DANTE SABE.

Desde su juventud, en la secundaria, la preparatoria y la universidad, Dante Delgado dio visos de su potencial para el ejercicio de la política, que con el tiempo se fue nutriendo de grandes experiencias, como uno de los funcionarios públicos más jóvenes y eficientes que registra la historia, como legislador al ganar de manera contundente la elección en el distrito de Córdoba, proclive a la democracia como dirigente partidista al implementar las consultas a la base para la toma de decisiones, hablar de su cuatrienio como gobernador, con grandes obras y acciones sin precedente, que ni juntos los seis gobernadores posteriores con presupuesto de ingresos infinitamente superiores han podido equiparar, es referirse a la mejor época de Veracruz, donde las oportunidades fueron tantas que de otras latitudes también las encontraban, con instituciones fuertes, con justicia y seguridad, personal, para las inversiones y el patrimonio, donde se podía viajar sin sobresaltos por todo el territorio de la entidad a diferencia del presente donde nadie tiene asegurado absolutamente nada.

Desde la institución política que fundó al lado de miles de mexicanos, se ha destacado por sus iniciativas de vanguardia, en defensa de la división de poderes y la transparencia, cuyos legisladores defienden con decoro e intensidad.

Estos son algunos de los resultados de su participación, inmejorables y de gran beneficio social, conoce como nadie el entramado del poder, sus recovecos y sus inconsistencias, sabe del timing de la vida pública y los tiempos reglamentarios, sabe quién está jugando a ser oposición y al servicio del poder, sabe quiénes tienen una legítima aspiración y quienes son los simuladores, por esa razón nada ni nadie lo sacará de sus casillas, no va apresurar decisiones para evitar análisis histriónicos y sin contenido de las plumas que no mata de hambre el tal Alito.

La prueba más clara de que es conocedor del arte de la política y el nuevo rumbo que el país necesita es que, en estos momentos y hasta diciembre, nadie dejará de hablar del Movimiento Ciudadano, unos con esperanza, otros desconcertados sin atinar en sus predicciones, y otros, para recoger migajas de la mesa de los poderosos, mal acostumbrados por los Duarte, Alito y toda esa miseria de la vida política que padece México.

Si ladran es señal de que avanzamos, Alito apesta y quienes lo secundan hieden a traición, a corrupción.

 

JORGE MARIN BARRAGAN