Bardo: Crítica o pretensión

El arte es una actividad mediante la cual de manera creativa y en ocasiones estética se recrean aspectos de la realidad, es subjetivo. Cada persona lo entiende desde distintos espacios y contextos, pero ¿qué pasa si nos centramos más en lo que hace sentir?, el arte provoca y no siempre son sensaciones placenteras. Hay piezas de arte moderno que suelen despertar repudio, incomodidad. Otras obras que son más visuales generan polémica, pueden polarizar todo tipo de opiniones. Así es “Bardo, falsa crónica de unas cuantas verdades”, el último filme del cineasta Alejandro González Iñárritu.

Cuando se quiere entender una obra, resulta indispensable conocer un poco de su autor, ¿cuál ha sido su vida?, los elementos emblemáticos de la misma, ¿qué retos ha enfrentado?, ¿cuál es la historia que de él conocemos? En el caso de Iñárritu sabemos que nació en México, sin embargo, su éxito se ha incrementado en Estados Unidos, donde su trayectoria le ha valido múltiples distinciones internacionales entre las que ya figuran incluso premios Óscar.

En su última creación llega con un filme ampliamente criticado y que a su vez de manera indirecta también es una fuerte crítica a su nación. Es evidente que la crítica se hace desde el privilegio, incluso en el filme se burla de eso. Haciendo alusión directa al nombre de la película cuenta infinidad de historias, las cuales para un espectador común no podrían tener coherencia o sentido. De eso se trata la misma película.

El director por sí mismo ha declarado que no es una película lineal, quien desee acudir a verla en la pantalla grande debe tener en cuenta que no se trata de una narración lógica en la que necesariamente se entienda algo, se debe acudir centrados en las sensaciones, en lo que despierta tras cada una de las historias. Desde mi apreciación personal recomendaría verla en más de una ocasión, profundizar en los diálogos y en las narrativas individuales de algunos personajes, pues incluso en los audios de fondo más sutiles hay múltiples mensajes.

¿Hay una crítica fuerte a la situación del país? Sí, con profunda estética y arte Alejandro González Iñarritu logra plasmar múltiples realidades que van desde el papel de los medios de comunicación donde se burla de ellos incluso en el nombre de un programa donde todo son supuestos, la investigación se enfoca más en ridiculizar o vender que verdaderamente en informar, hasta llegar a puntos más lacerantes como las desapariciones y feminicidios que ocurren ante la sociedad a cualquier hora del día sin que la sociedad despierte o actúe.

La crítica social va acompañada de tintes con memoria, porque si bien es evidente que el protagónico es un reflejo del mismo director, donde incluso él parodia su propia apreciación del privilegio, la memoria corresponde a quien la vive, sus recuerdos y percepciones, por ende, no puede catalogarse como una verdad absoluta.

Al estilo literario de las cajas chinas o como si se tratara de un profundo sueño, a través de conexiones surrealistas podemos percibir una fuerte narrativa que constantemente habla de desigualdad, del papel que tomamos como mexicanos desde distintos escenarios. Plasma profundamente el resentimiento de quienes han sido negados, de grupos que constantemente sabemos olvidados y que se recuerdan cuando hay que aprovecharlos, plasma la supuesta empatía que se siente desde la comodidad y el bienestar de unos cuántos, haciendo evidente que son estos mismos grupos los que lo generan.

De igual forma con sutileza habla de las creencias mágicas que sustentamos para evadir la pobreza, el sufrimiento y la miseria. Retrata a los migrantes, ya sea por necesidad o con privilegio, estos últimos representados en él mismo, donde también aborda la realidad de oportunidades negadas en su propio país, donde los laureles le son brindados hasta después de la fama.

Los tintes de crítica podrían parecer sutiles, sin embargo son crudos, diversos y de manera final desde la comodidad de alguien con buena economía aborda un tema crucial, sumamente retratado en otras ficciones de directores en igualdad de panorama: la cercanía de nuestro país con Estados Unidos, el dominio de este y el punto que pocas veces consideramos; pese a encontrar el poder más fuerte en una minoría, este sigue siendo latente y pesará quizás por muchas generaciones más debido a la constante guerra entre los propios, al menos desde la propia percepción del director fue así como se logró la conquista.