EL AMOR EN LA DRAMATURGIA DE ALEJANDRO CASONA. (IV)

Los árboles mueren de pie.

Mtro. José Miguel Naranjo Ramírez.

La condición humana nos enseña que podemos soportar la felicidad y la tristeza, podemos amar y odiar, pero todo tiene un límite, esto implica que una gran dicha o desdicha puede causarnos delicados desequilibrios, desajustes, tanto físicos como emocionales, y en muchos casos ya nada vuelve a ser igual, aun así, el hombre posee una cualidad llamada carácter, cualidad que lo distingue, lo hace único; poseer un carácter es sinónimo de firmeza ante la adversidad, entereza ante el dolor inevitable, y con este carácter aprenderemos a sobrevivir, porque la vida es lo único valioso y real que tenemos, por lo tanto, hasta el último suspiro debemos esforzarnos por vivir con dignidad, voluntad, vivir mirando de frente, no de manera retadora, sino de forma honorable, en esencia, morir como los árboles mueren, de pie. Esta extraordinaria temática la analizaremos en la presente obra de teatro del gran dramaturgo español Alejandro Casona.

La pieza se compone de tres actos, fue estrenada en Buenos Aires, Argentina, en 1949. Narraré la esencia de la historia y a partir de allí haré algunas reflexiones. La forma en que cuento la historia no corresponde al orden de los hechos, e incluso ni siquiera abarca la historia completa pero sí lo esencial de la misma. Marta-Isabel es una joven guapa, tranquila, ella está deprimida porque acaba de perder su empleo y siente tanto vacio, tristeza y soledad que pretende renunciar a la vida. Mauricio, sin conocer a Isabel, le hace llegar unas flores y en un pequeño papel le dice que la espera mañana. Esa frase de “te espero mañana” intrigó a Isabel, primero quería descubrir quién se la había enviado y cuál era el motivo.

Al otro día Isabel fue a la dirección donde la esperaban, y después de permanecer un rato la recibió el Director de lo que podía ser una beneficencia o una casa de locos. Isabel conoció a Mauricio, el Director. Este personaje le dijo que sabía sobre su tristeza y soledad, le había dado seguimiento a su caso; que el lugar donde estaba no era un loquero, al contrario, era una beneficencia pública para el bienestar del alma. Mauricio le ofreció casa, comida y trabajo, el cual consistía en ayudar a la gente necesitada. Isabel quedó sorprendida por la propuesta, ella preguntó cómo podía ayudar, Mauricio le respondió que era dueña de una sonrisa hermosa, limpia, sincera, angelical, y que una sonrisa puede ser motivo de felicidad y esperanza para muchas personas…para lo que a unos puede parecer exagerado, cursi, intrascendente, créanme que, para otros, una sonrisa, un abrazo, una mirada, compartir una plática, tomar un café, es mucho más que matar el tiempo. Las sociedades de hoy están tan vacías y materializadas que se han olvidado de reír, compartir, comprender, en fin…continuemos.

Isabel aceptó gustosamente el empleo. Aquí entra al escenario un personaje llamado Señor Balboa, quien llegó a la beneficencia a pedir el siguiente apoyo. Balboa le platicó a Mauricio que tuvo la desgracia de perder casi a toda su familia, que sólo sobrevivió su esposa y un nieto. A este lo amaron y consintieron mucho, al extremo que hicieron de él un niño caprichoso, rebelde, engreído, soberbio; cuando los abuelos hablaron con él e intentaron ayudarlo para que corrigiera su conducta, el nieto empeoró, se drogaba, robaba, no mostraba el mínimo respeto, y un día el abuelo se vio obligado a defenderse con los puños de la agresión del nieto y tuvo que correrlo de su casa, el nieto se fue a vivir a Canadá. Los años pasaron y la salud de la Abuela no mejoraba, extrañaba al nieto y le dolía pensar que moriría sin saber nunca más de él. Balboa, por miedo a perder a su amada esposa, hizo lo siguiente.

Balboa empezó a escribir cartas a la Abuela fechadas desde Canadá y firmadas por el presunto nieto; Balboa le había dado seguimiento a la vida de su nieto y sabía que continuaba siendo un delincuente, pero también sabía que si no inventaba una mentira piadosa su esposa moriría. Habían pasado veinte años de la ausencia del nieto. En las cartas, este había corregido su forma de vida, ahora era un arquitecto famoso, exitoso, estaba casado y vivía feliz. Balboa acudió al centro de beneficencia para que Mauricio lo ayudara con el subsiguiente plan.

Balboa le pidió a Mauricio que se hiciera pasar por el nieto. Al inicio le pareció una idea cruel, empero, ante la posibilidad que la Abuela muriera de tristeza, aceptó. Balboa le dijo que a la recién contratada Marta le quedaba perfecto el papel de la esposa de Mauricio, llamada Isabel, (Mauricio es el nombre oficial del nieto, e Isabel el de la esposa inventada en la carta). El plan quedó acordado y se empezó a organizar todo para que la Abuela recibiera a su amado nieto después de tantos años de separación.

El día tan esperado llegó, la Abuela moría de felicidad al ver a su nieto, por supuesto que lo encontró muy cambiado, pero entre la avanzada edad y la buena actuación de Mauricio e Isabel, la Abuela jamás dudó que era su nieto, convivían, comían, tomaban vino, escuchaban música, recordaban anécdotas de la niñez de Mauricio, y por supuesto que esto obligaba a los actores humanitarios a besarse de verdad. En una ocasión Isabel besó a Mauricio en la mejilla y la Abuela dijo que cómo era posible que unos recién esposos se trataran de manera tan fría, esto orilló a Isabel a besar a Mauricio de forma profunda, también al inicio cuando la Abuela se dormía, los fingidos esposos dormían en distintas habitaciones, pero una vez descubierta esa falta, se vieron en la necesidad de dormir en la misma recámara.

Conforme avanzamos en los actos y escenas, vamos percibiendo que Isabel está profundamente enamorada de Mauricio. Este le manifiesta a Isabel que no se les olvide que el arte está por encima de la vida, que todo lo que están viviendo es sólo una actuación. Isabel le pregunta si en verdad así es como piensa y siente, él responde fríamente que sí, ella entristece, pero reconoce que las reglas del juego son claras, podrán besarse en público de manera profunda, mostrarse cariño, estar todo el día juntos, pero la regla enseña que no deben enamorarse… sí, ¡cómo no!

Mientras esto sucede en la vida de Mauricio e Isabel, y cuando están a punto de supuestamente regresar a Canadá y con ello haber cumplido el compromiso de regalarle varios días de felicidad a la Abuela, aparece el verdadero nieto, sí, el delincuente, el sin escrúpulos, el vil, el inmisericorde, y lo que aquí sucede es digno de ser leído, por ahora les anticipo que la Abuela nos enseña que al mero estilo del viejo Santiago, personaje de la novela “El Viejo y el Mar” de Hemingway: “Un hombre de carácter podrá ser derrotado, pero jamás destruido”…

Y en cuanto al amor…este si es puro y sincero triunfa…siempre triunfa, porque Romeo y Julieta se siguen amando, Mauricio e Isabel se siguen besando…

 

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