Cómo han de estar las cosas en la 4T que su mejor escudero es Cuitláhuac, quien lo mismo acusa al Senado de la República de golpista, que descalifica y adjetiva a la segunda fuerza política partidista, el PAN, o califica de ridículas las amenazas de muerte a periodistas.
Anda muy echado para adelante desde el diferendo con Monreal “allá él si defiende delincuentes”; el desprecio a Dante quien ante el reclamo de “Desaparición de Poderes” ni lo pela, y le vale madre que lo señalen por “abuso de autoridad”, violar los derechos humanos o que tenga presos políticos como Rogelio Franco y José Manuel del Río Virgen.
Ayer se descosió de nueva cuenta al señalar que el Partido Acción Nacional no representa gran cosa y que ante la exigencia del reclamo por la violación de los derechos humanos en Veracruz “es lo último que pueden antes de que desaparezcan”.
¿El Cuícaras es adivinador o Tlatoani?
No le importa torcer la ley con tal de tener tras las rejas a sus enemigos y hasta que se vino abajo la ley por “Ultrajes a la Autoridad” fue su mejor garrote para consumar venganzas.
A este señor o lo que sea, se le nota que se subió a un ladrillo.
Es un bizarro que ante la amenaza de muerte a cinco periodistas en un disfrazado “Anonymous”, la voltea asumiendo que el amenazado es él: “No tengo miedo, no tengo temor, cuando actuamos apegados a derecho y la justicia, cuando se tiene la autoridad moral para proceder así, el que nada debe, nada teme (…) A mí no me daña ese video”.
Nadie atrevió a decirle ¡espérate tantito, no puedes ser el muerto y doliente del velorio!
De algo, sin embargo, estamos ciertos, a Cuitláhuac, seguramente su papá Atanasio o Beatriz Gutiérrez Muller, le dijeron que era el símil del héroe mexica, ese jefe militar que se convirtió en azote de Hernán Cortes.
De otra manera no se entiende su comportamiento.
Se cree, al igual que el otro Cuitláhuac, un hombre astuto, sagaz y bullicioso. Se ve en el espejo de aquel que fue quien armó a sus ciudadanos para la lucha contra los conquistadores, el mismo que ofreció recompensas a los pueblos que derrotaron a españoles e hizo todo lo que estuvo en sus posibilidades para expulsarlos de territorios mexicas.
No se sabe, pero tal vez aconsejado por sus hermanos Canek, Tonatiuh, Yolochitl, Quetzalcoatl o Xicotencatl –y no es broma, así se llaman sus consanguíneos- lo convencieron que su carnal es la versión actualizada de aquel Cuitláhuac que en compañía de su hermano el emperador Moctezuma, el noveno tlatoani mexica, recibió a Cortés en Veracruz aquel 8 de noviembre de 1519, con un gran collar de oro y prendas de algodón.
Ahí se encontraba Cuitláhuac, no el Cuícaras, hermano del emperador y señor de Iztapalapa, para impedir que Cortés –no Monreal- tocara al gobernante mexica cuando lo vio por primera vez, pues al tratar de abrazarlo, el español fue apartado por el jefe militar diciéndole algo así como “¡Eres un golpista!”.
Aunque la biografía de Cuitláhuac -no el que baila salsa- no ha sido completamente recuperada por los historiadores, se sabe que fue hijo –tampoco de Atanasio- sino del Tlatoani Axayácatl y fue el principal jefe militar en el gobierno de su hermano Moctezuma y se encargó de expulsar a los españoles de México-Tenochtitlan en la llamada “Noche Triste”.
Lo que ya no se acuerda nuestro Cuitláhuac de aquel Cuitláhuac, es que después de que Cortés se enteraría del asesinato de uno de sus jefes militares en Veracruz por parte de los mexicas, el conquistador encarcelaría a Moctezuma, le quemaría los pies a Cuauhtémoc –no Cárdenas, por supuesto- mientras que al Cuitláhuac de aquel entonces, solo se supo que lo mandó al Pacho Viejo de aquella época.
Pero, bueno, dejemos la historia a un lado y sigamos observando al valiente Cuícaras, que se siga luciendo con su juguetito de poder, ya falta menos.
Tiempo al tiempo.
*Premio Nacional de Periodismo