A 75 AÑOS DE LA FUNDACIÓN DE ISRAEL. (III)

’06/10/2024’
’06/10/2024’

“Los hijos de Israel: Sigmund Freud.”
Mtro. José Miguel Naranjo Ramírez.
El sentimiento de odio y repulsión hacia el pueblo judío fue un fenómeno que empezó a gestarse de manera muy fuerte en el siglo XIX, y esta animadversión llegó a su máxima exteriorización en el siglo XX, con la persecución sistemática contra los judíos y el exterminio de cientos de miles de ellos en los campos de concentración nazis. Sigmund Freud estuvo muy cerca de ser víctima de esta matanza y logró no con poco riesgo salir exiliado, de hecho, sus hermanas si murieron en los campos de concentración, además, como un mensaje de intolerancia nazi, los libros de Freud fueron quemados en la plaza pública porque la aversión que Hitler sintió hacia Freud fue más allá del odio que tenía por los judíos, lo aborrecía porque en gran medida parte de lo planteado por Freud en sus teorías desnudaba las barbarie y el salvajismo del régimen nazi.
Sigmund Freud vivió casi toda su vida en Viena, Austria. Allí escribió todos sus libros, allí fundó el psicoanálisis. Su material bibliográfico es amplísimo, algunas de sus obras son lecturas canónicas para poder comprender nuestra cultura occidental. Títulos como: “La interpretación de los sueños”, “El porvenir de una ilusión” “El malestar en la cultura”, son libros que han sido leídos, analizados, debatidos, cuestionados, y podrás estar de acuerdo o no con el padre del Psicoanálisis, pero su importancia e influencia en el pensamiento occidental te obligan a leerlo, a conocer sus estudios e investigaciones, y en lo personal, cada vez que me he acercado a sus libros, debo confesar que hasta hoy sus lecturas suscitan interés, resultan atrapantes, cautivantes, los temas que aborda son intensos, provocadores, para algunas personas ofensivos, agresivos, por eso Hitler lo odió, no creo que los jerarcas eclesiásticos lo hayan querido, y seguramente la sociedad lectora de aquella época se sintió incomoda al ver cómo las retrataba en sus libros, este ejemplo lo podremos percibir en el libro: “Tótem y Tabú”, publicado en 1913.
En esta obra Freud tiene un propósito central consistente en demostrar cómo ciertas conductas que fueron parte de las sociedades primitivas, es decir, sociedades bárbaras e incivilizadas, son conductas que siguen formando parte de las sociedades de hoy supuestamente muy civilizadas. Freud analizará fenómenos de esas sociedades como los son: tótem, tabú, magia, puntualizando que el análisis está fundamentado en investigaciones de reconocidos antropólogos, etnólogos, psicólogos e historiadores, que hicieron profundos estudios sobre la cultura de los pueblos primitivos, esto incluye sus conductas, creencias, formas de vidas, situándose la investigación principalmente en las tribus antiguas de Australia y en general en toda la región polinesia que es amplísima, también muestra algunos ejemplos de las tradiciones y modos de vidas de algunos pueblos africanos, precisando Freud:
“¿Mas por qué dedicar nuestro interés a este enigma del tabú? A mi juicio, no sólo porque todo problema psicológico merece que se intente su solución, sino también por otras razones. Sospechamos, en efecto, que el tabú de los polinesios, no nos es tan ajeno como al principio lo parece y que la esencia de las prohibiciones tradicionales y éticas a las que por nuestra parte obedecemos, pudiera poseer una cierta afinidad con este tabú primitivo, de manera que el esclarecimiento del mismo habría, quizá, de proyectar alguna luz sobre el obscuro origen de nuestro propio “imperativo categórico”.
A partir de estas precisiones el lector se encontrará con un estudio minucioso de cómo funcionaban los tótems, los tabúes, los tipos de magias, en aquellas sociedades salvajes. Aclarando que, para Freud, como también para Wundt, las sociedades han tenido tres concepciones del mundo: concepción animista (mitológica), concepción religiosa y la vigente que sería la científica. Ejemplos abundan, si pensamos en la magia, imagínese que hace miles de años esas sociedades tribales creían que: “Para perjudicar a un enemigo, se puede utilizar aún otro procedimiento, consistente en procurarse algunos cabellos suyos, limaduras de sus uñas o incluso jirones de sus vestidos y someterlos a manejos hostiles o vejatorios. La posesión de estos objetos equivale al dominio de la persona de que provienen, la cual experimenta todos los efectos del mal que se inflige a los mismos. Según los primitivos, constituye el nombre una parte esencial de la personalidad. Así, pues, el conocimiento del nombre de una persona o de un espíritu procura ya un cierto poder sobre ellos.” No se puede ocultar el sol con un dedo, esas conductas siguen siendo muy vigentes, ya sea para hacer el mal al enemigo o para intentar obtener a como de lugar a una mujer supuestamente amada.
Freud realiza un análisis acucioso sobre los diversos sentimientos y conductas que provoca en nosotros la muerte de un ser cercano y querido. Algunos casos los explica partiendo de sus experiencias como psicoanalista, otros, los reflexiona psicoanalíticamente a través de los hechos sociales constantes y permanentes del pasado. Concluyendo que en ocasiones el enorme dolor que nos causa la muerte de un ser querido es porque en algún momento de nuestras convivencias con él, ya sea de forma consciente o en la mayoría de los casos de manera inconsciente, deseamos su muerte, esto hace que el dolor sea inmenso, porque vivimos con una consciencia angustiada, ya que somos seres potencialmente asesinos y si nos detenemos lo hacemos por miedo o por prohibiciones:
“No vemos, en efecto, qué necesidad habría de prohibir lo que nadie desea realizar; aquello que se halla severamente prohibido tiene que ser objeto de un deseo…pero teniendo en cuenta uno de los hechos que nuestras investigaciones psicoanalíticas de los sueños de personas sanas nos han revelado, o sea que la tentación de matar es más fuerte en nosotros de lo que creemos y que se manifiesta por efectos psíquicos, aun cuando escape a nuestra conciencia; y habiendo reconocido que las prohibiciones obsesivas de determinados neuróticos no son sino precauciones y castigos que los enfermos se infligen a sí mismos porque sienten con una acrecentada energía la tentación de matar, podremos volver a aceptar de nuevo la proposición antes formulada, esto es, la de que siempre que existe una prohibición ha debido de ser motivada por un deseo, y admitiremos que esta tendencia a matar existe realmente en lo inconsciente y que el tabú, como el mandamiento moral, lejos de ser superfluo, se explica y se justifica por una actitud ambivalente con respecto al impulso hacia el homicidio.”
Esta propensión a matar se supone que en el pasado más o menos fue controlada por el tótem, por los tabúes, aunque también debe decirse que la violación a un tabú era castigada con la muerte. Se supondría que ese salvajismo, esa animalidad en nuestras conductas eran cosas del pasado, de las sociedades bárbaras, no obstante, en pleno siglo XX Freud y todos los de su raza fueron perseguidos y asesinados en masa por órdenes de los soberanos…
Alguna vez usted se ha preguntado: ¿Por qué las personas se humillan, se doblan, se arrodillan, por qué idolatran, veneran, a sus actuales tiranos? Freud lo explica en este libro en el apartado: “El tabú de los soberanos”, donde aprendemos que no somos tan civilizados como creemos, muchos patrones del pasado siguen determinándonos e influyéndonos.
Seguramente todos tenemos uno que otro tabú, con esta lectura comprendí que por lo menos ya me quité de encima el tabú de los soberanos, porque ahora los veo como verdaderos tiranos.

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