Simplemente dejó de operar.
Anulado en la operación política, distante de los hilos del poder y apartado en su “jaula de oro” de Coatepec, el Secretario de Gobierno, Eric Cisneros, dejó de ser útil.
Por mandato del centro y ante el cúmulo de yerros políticos, presuntas ligas inconfesables, atropellos a ciudadanos y partidos políticos, así como gestar una profunda división entre las tribus de Morena, el mejor conocido como Bola #8, pasó a retiro.
Su lugar de manera oficiosa la ocupa el diputado Juan Javier Gómez Cazarín, presidente de la Junta de Coordinación Política del Congreso del estado.
Fueron muchas las tonterías y atropellos cometidos por el aun secretario de Gobierno, quien pasó a ser un florero de gobierno luego de defeccionar contra su propia gestora Roció Nahle y deslizar ante cierta prensa pretensiones y aspiraciones inadmisibles como pelear por la candidatura gubernamental a destaparse hacia finales del año próximo.
Se entiende que la instrucción partió de propio Palacio Nacional, del propio presidente, quien desde anteriores visitas recibió reclamos de abusos de autoridad y presuntas rapacerías por temas de corrupción de parte de Cisneros, lo cual se tradujo en atajarle en una primera instancia el paso a todo evento público de carácter presidencial.
El distractor de atender temas turísticos relacionados con su tierra y en lo general en la región del Papaloapan, disfrazó asimismo en modo alguno el quehacer que venía desempeñando como responsable de la política interior de la entidad.
Su actividad se derivaría a otros asuntos más relacionados con el cuidado de camellones y chapeo de jardines, así como la intervención política local en el municipio de Coatepec, de donde no sale y ya tiene hasta el cepillo al alcalde de la localidad.
Su destino político se marcaría luego de repetidas denuncias de ligas con el crimen organizado; declaraciones infortunadas como aquella de no permitir la acción ilegal de un Cartel -el de Jalisco nueva Generación- “encima” del ya establecido, el Cartel de Sinaloa.
“Aquí no vamos a permitir que ningún grupo quiera venirse a establecer sobre otro”, declaró textualmente.
Sus constantes desatinos provocaron irritación en las altas esferas del poder a pesar de las repetidas defensas de su jefe político Cuitláhuac García, no pudo sostenerse.
Todo dejó de funcionar en su favor ante la ola de censuras y críticas por su injerencia de toda índole en la actividad gubernamental, hasta en las de carácter administrativo en donde invariablemente asomaba la sospecha de negocios al amparo del poder.
Ese mismo grupo de damas por él preferenciadas, se convirtió en un Talón de Aquiles, al regresar al imaginario colectivo aquellos viejos episodios de las “Reinis” y las “Barbies” al servicio del poder.
Hoy al señor Cisneros le sobra tiempo, mismo que ocupa en actividades turísticas y defensa del medio ambiente; en cuidar que el crucero aldeano, “El Catamarán” de la Cuenca, arrinconado en Tlacotalpan, no se hunda y proteger una salida digna que no lo ponga en la mira tanto de organismos delictivos como de la pesada mano del poder.
Tiempo al tiempo.
*Premio Nacional de Periodismo