas en su momento, y que permitieron que, lo hasta hoy alcanzado rendiera sus frutos, no debe detenerse y menos escatimar lo logrado. Por lo que hoy más que nunca, se debe continuar asumiendo la responsabilidad, el compromiso y la participación de todas y todos, para que la igualdad sustantiva sea pronto una realidad, porque sin duda, en ello habrá de fundarse, en adelante, el equilibrio social, económico y político de nuestro país y del mundo.

 

Gracias y hasta la próxima.

 

 

[1] Entrevista personal a Margarita García Flores, (2005).