*Mantuvo obras faraónicas pese a atraso en salud
*Por ahorro recortó gasto a estancias y medicinas
ES DIFICIL entender el comportamiento de la Cuarta Transformación cuando en plena pandemia de CoVid19 decide reducir hasta en 49.2 por ciento el gasto en subsidios para madres trabajadoras sin seguridad social, frente al mismo periodo de 2019, lo que según la percepción de Mariana Campos, directora del Programa de Gasto Público de México Evalúa, es una prueba más de que en las acciones del gobierno Federal “no existe la perspectiva de género”, aunque el error estructural de la administración morenista fue haber desaparecido el programa de Estancias Infantiles y haberlo convertido en un subsidio –ahora que tanto se necesitaran las estancias-, mientras que el Programa de Atención a la Salud y Medicamentos Gratuitos a la Población no afiliada a la Seguridad Social, que sustituyó al Seguro Popular a través de la creación del Insabi le redujeron 12.2 por ciento en términos reales frente a los recursos ejercidos en el mismo lapso del año pasado. Pero no son los únicos gasto en salud que han sido recortados, también existen otros programas con rezago en su gasto como el fortalecimiento de los servicios estatales, el seguro Siglo XXI, el programa de Control y Prevención de la Obesidad y la Diabetes y el de Vigilancia Epidemiológica, los cuales, pese a lo urgente de su aplicación por los efectos que han tenido la obesidad y sobrepeso en el CoVid19, tuvieron subejercicios, lo que resulta decepcionante ya que se esperaría que en épocas como estas se registraran grandes sobreejercicios en el sector, lo que no ha sucedido debido al ahorro y austeridad alucinante que se ejerce desde la Presidencia.
POR ELLO no deja de sorprender que ahora el Presidente Andrés Manuel López Obrador se conmueva “hasta las lágrimas” por la infinidad de muertos ocurridos hasta el momento en el País debido a los contagios, y en un acto más teatral que de sentimientos reales rinda homenaje en Palacio Nacional a los caídos por la Pandemia, cuando muchas de esas muertes se pudieron haber evitado si desde el principio el sector salud hubiese tomado las acciones pertinentes, y el cómo Mandatario Nacional hubiera adoptado el uso de cubrebocas y gel antibacterial, suspendiendo, paralelamente, las inútiles giras al interior de la Nación que solo alentaron en la población la desobediencia bajo el argumento de que: “si al Presidente no le pasa nada, a nosotros tampoco”, hasta que los contagios se extendieron y las muertes pasaron de inicialmente 20 mil, a 30 0 35 mil, como pronosticada el subsecretario Hugo López Gatell, a las más de 52 mil hasta el domingo por la noche y, probablemente, las 120 mil que algunos expertos calculan para finales de año. Por ello, más que un homenaje, el Presidente debería pedir perdón a los muertos, por haberlos inducido con su mal ejemplo a no cuidarse, a desafiar a la pandemia y sentirse superhombres o semidioses intocables –como él-, pues aunque Andrés Manuel López Obrador ahora argumente que, “estamos trabajando todos los días” y “yo creo que este es el mejor homenaje que podemos rendir a quienes se nos adelantaron por esta tremenda pandemia y también por otras enfermedades”, lo cierto es que como Donald Trump, en Estados Unidos y Jair Bolsonaro, en Brasil, no mandaron un buen mensaje o ejemplo antes, durante y ahora en plenos contagios que ni alcanzan picos ni han sido domados.
PORQUE CON un minuto de silencio en memoria de las víctimas a causa de la nueva cepa los muertos no van a revivir ni sus familiares encontrarán consuelo, y menos cuando el desaparecido era el proveedor o proveedora del hogar. Tampoco con enviar abrazos y condolencias a los familiares de las personas que han perdido la vida por la pandemia se remediará nada, y ahí están los deudos de médicos, enfermeras y personal de apoyo que al intentar salvar vidas perdieron la propia, en muchos casos por carecer de los insumos o implementos necesarios ya que el Gobierno Federal, por ahorro o tacañería a ultranza se los negó una y otra vez, lo que motivo cientos de manifestaciones de ese personal que demandada reciprocidad, y que como en el caso de Chiapas pagan con cárcel cuando muere un político y la familia culpa de negligencia al galeno, o lo acusan de pedir medicamentos, a sabiendas que el Gobierno no quiere gastar.
Y SI bien como dice López Obrador, al momento se han ejercido alrededor de 35 mil millones de pesos y se han contratado a cerca de 50 mil trabajadores de la salud para atender la pandemia, en obras faraónicas que podrían esperar como la refinería de Dos Bocas, Tabasco se destinaron 41 mil 300 millones de pesos para este 2020, mientras que para el próximo año se le asignarán 48 mil 500 millones, y en ese tenor, el proyecto del Tren Maya que se ampliará de 900 a 1 mil 500 kilómetros tendrá una inversión pública y privada que oscilará entre 120 mil y 150 mil millones de pesos, lo que a decir verdad son menos importantes que la salud, lo mismo que las sucursales del Banco del Bienestar que este año tendrán una inversión de 5 mil millones de pesos y otros 5 mil millones el año próximo.
INSISTIMOS: NINGUNA de las obras faraónicas del Presidente López Obrador son tan importantes como la salud de la población, y acaso por ello el tabasqueño debe pedir perdón a la familia de los muertos por CoVid19, por no haber suspendido esas infraestructuras y aplicar parte de esos recursos que absorben a mejorar la salud de los mexicanos, construyendo como en China un hospital en tiempo record para dar atención a contagiados, comprando los respiradores y medicamentos que fueran necesarios para paliar las afectaciones que, por otra parte, han dejado en pobreza a miles de mexicanos, porque la muerte o enfermedad de un ser querido supone muchos gastos, desde los traslados, comidas y estancias, hasta los servicios funerarios que, por no estar regulados, se dispararon de manera espectacular.
POR ELLO, ningún perdón, condolencia u homenaje vale, cuando no se hizo en tiempo y forma lo necesario para evitar tantas muertes, más aun cuando el virus del SARS-CoV-2 tardó dos meses en llegar a México y las autoridades no aprovecharon esa posible ventaja. Es más, la pandemia tomó a las autoridades en un momento en el que había desencuentros entre el gobierno Federal y los Estados debido a la decisión del Ejecutivo Federal de desaparecer el Seguro Popular -que era el esquema mediante el cual podían acceder a servicios médicos las personas que carecen de seguridad social- y, en su lugar, implementar el Instituto de Salud para el Bienestar (Insabi) que entró en vigor el 1 de Enero de este año, sin que a la fecha opere del todo debido a la Pandemia. Y es que hasta el año pasado, México tenía un sistema de salud descentralizado, pero a partir de este 2020 se convirtió (formalmente) en centralizado, aunque, en realidad, fragmentado y en disputa, y una muestra de ello ha sido el pronunciamiento público del 10 de Marzo de la Asociación Nacional de Gobernadores de lo que llamaron el “Convenio de No adhesión al Insabi”. Por ello, en pocas palabras, rendir homenaje a los caídos resulta ser más falso que una moneda de 500 pesos. OPINA [email protected]