En su columna de ayer el periodista Filiberto Vargas aclara dudas y asegura que no existe ningún impedimento para que la zacatecana Rocío Nahle sea candidata de Morena a la gubernatura de Veracruz.
Filiberto se apoya en el artículo 116 de la Carta Magna que dice: “Sólo podrá ser gobernador constitucional de un Estado un ciudadano mexicano por nacimiento y nativo de él, o con residencia efectiva no menor de cinco años inmediatamente anteriores al día de los comicios…”.
Agrega que hay confusión porque la Constitución de Veracruz dice en su artículo 43 que para ser gobernador del estado se requiere “ser veracruzano en pleno ejercicio de sus derechos”, mientras que el artículo 11 indica que son veracruzanos “los nacidos en el territorio del estado y los hijos de padre o madre nativos del estado, nacidos en el territorio nacional o en el extranjero”.
Ninguno de esos artículos le da posibilidades a Rocío, pero como por encima de la Constitución de Veracruz está la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, la señora no tiene impedimento para ser candidata y en caso de que lo hubiere se modifica la Constitución local y listo.
Lo que se pregunta Filiberto es si Nahle es lo único que tienen los morenos y es lo mismo que me pregunto yo, lector. ¿Acaso en Morena no hay militantes veracruzanos que puedan aspirar a la candidatura? ¿Tan mal andan que tienen que importar a una zacatecana para que sea su candidata? ¿En un estado con 8 millones 500 mil habitantes no han encontrado otro aspirante con más capacidad y merecimientos que doña Rocío?
Si es así que amolados están.
López Obrador que nunca ha querido a Veracruz, eligió como candidato en 2018 a Cuitláhuac García por encima de morenos más fogueados y con más tablas. Lo eligió por manejable y porque pensó que desde Palacio Nacional podría moverle los hilos a su títere.
Y sí se los mueve, pero están mal coordinados porque cuando quiere que el muñeco levante la patita izquierda alza el brazo derecho, cuando quiere que se pare se acuesta y cuando quiere que mueva la cabeza mueve otra cosa.
Fue Rocío quien sugirió al tabasqueño la inclusión en el gabinete de Eric Patrocinio Cisneros, un sujeto que desconoce de política interior. Y fue López Obrador quien colocó como responsable de la policía estatal a Hugo Gutiérrez Maldonado, un individuo que importó de Nuevo León y que estuvo involucrado en actos de extorsión en aquella entidad.
La fórmula ha sido un fracaso y es letal para Morena. Cuitláhuac está catalogado como uno de los peores gobernadores de México; Eric es el funcionario más repudiado por inepto y por broncudo y Hugo ha sido señalado de abuso de autoridad y de violación a los derechos humanos, entre otros delitos.
Pero como para que vean quién manda y sobre todo, para que sepan los veracruzanos el infinito desprecio que siente por ellos, López Obrador se ha empeñado en hacer candidata a Rocío Nahle en un acto de arrogancia y autoritarismo muy propios de él. Y en Morena no les quedará de otra que apechugar.
Pero si quiere que gane la zacatecana, forzosamente deberá mover a Cuitláhuac. Y debe hacerlo ya. Cuitláhuac ha resultado una nulidad tan grande que desde ahora le está restando votos a Morena para el 2024.
Un bateador emergente que llegue a conciliar y unir a la ciudadanía es el tanque de oxígeno que necesitará Rocío cuando ande en campaña. De lo contrario los veracruzanos le harán saber en las urnas que si bien son nobles, de tarugos no tienen nada.
Reitero lector, si Andrés Manuel insiste en candidatear a Rocío pero deja a Cuitláhuac en la gubernatura, su más sonado fracaso lo tendrá en Veracruz.
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