“Cuentos de Perrault.”
Mtro. José Miguel Naranjo Ramírez.
En México cada 30 de abril se festeja el día del niño, según datos encontrados en la página digital de la Comisión Nacional de Derechos Humanos, esta importante celebración se realiza de manera oficial desde el año 1924.[1] “El objetivo del Día Universal del Niño es recordar a la ciudadanía que los niños son el colectivo más vulnerable y, por tanto, que más sufre las crisis y los problemas del mundo, de igual manera es un día para dar a conocer los derechos de la infancia y concienciar a las personas de la importancia de trabajar día a día por su bienestar y desarrollo.” La protección de los derechos de los niños representa un progreso en estas sociedades tan violentas, individualistas, insensibles, y poco tolerantes; los niños, utilizaré mejor la expresión; nuestros pequeños hijos, son sinónimos de felicidad, continuidad, alegría, amor, pero también, responsabilidad, paciencia, comprensión, esfuerzo, mucha dedicación, y conforme a nuestras culturas, tradiciones e idiosincrasias, debemos otorgarles buena educación que los guie por el camino del bien.
Hablando de educación, uno de los pilares con los que el hombre ha ido educándose, reformándose, civilizándose, es la literatura. Esta disciplina tan antigua como las propias sociedades nos ha legado obras memorables, y por supuesto que, en su amplia diversificación de géneros literarios e intereses, la literatura infantil tiene sus autores y libros referentes, para ser más puntual, verdaderos clásicos universales, y precisamente en este mes dedicado a festejar a los niños nos acercaremos a obras y autores que generaciones tras generaciones han disfrutado sus lecturas e iniciamos este ciclo literario con los cuentos de Perrault.
Charles Perrault fue un reconocido cuentista del siglo XVII. Perrault nació en París, Francia en 1628, y aunque este siglo francés tiene nombres insignes en la literatura como Moliere, Racine, La Fontaine, en el terreno filosófico aparece el genio de Descartes, aun así, la figura literaria de Perrault fue conocida por la intelectualidad francesa y gran parte de Europa, de hecho, Perrault ingresó a la Academia francesa y no tan sólo estuvo al lado de grandes luminarias, sino que discutió con ellas, tuvo serias controversias con Racine, sin dejar de mencionar que Perrault era muy cercano a la realeza francesa encabezada por el Monarca Luis XIV.
Ahora bien, la emoción no debe ganarnos, porque si bien Perrault es uno de los autores clásicos de la literatura infantil, la realidad es que su lugar es secundario al lado de Moliere, Racine, La Fontaine. En el prefacio de su libro de cuentos se queja de esta poca valoración de su obra por un sector consagrado en el terreno literario: “Es cierto que algunas personas que gustan de aparentar gravedad, aunque con talento suficiente para comprender que se trata de cuentos escritos para divertir y poco importantes en sustancia, las miraron con desprecio; sin embargo, tuvimos la satisfacción de comprobar que las personas de buen gusto las juzgaron de manera distinta. Estas, por el contrario, se complacieron en observar que tales bagatelas no eran simples fruslerías; antes bien, encerraban una moraleja útil.”
Y es precisamente esa moraleja útil la que logra hacer que los cuentos de Perrault tengan enorme vigencia. A los niños les gustan porque: ¿Quién no se emociona con la historia de Cenicienta? ¿A qué niño no le causa terror el despiadado Barba azul? ¿Qué niña no sueña con las bellas princesas y hadas?, o en su caso, ¿Qué jovencita no fantasea con la llegada de un príncipe que la despierte de su sueño y la haga feliz? No obstante, si bien todos son cuentos de ficción, fantasía, historias sencillas, pequeñas, eso no significa que no tengan una enseñanza profunda que puedan ayudar a niños y niñas a reflexionar y aprender, en los cuentos de Perrault titulados: “Griselda” y “Piel de asno”, podemos encontrar grandes enseñanzas, vayamos a ellas.
La historia de Griselda en momentos es desagradable, tanta sumisión y humillación de la mujer ofende, no obstante, recordemos que estamos en el lejano siglo XVII. Aquí un joven Príncipe es presentado como un tipo apuesto, valeroso, generoso, amado por su pueblo, aparentemente virtuoso, sólo tiene un pequeño defecto, desconfía de la mujer, piensa, cree, afirma, que la mujer es falaz e infiel y por ello se mantiene siempre alejado de ellas. Un día se encontraba de caza y de pronto en medio del bosque conoció a Griselda, una joven bellísima, trabajadora, honesta. El Príncipe quedó deslumbrado y enamorado, anunció a sus súbditos que el amor le había llegado y ha decidido casarse, lo interesante es que el Príncipe no dijo de quien se había enamorado, sería una sorpresa anunciar el nombre de la futura prometida, esto originó que las jóvenes se arreglaran conforme a los deseos y gustos del Príncipe: “Todas cambiaron de trajes y ademanes; tosieron con aire devoto, suavizaron la voz, se bajaron los tocados medio palmo, se cubrieron el pecho, se alargaron las mangas y apenas se les veía la puntita de los dedos.” Por supuesto que si al Príncipe le hubiera gustado que enseñaran los pechos y lucieran sus piernas, sin duda alguna hubieran vestido así, ahí está un pequeño detalle que ilustra y enseña lo que no se debe hacer por vil e indigno.
El tiempo pasó y el Príncipe se casó, Griselda con su sencillez, honradez, originalidad, conquistó a todo el pueblo, era una mujer amada, respetada y luego luego este matrimonio procreó una bella hija. Al paso de los años el Príncipe empezó a cambiar, dudaba de la honradez de su esposa, y al mero estilo de “El curioso impertinente”[2] de Miguel Cervantes, comenzó a ponerle pruebas, humillarla, y Griselda siempre soportó lo insoportable. Les anticipo que la historia relativamente tiene un final feliz, digo relativamente, porque la actitud machista y bárbara del Príncipe y la sumisión innoble de Griselda no es para considerar la historia como feliz y valerosa de ejemplificar, al contrario, la utilidad de la moraleja consiste en mostrar a nuestros niños y niñas que esas conductas deben ser erradicadas, que el hombre debe tratar con respeto a la mujer y que esta debe respetarse y valorarse.
En lo personal me atrapó y convenció más la bella historia del cuento: “Piel de Asno”, porque si Griselda en parte es víctima de una sociedad machista, salvaje, cruel, también se le puede reprochar una sumisión exagerada por difícil que fueran las circunstancias. En cuanto a “Piel de Asno”, aquí estamos ante una Princesa que prefirió renunciar a las riquezas, comodidades, vivir errante, pero dueña de su voluntad, no sucumbió ni mucho menos temió por su vida ante la pretensión amorosa que le hacía el déspota Monarca que al mismo tiempo era su padre, la Princesa prefirió esconderse literalmente en una piel de asno, este bello cuento Perrault lo concluye con las siguientes palabras:
“No es difícil comprender que el objeto de este cuento es enseñar a los niños que es preferible exponerse a las más rudas aflicciones antes que faltar a su deber; que la virtud puede ser desgraciada, pero se ve coronada siempre; que, contra un loco amor y sus fogosos transportes, la más fuerte razón es débil fortaleza, y que un amante es pródigo siempre de ricos tesoros; que el agua clara y el pan moreno bastan para alimentar a toda joven criatura, con tal de que pueda tener vestidos hermosos.”
Preferible vivir en la digna medianía, a obtener lujos que sólo representan nuestros vacíos y miserias.
Correo electrónico: [email protected]
Twitter@MiguelNaranjo80
Facebook: Jose Miguel Naranjo Ramirez.
[1]https://www.cndh.org.mx/noticia/celebracion-del-dia-del-nino-y-de-la-nina-en-mexico
[2] En la primera parte de “El Quijote de la Mancha”, novela publicada en 1605, el autor cuenta la historia de una pequeña novela titulada: “El curioso impertinente”, (La novela dentro de la novela), donde el personaje llamado Anselmo, innecesariamente o mejor dicho, imprudente e impertinentemente, pone a prueba a su mujer llamada Camila, todo porque Anselmo quiere probar si Camila le puede ser fiel aun en su ausencia física, y para ello se va de la casa y le pide a su amigo Lotario que enamore a su mujer, y bueno, ¡ya se imaginarán!, es toda una historia…