Ahorrar en tiempos de crisis es deshumanizado

*Se requiere inversión, impulso a la IP y empleo

*Casi 82 millones en pobreza y pobreza extrema

 

EN DICIEMBRE del año pasado, el presidente Andrés Manuel López Obrador se ufanaba de que gracias al combate a la corrupción y a la llamada “austeridad republicana”, el Estado mexicano había ahorrado 1.5 billones de pesos, según cálculos del propio mandatario que citaba: “cuando no hay corrupción, el presupuesto rinde. Como se está demostrando, no hace falta endeudar al País, no hace falta aumentar impuestos, no hace falta que haya gasolinazos”. Y quizá tiene razón pero, siempre hay un pero ¿se debe ahorrar tanto dinero solo para presumir que no es igual al pasado, cuando México es un País de pobres -a los que arroja migajas-, con casi 62 millones en esa condición y 12 millones en pobreza extrema? ¿Cuándo los hospitales públicos se quejan de no tener medicamentos para combatir el cáncer en niños y adultos, así como tampoco retrovirales contra el VIH/Sida, dengue y otros males? ¿Cuándo por negar apoyo a empresarios muchos tuvieron que cerrar dejando en la indefensión a millones de mexicanos que ahora no encuentran espacios para llevar el sustento al hogar y, por lo tanto engrosan la lista de informales? ¿Cuándo no se pueden traer más dosis de la vacuna Anticovid porque el Gobierno se niega a comprar ultra refrigeradores y las universidades han tenido que prestar los suyos? ¿Cuándo a desaparecido decenas de fideicomisos para sumar ese dinero al “ahorro”, cancelando la investigación científica y otros temas de bienestar para el País, y cuando amenaza eliminar a entes autónomos porque lo critican y porque gastan mucho dinero?.

 

ESO, SIMPLE y llanamente no es ahorro, y llevándolo al hogar –que AMLO, por cierto no lo hace-, es equiparable a sacrificar a la familia enviando a los hijos a la escuela pública con andrajos, mal alimentados, sin los útiles escolares suficientes. Hacerlo provocaría en el futuro mexicanos de tercera. Es cierto, parte de esos ahorros son producto del cobro de impuestos a personajes que antes no contribuían al erario, esto es, los beneficiados, pero ese dinero debe usarse en satisfacer las necesidades de los mexicanos y no para presumir que se tiene recursos, en tanto quiebra el sector privado que es quien genera la riqueza, el empleo y los impuestos en sus diferente ámbitos: IMSS, ISSSTE, IVA, ISR Etc, pero al cerrar miles de empresas los ingresos al Estado serán menores, mientras que la informalidad que no enriquece las arcas públicas irá al alza.

 

NO ES secreto que el ahorro público lo realiza el Estado, a través de impuestos y otras actividades, a la vez que gasta en inversión social, en infraestructura (carreteras, puentes, escuelas, hospitales, etc.), en justicia, en seguridad nacional, entre otras cosas, pero cuando el Estado ahorra quiere decir que sus ingresos son mayores que sus gastos y se presenta un superávit fiscal, pero en caso contrario conduciría a un déficit fiscal que es lo que vive actualmente el País ​que debería invertir, pero que no lo hace sino en las obras faraónicas del Presidente, como la refinería de Dos Bocas que producirá gasolinas y diésel, cuando el mundo se encamina al uso de autos híbridos o eléctricos ante la contaminación que producen al medio ambiente los tradicionales. Y es que al igual que ocurre con la definición genérica de ahorro, el ahorro público se entiende como la diferencia entre los ingresos y el consumo realizado. En este caso, al hablar del ámbito público de la economía estaríamos refiriéndonos al volumen total de fondos que una administración o un Gobierno conserva tras hacer frente a sus compromisos de gasto público y teniendo en cuenta unos ingresos previos, lo que no ocurre en México donde la inversión es escasa pese a las necesidades. Y es que tras recibir fondos públicos por la vía de recaudación de impuestos a través de otros métodos de financiación como la venta de deuda pública, el Estado debe hacer frente a sus compromisos sociales por medio del gasto en infraestructuras, sanidad, el pago de subsidios públicos y prestaciones, etc.

 

SI TRAS ese trabajo de gasto existe una diferencia positiva entre ingresos y gastos (lo que económicamente se conoce como superávit fiscal), dicha cantidad será la que conformará el ahorro público producido, y el destino que generalmente suele tener esta diferencia es el de la inversión pública y la mejora de las partidas del presupuesto dirigidas al gasto público de futuros ejercicios. Cuando no aparece ahorro y lo que sucede es justamente lo opuesto (los ingresos son inferiores al nivel de gastos) lo que aparece es un déficit fiscal.

 

SE DEBE entender por lo tanto que la aparición de ahorro público no necesariamente suele suponer la buena acción de un Gobierno. Esto se explica porque puede suceder que la aparición de superávits fiscales sea una consecuencia de políticas fiscalmente muy fuertes con altos niveles de impuestos, o por planes de gasto público poco significativos como está sucediendo actualmente, y en ambos casos es la sociedad la que sufre una coyuntura económica adversa a través de su incidencia en las actividades de los agentes privados (familias y empresas). Por ello uno se pregunta: ¿de qué se ufana el presidente cuando habla de ahorro en un País de pobres y pobreza extrema, carentes, incluso, de medicinas, empleos y de seguridad donde no se vale el ahorro sino la urgente inversión?

 

NO ES secreto que en México hay ya 62.25 millones de mexicanos en pobreza, es decir, 10 millones de personas más en situación precaria que en 2018, y 12 millones en pobreza extrema, 3 millones más que en 2018. Y es que el informe resulta desalentador tomando en cuenta que hasta el 2018, de acuerdo al Consejo Nacional de Evaluación de Política de Desarrollo Social (Coneval), había un estimado de 52.4 millones de mexicanos en pobreza (9.3 millones de ellos, en extrema pobreza). El Coneval define a la pobreza en México a partir de distintos indicadores, como La Línea de Pobreza, que establece un ingreso (2020) de 1 mil 169.89 pesos al mes en zonas rurales y 1 mil 637.07 pesos en zonas urbanas respectivamente, ingreso con el que difícilmente se cubren todos los productos de la canasta básica y no básica. Por otro lado también son clasificados en pobreza, aquellos que no tengan acceso a algunos de los servicios como: educación, seguro social, salud, vivienda de calidad, alimentación y servicios básicos (electricidad, agua, gas, etc), y en México, sin ser chinchosos, la mayoría de los mexicanos está en esa condición, mientras que algunos solo subsisten con lo que les regala AMLO. Por eso, se vale ahorrar cuando se podría invertir en mecanismos generadores del empleo y riqueza, en salud, educación –por cierto, a los alumnos de educación básica en confinamiento el Estado no les redujo el servicio eléctrico, internet ni les regaló Tablet, ni les acercó ningún beneficio-. Así las cosas. OPINA [email protected]