“El origen de la familia, la propiedad privada y el Estado.”
Mtro. José Miguel Naranjo Ramírez.
La historia de la filosofía nos enseña que normalmente los filósofos aciertan en sus críticas, pero yerran en sus propuestas. Cuando leemos la crítica enérgica, rigurosa, de Federico Engels, no tan sólo se le otorga razón y fundamento, además, en muchos sentidos sus postulados se encuentran vigentes y por ello en momentos Engels te atrapa y provoca sentimientos de inconformidad ante la clara descripción de una sociedad desigual, egoísta, inhumana, corrupta. Engels en su abundante obra realiza una fuerte crítica al capitalismo rapaz y como hombre ilustrado analiza y estudia los orígenes de muchos de los males que aquejan a las modernas sociedades, un ejemplo puntual se encuentra en su clásico libro titulado: “El origen de la familia, la propiedad privada y el Estado”, obra publicada en 1884 y pilar en el pensamiento marxista-engelsliano.
Para los socialistas del siglo XIX ya sean los utópicos como el Conde de Sain-Simón, Fourier, Owen, algunos incluyen a Pierre Joseph Proudhon o los autodenominados socialistas científicos Marx y Engels, el origen de las desigualdades sociales se encuentra en la propiedad privada y consecuentemente en el desarrollo del capitalismo llevado incluso a la fase superior denominada imperialismo, partiendo de esta tesis, Engels analiza en su libro instituciones fundamentales como son la familia, la propiedad y el Estado. El estudio detallado de cómo fue evolucionando la familia en las distintas sociedades es cautivante y llega a unas conclusiones que pueden asombrar y al mismo tiempo incomodar, vayamos a conocer sus postulados.
Engels aclara que su libro: “El origen de la familia, la propiedad privada y el Estado” parte de las investigaciones realizadas y documentadas por Lewis H. Morgan, quien fue un antropólogo y etnólogo estadounidense, considerado el padre de la antropología moderna. Morgan en “La sociedad antigua” explica cómo fueron evolucionando las familias y Engels en su libro realiza un recorrido en lo que para él son las tres principales etapas por las que ha pasado la humanidad las cuales son: “Salvajismo, Barbarie y Civilización”.
En cada etapa estudia el consumo, los modos de supervivencia, de producción, la forma de relacionarse, y, sobre todo, en cada etapa analiza cómo se integraban y reproducían las familias, esto nos llevará a conocer la familia consanguínea, donde los hermanos y primos se podían casar, aquí la única prohibición de casamiento era de los padres con los hijos, posteriormente llegará la familia punalúa que representa cierta evolución ya que prohíbe el casamiento entre hermanos, cada etapa tendrá su evolución y en cada etapa nos encontraremos con conceptos debidamente explicados entre ellos, heterismo, poliandria, exogamias, endogamias, según el concepto de tipos de familias, forma de relacionarse, reproducirse, etc. todo este interesante recorrido lo hace Engels para llegar a la familia que hoy día conocemos como es la familia monogámica.
Instalado en la familia monogámica Engels afirma que esta organización viene de la mano con la esclavitud y la propiedad privada, literalmente expresa: “La primera división del trabajo es la que se hizo entre el hombre y la mujer para la procreación de los hijos, y puedo añadir: el primer antagonismo de clases que apareció en la historia coincide en el desarrollo del antagonismo entre el hombre y la mujer en la monogamia; y la primera opresión de clases. La monogamia fue un gran progreso histórico, pero al mismo tiempo inaugura, justamente con la esclavitud y con las riquezas privadas, aquella época que dura hasta nuestros días y en la cual cada progreso es al mismo tiempo regreso relativo y el bienestar y el desarrollo de unos verificase a expensas del dolor y de la represión de otros.”
Por supuesto que Engels examina detalladamente como fue evolucionando la familia monogámica y sostiene que con la monogamia apareció el adulterio y la prostitución, porque afirma no sin sustento que en un mundo donde lo que más importa es la posesión, la propiedad, la cosa, la riqueza material, el matrimonio monogámico jamás ha sido por amor sino por interés, y, tal vez nos cueste comprender esta dura afirmación porque nuestro cerebro está súper-educado para ver la vida como un bien material, propiedad-dinero-mujer bella, pero considero que en esta crítica Engels es absolutamente vigente, por ello lo cito a continuación:
“El matrimonio se funda en la posición social de los contrayentes y, por tanto, siempre es un matrimonio de conveniencia. También en los dos casos este matrimonio se convierte a menudo en la más vil de las prostituciones, a veces por ambas partes, pero mucho más habitualmente en la mujer, ésta sólo de diferencia de la cortesana ordinaria en que no alquila su cuerpo a ratos como una asalariada, sino que lo vende de una vez para siempre, como una esclava.”
Luego entonces, si Engels afirma que el matrimonio monogámico no se originó por amor, sino por interés, por posesión, ¿Dónde encuentra el amor Engels? El filósofo de origen alemán encuentra el amor en el adulterio, porque para él fue una manera de rebelión de la mujer ante la opresión del hombre, ya sea el padre quien la obligó a casarse con quien no amaba o contra el esposo quien la adquirió por sus bienes materiales, y no tan sólo Engels afirma esto, también lo argumenta citando un sinfín de poemas donde el amor verdadero se encuentra en la ilegitimidad, en el adulterio, porque allí es donde los amantes eligen libremente y sienten pasión, deseos, amor, por supuesto que Engels no está haciendo una apología del adulterio y la prostitución, al contrario, su objetivo es enseñarnos que el capitalismo explotador, avaricioso, ha dañado los distintos tejidos fundamentales de la sociedad, créanme que esta parte de la obra es muy interesante y ambiciosa, ahora bien, ha llegado el momento de preguntarnos: ¿Hacia dónde quiero llevarnos Engels? ¿Busca desaparecer el matrimonio monogámico? Engels nos responde:
“Podría responder no sin fundamento. Lejos de desaparecer, más bien se realizará plenamente a partir de ese momento. Porque con la transformación de los medios de producción en propiedad social desaparecen el trabajo asalariado, el proletariado, y, por consiguiente, la necesidad de que se prostituyan ciertos números de mujeres que la estadística puede calcular. Desaparece la prostitución y en vez de decaer, la monogamia llega por fin a ser una realidad, hasta para los hombres.”
Cualquier lector podría pensar que esta obra fue escrita y publicada en el siglo XIX, que hoy día la mujer elige y decide libremente con quien casarse, sin embargo, reflexionemos lo siguiente: En un mundo donde vivimos (hombre y mujer) apasionados, obsesionados y entregados a los bienes materiales, ¿Seremos realmente libres en nuestras elecciones? Aquí podremos agregar para su análisis un término clásico del marxismo, “alienados”, sí, somos seres alienados y hasta inconscientemente elegimos no elegir, o si elegimos, la elección ha sido impuesta, dirigida.
¡Carajo! esto me hace pensar y recordar que Nicolás Copérnico nos enseñó que no somos el centro del universo, Carlos Darwin nos quitó el supuesto origen divino, Sigmund Freud nos demostró que muchas veces no tenemos el control de nosotros mismos, y Engels nos revela que lo que creemos elegir nos ha sido impuesto primero por la fuerza física y ahora por la enajenación mental. ¿Qué podemos hacer? Considero camunianamente que debemos rebelarnos, ser un hombre rebelde, ir argumentativamente contracorriente, querer, sentir, amar, decir sí, decir no. Finalmente, en nuestra finitud y limitaciones esforzarnos por ser esencia y pensamiento propio…
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