Apocalipsis del pensamiento

Ahora todo es Covid y pandemias: coviestrés, covinsomonio, covitristreza, coviolencia, coviaislamiento, covichingadera y media; pandemias aquí, allá y acullá. Poco o nada dejamos para la relajación y la vida misma; la contemplación, la dicha de sabernos y sentirnos vivos, sin miedos, quedan fuera, Así ni cómo ayudarnos, a no ser que seguir ciegos rumbo al matadero. “¡Dejad que los ciegos jueguen también a la gallina ciega!”, dijera A. J. Lec.

El escritor Benito Taibo, en entrevista, expresó que “nunca pensamos que el apocalipsis iba a ser así. Pensamos que iba a ser vestidos en medio del desierto post nuclear, buscando agua y armados hasta los dientes. Ahora estamos armados con cubetas, trapeadores, desinfectantes, geles y jabones. Entonces es un apocalipsis francamente curioso al que nos estamos enfrentando, pero también es un apocalipsis del pensamiento.”

          ¿Apocalipsis del pensamiento? Taibo contesta: “Creo que es muy sencillo: apelar a la imaginación. En la fantasía se encuentran las herramientas para enfrentar a los monstruos de la realidad, pero además es un divertimento. Hoy descubrimos que la cultura está ahí, a un paso de nuestras computadoras, nuestros teléfonos, y que sirve para crear educación sentimental, pero también es un maravilloso distractor que da algo más, que deja una impronta en nuestras vidas y nuestras cabezas, nos permite mirar al mundo de una manera distinta, tomar decisiones distintas, apelar a las lógicas de empatía, de sororidad, de resiliencia, de resistencia. En ese sentido, la cultura siempre ha estado ahí presente para los tiempos difíciles, sin ella no seríamos nada. Si cubrimos nuestras necesidades básicas sanitarias, de agua, de luz, de las cosas elementales que están a nuestro alrededor, la cultura sirve como este gran bálsamo para las heridas que nos está provocando la pandemia y este tiempo oscuro y terrible en el que estamos viviendo.” ¿Entiendes, Méndez, o te explico, Federico?

          Pero quizás la cultura en México está valiendo madres, o ya valió, porque ni siquiera atisbamos dónde están las pinches llaves para salir a jugar. Y nos contentamos con lo que nos atiborran y continuamos siendo unas marionetas. Ni cómo ayudarnos.

          Soñar no cuesta nada, dicen. Pero en verdad os digo, soñar ahora cuesta uno y otro. La escritora Irene Vallejo, autora del delicioso libro El infinito en un junco, en su artículo “El peso de los sueños”, escribió: “El miedo tiene mil caras y, en los últimos meses, hemos visto muchos de sus rostros. La soledad de los enfermos y los invisibles escuadrones de virus. La ansiedad de afrontar el trabajo entre peligros o el riesgo de no tener un empleo al que acudir. El pánico a la calle o la asfixia del encierro. El dolor tras contagiar a una persona próxima o la lejanía de los seres queridos. Las enfermedades desatendidas, el temor a las secuelas, las muertes, las ausencias. Todos estos terrores nos han visitado por las noches.”

          Y añade: “Hoy sabemos que nuestras pesadillas nacen del estrés, la angustia y la tristeza. Somos veteranos de tiempos hostiles: dormidos exploramos no la vida que tenemos, sino la que tememos.”

          Vaya, escribiera Piolo Juvera: “Tu sueño es la pesadilla de alguien más.” “Los sueños, cuando dejas de perseguirlos, se convierten en pesadillas. Y te persiguen a ti.” Claro, ya lo escribí por ahí, el insomnio es un pedacito de tu ser que nunca se deja atrapar.

 

Los días y los temas

 

Para seguir aguando la fiesta, les comparto una parte de la nota periodística “ONU: El Apocalipsis Humano se adelantó para antes de 2050”: “Un escenario apocalíptico apoyado en datos científicos del que difícilmente vamos a salvarnos. Es lo que se plantea en un informe devastador de la ONU que este miércoles ha revelado la agencia France Presse. En el informe los expertos en clima de la ONU constatan una evidencia fundamental: los desajustes provocados por el cambio climático se van a acelerar y van a ser palpables mucho antes de 2050.

“A partir de ahí, el informe describe un panorama gris que tiene varias consecuencias en la falta de agua, la desnutrición y el éxodo poblacional. Todo ello hará que la vida en la Tierra sufra modificaciones nunca antes conocidas y prácticamente insoportables para el ser humano.

“En cuatro mil páginas de innegable tono apocalíptico, cientos de científicos del organismo parten de una misma conclusión: esa aceleración de impactos devastadores por el cambio climático va a producirse sea cual sea el ritmo de reducción de gases de efecto invernadero.” (sinembargo.mx, 23/06/21).

Y por si algo les recuerda, en su libro Filosofía de clase media, Federico Fabregat escribió: “Derechos: ¿Quién le quita a uno el derecho de venir a este mundo a destruirlo?”

La verdad sea dicha: puedo sobrevivir sin ti, amor, pero no sin agua.

 

De cinismo y anexas

 

Yo que aspiro y suspiro por ti, Esperanza. Amlo dijo: “Por eso estamos hablando de una clase media solidaria, fraterna, no ladina y aspiracionista. Claro que hay que superarnos, pero no volvernos aspiracionistas, ni aspirar a ser fifí, toda esa vida vacía del lujo barato, de apostar todo a lo material, de triunfar a toda costa, sin escrúpulos morales, sin ninguna índole.” Los “destapados” por Amlo, hace unos días, ¿no son nada “aspiracionistas”? Digo, es pregunta.

Fernando Curiel escribió: “Mientras más notoriedad se tiene, con dinero, comodidad, prestigio social, puestos públicos, etcétera, menos interés se tiene por la suerte de los demás, aunque siempre es políticamente correcto decir lo contrario de dientes para afuera. Ni que no lo supiéramos.”

          Quien entendió, entendió. Ahí se ven.