Desde tiempos de la campaña estudiosos de la ciencia política llegaron a México a estudiar el fenómeno Andrés Manuel López Obrador. Para los mexicanos la acción nos parecía exagerada y a veces propagandística. Ahora, lo inexplicable sigue y el estudio sobre su popularidad no deja de asombrar a propios y extraños, a contrincantes y simpatizantes.
Esta vez el presidente de México se parece más a un personaje de las historietas de Marvel que de la historia reciente de México.
Si bien ha habido una oposición que no ha dejado de intentar desgastar el capital político del presidente de la república, también es cierto que esa disidencia no ha cuajado lo suficiente como para hacer mella en las simpatías del presidente, donde su popularidad en el mes de enero del año que empieza va del 71.1 por ciento hasta el 59.5 según Roy Campos, pasando por el Reforma que asegura, junto con el Financiero, que tiene 61 por ciento. Esto, a cinco meses de las elecciones, ha causado la desesperación de la oposición que ahora se precipita visceralmente sobre cualquier aparente error dándole más fuerza.
La disidencia no ha encontrado el talón de Aquiles del Presidente. Debe tenerlo. Mucho ha contribuido a que el desgaste le haga lo que el viento a Juárez las fake news que se desmienten a tiempo gracias a la mañanera, de ahí que la mañanera sea la principal arma del Presidente y de la 4T.
Una noticia falsa puede comenzar a rondar por las redes sociales y a la mañana siguiente se desinfla como un globo, y aquí lo mejor es que se informa sobre el origen de la noticia falsa, es decir se dice el instrumentador de la mentira o el medio que la difunde, desacreditando, poco a poco, pero de manera contundente las críticas, y cuando son ciertas, simplemente parecen mentiras.
Desde luego que la administración pública no ha sido perfecta, y eso asombra más los resultados de sus simpatías. Por ejemplo, el caso del crecimiento económico que sin la pandemia hubiera sido desastroso y llegó el Coronavirus a salvar del descalabro económico más grande de los últimos años. Así como le fue a todo el mundo así le irá a México con su economía. Ni más ni menos.
Estos y otros descalabros propios del poder o a veces de la inexperiencia o ignorancia, incluso de la ingenuidad, han afectado el desarrollo de una administración pública de la que la oposición exige perfección, como si en sus tiempos de ejercer el poder hubieran trabajado bien. No trabajaban mal, simplemente no trabajaban.
Por ejemplo, qué necesidad había de ponerse a pelear con los poderosos dueños de las redes sociales argumentando censura a las palabras de su amigo Donald Trump, erigiéndose como un defensor de la libertad de expresión, cuando en realidad es un problema ajeno que, en términos reales, el propio Trump se ganó.
Desde luego que la palabra de Andrés Manuel López Obrador tiene una gran repercusión en Estados Unidos, son varios millones de paisanos que viven del otro lado de la frontera y que ya tienen todo el derecho a votar en las próximas elecciones.
La Ciudad de México anuncia profusamente un programa para convocar a los migrantes no sólo para votar, sino para tener representante político en la capital del país y otros estados, como los de mayor migración tienen sus candidaturas abiertas a los hombres y mujeres que viven en Estaos Unidos y que quieran representar las necesidades e intereses de los mexicanos en el extranjero.
Sin embargo, la reiterada denuncia de retar a los dueños de las redes resultó un exceso que castigaba otro exceso, el del propio Donald Trump, que convocó a una revuelta a través de estos medios que sirven para garantizar la paz y la concordia no sólo entre los habitantes del país sino ante los países del mundo.
Los errores del presidente parecen convertirse en aciertos y hasta los enemigos más radicales reconocen los conocimientos que protagoniza Andrés Manuel en materia de comunicación y, por qué no decirlo, de propaganda. Por ello el INE no sabe qué hacer para emparejar el piso, pero en realidad no se han dado cuenta que el tiempo cambia y hay acciones que todavía no están reguladas por las leyes, menos aún en México, sobre todo en materia de comunicación. Sin duda el poder desgasta, es una reacción natural del ejercicio político en el poder; sin embargo, es probable que el exceso de críticas lo fortalezcan.
Subir en popularidad a pesar de tener una gran adversidad es todo un mérito, pero debemos darnos cuenta de que esa condición no sería posible si hubiera una oposición menos resentida y más responsable de su función social y su papel en la historia. PEGA Y CORRE. – Morena parece haberle quedado grande a Mario Delgado, si sabía en la que se metía para qué dejó la gubernatura de Colima donde la gente lo quería. Ahora ni ahí lo quieren… Esta columna se publica los lunes, miércoles y viernes.