*Ahí preguntara a seguidores si quieren reforma electoral
*El Presidente no sabe perder, y cuando fracasa arrebata
YA EN 2006, el ahora Presidente Andrés Manuel López Obrador dio muestras de ser un mal perdedor, como anteriormente lo había patentizado en todas las respuestas caprichosas antes sus fracasos. Pero en 2006, la primera vez que buscó la Presidencia de México siendo derrotado por el panista Felipe Calderón Hinojosa por un margen reducido, el tabasqueño y grupos afines se declararon inconformes con los resultados del conteo general realizado el día de la elección, y de conteo por actas llevado a cabo el 5 de julio de aquel año alegando la existencia de un fraude electoral. Así comenzó una campaña ante la opinión pública en la que solicitaba un segundo conteo de todos los votos en todas las casillas. El Tribunal Federal Electoral resolvió abrir, entonces, solo una fracción del total de las casillas, negando la solicitud formal realizada por la Coalición por el bien de todos (CPBT) de abrir la totalidad de los paquetes. El 9 de Agosto comenzó el recuento parcial de los votos en 11 mil 839 casillas, esto es, el 9 por ciento del total de paquetes electorales correspondientes a la elección para Presidente de la República, y los resultados del conteo fueron congruentes con los preliminares y los aparecidos en actas. El margen de ventaja entre el candidato que obtuvo el mayor número de votos y el segundo lugar había sido de apenas 250 mil sufragios y, luego de la anulación de algunas casillas impugnadas por la CPBT, este margen se redujo a 230 mil votos. Con esa diferencia a favor de Felipe Calderón Hinojosa, el Tribunal decretó la validez de la elección, porque en democracia se gana o se pierde con solo un voto. Pero López Obrador y sus seguidores se mostraron inconformes y el Consejo Ciudadano de la Resistencia Civil convocó a una Convención Nacional Democrática para protestar en contra y desconocer el fallo del Tribunal. Durante tres meses López Obrador y sus seguidores instalaron un “campamento permanente”, impidiendo el tránsito vehicular en su totalidad por la Avenida Paseo de la Reforma, una de las principales avenidas de la Capital, esto con la intención de presionar a las autoridades a llevar a cabo un recuento de los votos. El campamento fue cuestionado, pues el mismo López Obrador había promovido durante su gestión como jefe de Gobierno capitalino el llamado Bando 13, en el que se prohibían las protestas que afectaran la movilidad vehicular en las principales vías de la Ciudad, aunque como bien se sabe, AMLO, como dice una cosa dice la otra. Al no aceptar su derrota oficial, el movimiento encabezado por el oriundo de Macuspana habría de tomar cauces no institucionales. Sus seguidores lo proclamaron presidente legítimo el 16 de septiembre, y rindió protesta para ese cargo en un acto simbólico el 20 de noviembre de 2006, para después mandar al diablo a las instituciones.
AMLO NO sabe perder y lo ha demostrado a través de los años, y ahora que una marcha multitudinaria que se opone a la reforma electoral presidencial con la que pretende acotar al Instituto Nacional Electoral y al Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación, rebasó las expectativas calculadas por la Cuarta Transformación metiendo en un breve al Presidente que, lenguarico como suele ser, indicó en 2020 que a la primera manifestación de 100 mil gentes en su contra renunciaría, no solo ha descalificado a quienes salieron a protestar endilgándole cualquier suerte de improperios, pero como no es suficiente para su argullo lastimado, anuncia que el 27 de este mes encabezará una marcha que sus seguidores ya especulan reunirá a más de un millón de personas. La manifestación partirá del Ángel de la Independencia al Zócalo, y quiera Dios y no le dé un infarto al mandatario que atraviesa la edad más erótica del calendario, con eso de que ya no está acostumbrado a las largas caminatas sino a las camionetas mega blindadas que no las tiene ni Obama.
“LA GENTE quiere que marchemos el 27, un domingo, porque me plantearon el zócalo el jueves, pero el jueves es día laboral, queremos ir muchos, entonces va a haber una marcha, nada más para ver…que no cuentan bien”, añadió todavía dolido por el gentío que marchó en su contra y en contra de la desaparición del INE. Explicó, entonces, las razones por las cuales no rendirá su informe de 4 años de su llegada al poder el primero de diciembre, como es la costumbre: “El día primero que son los 4 años es jueves, entonces muchos quieren venir de todo el país a participar, porque es un movimiento de hombres y mujeres libres y conscientes; es un proceso de transformación, no es un movimiento de un sólo hombre, es un movimiento popular”, refiere.
PERO LA realidad es que AMLO no puede superar que los conservadores tengan, tambien, poder de convocatoria, y aunque bajo la cifra de 60 mil participantes el domingo, lo cierto es que expertos en conteos y medios internacionales han aclarado que en la ciudad de México participaron en la marcha por la defensa de la democracia, alrededor de 300 mil personas y otros 300 mil en decenas de ciudades del país, aun cuando el Grupo de Economistas y Asociados (GEA), que realizó una medición en la que comparó la capacidad de personas en cada metro cuadrado del Paseo de la Reforma, según su cálculo la cifra se acerca a 640 mil personas.
LO CIERTO es que la Marcha del 13N habría rebasado en número a los votos que obtuvo Morena en 4 gubernaturas. En Campeche, el movimiento de la 4T apenas ganó por unos seis mil votos a Eliséo Fernández Montúfar, de Movimiento Ciudadano, quien se quedó con 133 mil 627 sufragios, mientras el PRI, PAN y PRD quedaron unos 10 mil votos por debajo de Sansores. En Baja California sur, Morena se llevó la gubernatura en la pasada elección con Victo Manuel Castro, quien reunió 125 mil 736 votos. En los casos de Quintana Roo, con Mara Lezama (309 mil 931 votos) y en Tlaxcala, a través de Lorena Cuéllar (305 mil 468 sufragios), Morena consiguió rebasar apenas la barrera de los 300 mil.
AMLO QUIERE dejar testimonio de que si se aprueban reformas a leyes secundarias, será porque el pueblo que saldrá a respaldarlo el domingo 27 asi lo quiere,, y seguramente en su discurso se dirigirá a los presentes preguntando como es su costumbre, con cuestionamientos sesgados: ¿verdad que si quieren ustedes una reforma electoral? aunque la mayoría de los asistentes no sepa para qué diablos sirve eso. Pero es el pueblo bueno, el que no es acarreado aunque lo sea, como ocurrió con cientos de personas llevadas en autobuces especiales hasta Pánuco al informe de Cuitláhuac García Jiménez, aunque ellos ya sean distintos. OPINA [email protected]